Tapa Marzo 2012

Contratapa


DISCO DE CARTÓN PARA OSVALDO PUGLIESE

Por Enrique Medina

Sin que yo lo buscara, el disco de cartón apareció sorpresivamente dentro del sobre de un longplay de Armstrong. Recordé que hicimos un homenaje, algo así como un desagravio. Ocurrió porque Julio Jorge Nelson, el que estigmatizó a Di Sarli como mufa porque el maestro lo había rechazado para glosador-presentador de la orquesta, y llamado “la viuda” por haberse apropiado del recuerdo de Gardel y monopolizarlo como si fuera el heredero natural, pasó en su programa de radio un tango instrumental por la orquesta de Pugliese.  Al finalizar el tango, “la viuda” se despachó como si él fuera Beethoven. Dijo de todo de Pugliese, que había equivocado el rumbo, que eso no era tango, y una sarta de pavadas que sólo lo caracterizaron a él como el perfecto tarado que era. Eso nos decidió, al trío más mentado que pudo haber caminado por las calles de Balvanera, que conformábamos el Juanca, Corito y yo, a concurrir, en ese Carnaval de 1957, al estadio Luna Park, donde actuaría la orquesta de Don Osvaldo. En ese tiempo los tres teníamos el mate lleno de música de tango, de jazz y comercial, como se le decía a la que hacían las bandas y cantantes que popularizaban éxitos de los que hoy ni nos acordamos. Corito, por sus estudios de clarinete, hasta conocía música clásica y de ópera. Juanca y yo no tanto, pero sí sabíamos distinguir una buena instrumentación de tango de un “baión brasileño” a medio cocinar. Subidos a esas ínfulas pagamos la entrada con la mente atenta y el ánimo alegre ya que, además del espíritu reivindicatorio que nos animaba, también nos alentaba la posibilidad de encontrarnos con nuestra nunca hallada media naranja o, en su defecto, al menos, un buen levante que se correspondiera con los festejos del jolgorio. Entramos a matar. Nos dieron el ya mencionado disco de cartón. Me encantó: de un lado estaban las fotos de los integrantes de la orquesta y del otro se publicitaba la reaparición en Radio Splendid para el 2 de abril; y desde el 5, todos los viernes, en el salón La Argentina. El disco de cartón era incómodo porque no había dónde meterlo. Se veían muchos en sillas, dejados por ahí. Sólo las damas que venían con cartera podían guardarlo. Corito y Juanca lo doblaron y lo metieron en el bolsillo. Yo preferí  conservarlo de recuerdo. No sé por qué tengo esa costumbre de plomero si nunca me dio resultado, porque cuando necesito algo nunca lo hallo. Anticipando que esa noche no encontraría mi alma gemela, pensé: ¿si me lo hago firmar por toda la orquesta?... Y lo logré. Cada vez que paraban para descansar o alguno tenía que echarse un meo, ahí subía yo al escenario como si fuera del conjunto y con mi cara de acero forjada al tinto del alba iba chamuyándomelos uno a uno para que me firmaran encima de la foto pertinente. Hinchaba para que lo hicieran con prolijidad y no se pasaran a la foto de al lado. Era exigente mi pedido porque, salvo los cantores y Don Osvaldo, todos tenían muy poco espacio, así que yo les indicaba cómo debían firmar. Uno me chifla y me carga: Che, pibe, ¿sos el aguatero? Yo, seriecito, le respondí: Soy el nuevo cantor, debuto en Radio Splendid. El disco era una preciosura y juré enmarcarlo, pero nunca lo hice. Ahora veo el disco y me da ganas de cantar. Veo la firma de Maciel, que no me gustaba en ese tiempo como cantor para Pugliese y cuando escucho “Recuerdo”, que nadie se anima a cantar por lo difícil que es, le pido perdón. Lo mismo con Miguel Montero, que lloró tan bien “Antiguo reloj de cobre”, que luego nadie se animó a entonarlo. El Tano Ruggiero, que abría el bandoneón como para leerse la Biblia, hizo un garabato, y el Negro Mela bromeó haciendo referencia a que el Tano se desmelenaba todo cuando tocaba. Me dijo: el bandoneón tiene ese sonido tan especial ¡porque está lleno de caspa! El Tano rió: Callate vos, ¡Falucho sin ejército!... Así fueron firmando Herrero, Camerano, Rossi, Carrasco, Spitalnik, Balcarce, Gilardi, Demarco. Y completé con el maestro, que nunca se extendía más allá de la OP.
Muchos años después, el destino me deparó la felicidad de ser cameraman-escritor del canal 11, de Don Héctor Ricardo García. En “El tango del millón” que conducía el extraordinario y gran amigo Juan Carlos Mareco, pude conocer a todos los tangueros habidos y por haber, desde Troilo hasta llegar a los cuatro puntos cardinales y alrededores. Una tarde, Don Osvaldo me llama aparte y me pregunta, casi sin preámbulos, si me quería afiliar al partido comunista. Le dije que tenía la suerte de ser amigo de Alfredo Varela y Juanjo Manauta, entre otros, pero que para mi tarea de escritor consideraba que lo mejor era ser independiente. Le conté lo del disco de cartón y sonrió, también le dije que el primer disco que yo había comprado con mi primer sueldito había sido “Don Atilio” y “Mate amargo”, tangos que él nunca más tocó y que salvo yo nadie conoce. Tomaríamos un café para hablar de política, música. Bueno, se sabe que estas cosas se dicen pero luego hay otras urgencias, el tiempo se escapa sin que uno lo perciba; y ni decir que todos pensamos que somos eternos. En aquél carnaval planché como nunca. Hice intentos, cómo no, pero nada. Juanca me cargaba, conque mi virtud era que las minas nunca repetían conmigo, que eso era una ventaja porque yo podía pisar a otras, no siempre a la misma. Y así era, además de tener adoquines en los oídos, cuando salía a bailar, mis piernas, no sé por qué artilugio de Dios, se convertían en troncos de palo-borracho, y por más que yo hiciera, no había caso. Los suertudos de aquel carnaval fueron ellos, que me guiñaron el ojo porque ya debían irse bien acompañados de dos espléndidas morochas. Me quedé hasta que la orquesta terminó la actuación. Mientras guardaban los instrumentos volví a la carga y les di la mano agradeciéndoles la firma en el disco de cartón. No tenía donde meterlo. Me desabroché la camisa y lo guardé, redondo y entero, sobre el pecho. Caminé por la Avenida Corrientes, ya amaneciendo. Era la época en la que yo confundía un árbol frondoso con Sofía Loren. Ni ella ni ninguna de mis otras amantes espirituales se me cruzó salvadora. De todas maneras y a pesar del fracaso, viendo ahora las firmas en este pedazo de cartón, sé que aquella noche fue una sublime, una impresionante fiesta.

