La madrugada del sábado 27 de febrero un terremoto de 8, 8 grados Ritcher sacudió el ochenta por ciento del territorio chileno. Este sismo –el quinto más grande en la historia humana-, afectó a dos millones de viviendas y se supone que tendrá un saldo de alrededor de 1000 muertos. La mayor cantidad de víctimas fatales se produjo en la región de Maule, seguida por Bio Bío.
En pueblos y ciudades costeras, se conjugaron el terremoto y el tsunami. Minutos después del temblor el agua lo invadió todo arrastrando lo que hallaba a su paso.
Michelle Bachelet, a pocos días de dejar la presidencia, enfrenta esta catástrofe natural a la que se suman sucesivos saqueos en supermercados y almacenes, motivo por el cual debió dictar el toque de queda en el sur del país y militarizar las calles.
Concepción, ciudad de alrededor de 220 mil habitantes, fue una de las más golpeadas. La mitad del casco urbano fue destruido, rutas quebradas, puentes rotos, edificios y casas derrumbados. A eso se suma la falta de luz y de agua.
El terremoto provocó réplicas en provincias argentinas linderas con la cordillera, aunque muchas de ellas pasan inadvertidas por la población.
Por mail circula el relato del Padre Hugo Miniello, sacerdote de la Iglesia San José de Chabás, que en el momento del terremoto se hallaba en el Santísimo y advirtió el ruido de las pesas del reloj –que se halla en la torre de la Iglesia- y el movimiento de las arañas que se encuentran bajo las arcadas. Luego comprobó que dicho reloj se detuvo a la hora en que sucedió el temblor en el vecino país.
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