Directo al corazón


COINCIDENTES*

Por Alejandra Tenaglia

Como para desmitificar aquello de “en un bar o boliche no se encuentra al verdadero amor”, aquí vamos con otra historia que tuvo su inicio en un sitio de diversión nocturna, esta vez en la vecina ciudad de Casilda. Corría el invierno del año 2010. La ley caprichosa que rige los amontonamientos, hizo que dama y caballero en cuestión, quedaran sentados rozándose las espaldas.
Recién ahí, ya ubicados donde la casualidad o el destino los había citado, ella lo vio. Le gustó. Se lo dijo a sus amigas. Y gracias a una de ellas, la siempre bien ponderada y nunca ausente en toda barra de mujeres, a quien podríamos denominar “celestina” –los hombres dirán si también cuentan en sus filas con un ejemplar de similar especie, tan valioso a pesar de que muchas veces su accionar la haga víctima de amenazas de pérdida de nuestra amistad de por vida, muerte inminente a manos propias o devolución de “favores” con otros, desde ya dirigidos a un castigo certero-, decía, gracias a la intervención de una amiga que llamó la atención del muchacho, el diálogo encontró un pie de apoyo y continuó, grupo con grupo, durante toda la noche.
El fin de semana siguiente, ella se quedó en su pueblo; sí viajaron a la ciudad vecina, sus amigas, entre ellas la que oficiaba de “celestina”. Fiel a su función, se acercó al varón en cuestión y le comentó que su amiga había quedado muy enganchada con él.
Pasaron 3 ó 4 fines de semana, ella no viajó o si lo hizo no lo encontró. Facebook fue el siguiente paso, pero él poco frecuenta el mundo virtual, hasta que un día la casualidad los volvió a citar, esta vez computadora de por medio. Él la saludó, chatearon un rato y finalmente le pidió su número de teléfono. A ella le pareció que no correspondía, tan solo una vez se habían visto, y a pesar de que le había gustado, se lo negó. Él entonces, le dejó el suyo. Por entonces corría el mes que trae consigo a la primavera. A fin de ese mes, ella cumple años. Unos días antes de su natalicio, se decidió y le escribió. Él estaba de vacaciones, leyó que habría torta casera, y sin vueltas dijo: “voy para allá”. Así lo hizo, llegó la tarde del festejo, charló, se fue, pero para seguir volviendo una y otra vez, cada vez con mayor asiduidad. “Desde ahí, no nos separamos más”, afirma la dama.
El primer beso tardó días en llegar; hubo luego un casamiento al que asistieron juntos, allí todas las presentaciones del caso tuvieron lugar, formalizándose frente a los demás -y quizás incluso entre ellos- una relación que escapando al usual formato actual, sólo después de todos estos pasos terminó de concretarse en la intimidad.
Durante el 2011, ella dejó la casa de sus padres para instalarse a vivir sola. Tiene además su propio comercio y 29 años. Él vive en su ciudad natal, trabaja en una empresa, tiene 3 años menos que la dama y un hijo de 9 con el que ambos comparten gratos ratos.
Atento, caballero, trabajador, responsable, nuestro protagonista planea cada paso sin dejar de pensar en todos los demás.
Generosa, dulce, tranquila -aunque también celosa-, ella lo agasaja constantemente con pequeños regalos, comidas caseras, atenciones mínimas de máxima importancia; tanto es así que él suele decirle: “me das demasiado, más de lo que merezco”.
Lo cierto es que se han “encontrado” y desde entonces, van para el mismo lado. No discuten, el acuerdo siempre llega antes. Comparten todo, tiempo, seres queridos, y hasta las vacaciones que emprendieron juntos en este verano que va llegando a su fin. Marzo con el otoño debajo del brazo, los encuentra aumentando la confianza que los une; y de ese modo, permitiéndoles mirar el mundo a través de una misma hendija. También de este lado, hay un mundo. Ellos, con su amor, lo han creado, lo sustentan y lo pueden hacer crecer, de infinitas maneras…

* Basado en una historia real cuyos protagonistas han pedido la reserva de sus datos.


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