Leo Malizia - Día del hermano

Directo al corazón


COINCIDENTES*

Por Alejandra Tenaglia

Como para desmitificar aquello de “en un bar o boliche no se encuentra al verdadero amor”, aquí vamos con otra historia que tuvo su inicio en un sitio de diversión nocturna, esta vez en la vecina ciudad de Casilda. Corría el invierno del año 2010. La ley caprichosa que rige los amontonamientos, hizo que dama y caballero en cuestión, quedaran sentados rozándose las espaldas.
Recién ahí, ya ubicados donde la casualidad o el destino los había citado, ella lo vio. Le gustó. Se lo dijo a sus amigas. Y gracias a una de ellas, la siempre bien ponderada y nunca ausente en toda barra de mujeres, a quien podríamos denominar “celestina” –los hombres dirán si también cuentan en sus filas con un ejemplar de similar especie, tan valioso a pesar de que muchas veces su accionar la haga víctima de amenazas de pérdida de nuestra amistad de por vida, muerte inminente a manos propias o devolución de “favores” con otros, desde ya dirigidos a un castigo certero-, decía, gracias a la intervención de una amiga que llamó la atención del muchacho, el diálogo encontró un pie de apoyo y continuó, grupo con grupo, durante toda la noche.
El fin de semana siguiente, ella se quedó en su pueblo; sí viajaron a la ciudad vecina, sus amigas, entre ellas la que oficiaba de “celestina”. Fiel a su función, se acercó al varón en cuestión y le comentó que su amiga había quedado muy enganchada con él.
Pasaron 3 ó 4 fines de semana, ella no viajó o si lo hizo no lo encontró. Facebook fue el siguiente paso, pero él poco frecuenta el mundo virtual, hasta que un día la casualidad los volvió a citar, esta vez computadora de por medio. Él la saludó, chatearon un rato y finalmente le pidió su número de teléfono. A ella le pareció que no correspondía, tan solo una vez se habían visto, y a pesar de que le había gustado, se lo negó. Él entonces, le dejó el suyo. Por entonces corría el mes que trae consigo a la primavera. A fin de ese mes, ella cumple años. Unos días antes de su natalicio, se decidió y le escribió. Él estaba de vacaciones, leyó que habría torta casera, y sin vueltas dijo: “voy para allá”. Así lo hizo, llegó la tarde del festejo, charló, se fue, pero para seguir volviendo una y otra vez, cada vez con mayor asiduidad. “Desde ahí, no nos separamos más”, afirma la dama.
El primer beso tardó días en llegar; hubo luego un casamiento al que asistieron juntos, allí todas las presentaciones del caso tuvieron lugar, formalizándose frente a los demás -y quizás incluso entre ellos- una relación que escapando al usual formato actual, sólo después de todos estos pasos terminó de concretarse en la intimidad.
Durante el 2011, ella dejó la casa de sus padres para instalarse a vivir sola. Tiene además su propio comercio y 29 años. Él vive en su ciudad natal, trabaja en una empresa, tiene 3 años menos que la dama y un hijo de 9 con el que ambos comparten gratos ratos.
Atento, caballero, trabajador, responsable, nuestro protagonista planea cada paso sin dejar de pensar en todos los demás.
Generosa, dulce, tranquila -aunque también celosa-, ella lo agasaja constantemente con pequeños regalos, comidas caseras, atenciones mínimas de máxima importancia; tanto es así que él suele decirle: “me das demasiado, más de lo que merezco”.
Lo cierto es que se han “encontrado” y desde entonces, van para el mismo lado. No discuten, el acuerdo siempre llega antes. Comparten todo, tiempo, seres queridos, y hasta las vacaciones que emprendieron juntos en este verano que va llegando a su fin. Marzo con el otoño debajo del brazo, los encuentra aumentando la confianza que los une; y de ese modo, permitiéndoles mirar el mundo a través de una misma hendija. También de este lado, hay un mundo. Ellos, con su amor, lo han creado, lo sustentan y lo pueden hacer crecer, de infinitas maneras…

* Basado en una historia real cuyos protagonistas han pedido la reserva de sus datos.


Paisajismo


JARDINES PERIMETRALES


Por Verónica Ojeda

Hay espacios que con las estaciones son transformados según las necesidades, gustos o  búsquedas de confort de quienes los habitan; este es uno de esos casos, la dueña de casa, una vecina de Chabás, nos abre las puertas para que podamos disfrutarlo por unos instantes.
Sin duda la vedette aquí es la pileta, que instalada una temporada atrás requirió de una gran parte de la superficie del terreno. El estilo formal de la misma solo sugería necesitar un acompañamiento perimetral en donde se realizó un reordenamiento de las especies y replanteo.
El cantero en su totalidad  está conformado por distintas  herbáceas, que en diferentes follajes, tonos y floraciones logran una composición armoniosa simple y sutil. Entre ellas, hay achiras.
Todo el contexto es perimetrado por una sola especie, que florece todo el año, bulbine caulescens.
Y por supuesto en donde hay agua nunca falta una palmera, que al cabo de unas temporadas tendrá una altura interesante que con estilizada silueta dará el remate y será un punto focal interesante.
Lo nuevo, los papiros, agapantos y dracenas, para seguir contando la escena de temática tropical.
Para contención y ornamentación se utilizaron postes de quebracho y piedras platillo.

Dos de las especies utilizadas son:
Canna Indica
Nombre vulgar: Achira, Caña de las Indias.
Origen: Centroamérica.
Altura: 0,8-1,5 m. Hay variedades que llegan a 3 m.
Hojas: grandes, oblongas, de color verde, púrpura, rojizo o variegado.
Flores: se agrupan en inflorescencias de colores rojizo, naranja, amarillo o rosa.
Floración: en verano hasta bien avanzado el otoño.
Luz: sol hasta semisombra.
Suelo: es poco exigente respecto al terreno, pero prefiere suelos ricos, orgánicos y bien drenados.
Multiplicación: por división de los rizomas en primavera. Al cabo de 4 ó 5 años se pueden dividir los rizomas y obtener nuevas plantas.
Es una planta con tallos erectos que suele emplearse en el jardín para formar bellos grupos aislados. Está presente en multitud de jardines por su magnífico follaje de vivos colores, así como por sus bonitas flores, que recuerdan a las del gladiolo.

Bulbine caulescens
Nombre vulgar: bulbine.
Origen: Sudeste Africano.
Altura: de 0,25 a 0,35 metros como máximo.
Diámetro: 0,30 metros aproximadamente.
Crecimiento: rápido.
Suelo: muy bien drenado.
Temperatura: no tolera muy bien el frío.
Usos: canteros y macetas.
Poda: de hojas y flores secas.
Propagación: división de matas.
El bulbine tiene la particularidad de desarrollarse en todo tipo de suelos a pleno sol, aunque son más recomendables los suelos sueltos y con buen drenaje.
Posee hojas cilíndricas, lineales y basales. Como son carnosas, lo vuelven apto para resistir largos períodos de sequía, aquí es donde debemos tener presente su origen como vimos anteriormente.
Sus flores, amarillas o amarillas y anaranjadas, aparecen desde la primavera y hasta el invierno.

Agradecimiento: a Carina y Walter Herrero.


Libros


CRIMEN Y LITERATURA

“ESTRELLA DISTANTE”


Por Julieta Nardone
julinardone@hotmail.com

Irónico, cálido y brutal, el chileno Roberto Bolaño (1952 – 2003) arremete en Estrella Distante con su vertiginosa escritura hasta volver manifiesta la porosidad entre la historia y la ficción. Sucesos trenzados por el hilván de esa parte de la historia que no deja de resonar como trauma: el golpe militar del ’73 en Chile.
La trama de esta breve novela (cuenta con 157 páginas) publicada por Editorial Anagrama en 1996, se concentra en los destinos de los personajes, presumiblemente ligados a la izquierda chilena, y que por lo mismo asumen la amenaza de las circunstancias. En este sentido, llama la atención el modo en que el narrador demuestra lo innecesario de entrar en la descripción tan conocida de aquel suceso nefasto a los fines de conmovernos y hacernos reflexionar; e incluso, tal vez por esto mismo, el ritmo de implosión que se percibe permanentemente en el relato no deja de avivar el presentimiento de que todo lo peor, de un momento a otro, está por desencadenarse. El punto culminante de una sociedad desmoralizada.
En la novela, hay una dinámica singular del misterio que se abre en la figura ambigua de un poeta-represor y se disemina a lo largo de todo el libro por la fascinación que ese hombre enigmático genera en el resto de los personajes. Atracción y rechazo. Poesía y muerte –dos términos que casi siempre se retroalimentan- transfigurados, sin embargo, en poesía y crimen. Así, pues, la pretensión de un arte deshumanizado, comandado por un pretendido superhombre (con claros tintes nietzscheanos), busca poner en práctica una modalidad expresiva donde el móvil parece ser la exploración de los límites morales y la corrección política.
No obstante, el enigma se multiplica y toma nuevos derroteros con el correr de los capítulos, lo cual se hace más inquietante todavía a causa de la vaguedad informativa de los testimonios y pesquisas que se desarrollan en torno a los crímenes y desapariciones. No hay lugar seguro (ni palabra) después de la “desbandada”, todo se disloca, se corre de lugar, se desarticula. Por cierto, cabe decir que en este libro la falta total de certezas gana en suspenso. El saber se fractura, se vuelve confuso, al tiempo que deja abierta la posibilidad al lector para coparticipar en el misterio.  
Y por si fuera poco, tampoco faltan las digresiones respecto de la historia central. Marginales pero contundentes, se trata de vidas apasionadas o exageradamente vividas de artistas pobres (o pobres artistas) que entregan una mirada grotesca, irónica y lúcida de esa sociedad demencial.  Basta un botón de muestra para entender de qué les hablo:
“La historia de Petra la debería contar como un cuento: Érase una vez un niño pobre de Chile… El niño se llamaba Lorenzo, creo… y le gustaba jugar y subirse a los árboles y a los postes de alta tensión. Un día se subió a uno de estos postes y recibió una descarga tan fuerte que perdió los dos brazos. Se los tuvieron que amputar casi hasta la altura de los hombros. Así que Lorenzo creció en Chile y sin brazos, lo que de por sí hacía su situación bastante desventajosa, pero encima creció en el Chile de Pinochet, lo que convertía cualquier situación desventajosa en desesperada, pero esto no era todo, pues pronto descubrió que era homosexual, lo que convertía la situación desesperada en inconcebible e inenarrable. Con todos estos condicionantes no fue raro que Lorenzo se hiciera artista. (¿Qué otra cosa podía ser?)”.
Hoy en día, sabemos de sobra que ha corrido demasiada sangre por esos años y la suerte de quienes cuestionaron la realidad ha dado tema para que corra mucha tinta. Esta obra, entonces, es sólo un eslabón de una cadena infinita de voces que buscan entender, o al menos, conjurar el dolor…“Matarse, en ese contexto, sería redundante”, piensa un personaje de Bolaño; y agreguemos que, desde nuestro presente, olvidar significaría impunidad.