Balance y toma de decisiones - Diciembre 2º
Por Garry
Cuando llegan las fiestas es común
escuchar o leer que se realizan balances de lo vivido. Ignoro el sentido práctico
de esta acción. ¿Puede servir un balance hecho sólo en las postrimerías del año?
¿No debieran de hacerse esos replanteos antes y durante, y no después del
periodo?
La práctica responsable del ajedrez
enseña a realizar balances a cada paso de la partida y -sabido es- incluso
antes de que esta comience. La historia guarda centenares de ejemplos en los
que se ha ganado por una toma de decisión apropiada, fruto de un balance previo
de fuerzas, posibilidades y sorpresas posibles.
¿Será el ejemplo más famoso el de
Mijail Tahl, quién hizo jugadas malas a propósito frente a la mente estructurada
de su tocayo Botwinik, con el fin de desestabilizar su sentido del juicio y
ocasión? Otro campeón que desorientó a su rival con planteos imprevistos fue Robert
Fisher. En el match de 1972, contra Boris Spasky, Bobby jugó -en la 6º partida-
una variante en la cual el ruso era imbatible y, luego, cuando ya llevaba
ventaja, una Alekine, defensa que todos señalan como inferior.
El balance en ajedrez debe hacerse
movida por movida, pues es juego dinámico y dialéctico, es decir: por
intervenir en él dos mentes cambia a cada instante (imagine usted lo que será
entonces hacer un balance de la vida, en la cual los actores son miles, o
millones).
Cuando se evalúa en la conciencia una
posición, suelen evaluarse: el material (número y calidad de piezas), la
posición ocupada por las piezas (la capacidad de movimiento y la relación entre
dichas piezas), y los factores espacio y tiempo (el espacio es la libertad o
rapidez de traslado de las piezas; el tiempo es una relación entre el número de
jugadas realizadas y la cantidad de piezas en posición de ataque o defensa).
Por supuesto, estos son balances propios de un aficionado. Un profesional
evalúa muchos aspectos más.
Así, piense en esto durante noche
vieja: si antes de beber la última copa mira melancólico la nada, sita contra
el tapial de enfrente, apenas arriba o al costado de su interlocutor
circunstancial; si, digo, antes de echarse a la barriga esa postrera cantidad
de sidra, o vino, o champán, de seguro innecesaria a esa hora, se le ocurre,
decía, hacer un balance, olvídelo. Déjelo. No pierda el tiempo. Retorne con la
vista y la mente a los amigos y seres queridos, ría con fuerza y que se vaya al
diablo el año viejo. Que venga de una vez el nuevo, como quiera y cuando
quiera. Le daremos batalla, le plantearemos un buen enroque, unos caballos en
el centro, unos alfiles aguzados, ¡y que gane el mejor!
El cierre - Diciembre 2º
Por
Verónica Ojeda
veronicaojeda48@hotmail.com
Llegadas estas fechas el inconsciente
colectivo tiende a pensar en hacer un recuento, el famoso balance que aunque a
muchos les resulte odioso, yo considero positivo hacerlo, ya que una vez más se
ejercita la autenticidad de las emociones.
Si se quiere también podría llamarse “cierre”,
que remitiéndonos al diccionario es sinónimo de cerrojo, suspensión, clausura. O
podemos acudir a una frase conocida por todos: “ha corrido mucho agua bajo el
puente”. Lo cierto es que siempre de alguna manera estamos concluyendo,
cerrando, repensando, replanteando. Los saldos serán para algunos buenos y para
otros, los más exigentes, siempre habrá cositas para ajustar.
Llegan los actos de ciclo lectivo cargados de
sensibilidad, donde vemos cómo los hijos crecen, somos parte de sus logros, nos
emociona hasta las lágrimas verlos bailar o recibir el diploma. Guardar los
cuadernos, guardapolvos, por un tiempo. Archivar papeles, realizar
inscripciones, hacer limpieza general.
Los comerciantes preparan sus vidrieras
poniendo todo el brillo de las Fiestas, y se repite una vez más ese clima del
mate en la vereda, si se puede se le agrega un pan dulce para amenizar y se
charla sobre las ventas. Comienzan los saludos al vecino del local de al lado,
la planificación de la despedida de año, la clientela aprovecha la volada,
saluda y de paso es convidada.
Cada uno a su manera. La editora y la
diseñadora gráfica de El Observador invadidas
con la gran tirada de diciembre; los que escribimos, a pura redacción; Dachi poniendo
humor; Leo ingeniándose fotos; y los anunciantes preparando con esmero la
salutación gráfica.
Los medios radiales y televisivos haciendo
extensivos sus deseos para el año que comienza a través del micrófono y la
cámara; los agradecimientos, los recuerdos a algún compañero que no está.
Las fábricas regalando la caja navideña, los
obreros esperando con ansias la llegada del merecido aguinaldo. La gente del
campo anhelando la lluvia con esperanza.
El laburante pretendiendo las vacaciones en
la playa, o simplemente poder calzarse las ojotas aunque sea para tirarse a
descansar con la reposera en el césped fresco del patio, darse un chapuzón,
respirar hondo, cargar las pilas y ponerse al día con el jardín. Conectarse con
la naturaleza y con las sensaciones. Y es ahí que ocurre lo inevitable…
conectarse con uno mismo, mirar hacia adentro, ser agradecido por estar vivos,
perdonar y pedir perdón por alguna herida, valorar a los amigos, la familia,
los que nos han enseñado algo este año -bueno o malo, siempre se aprende-. Los
tropiezos también sirven, errar es humano, pero lo importante es tener la
oportunidad de hacerlo. Oportunidad, qué palabra abarcativa.
Personalmente agradezco infinitamente el
tener trabajo, la familia que armamos, el amor infinito de mis hijos, el de mis
alumnos y sus familias, el haber conocido buena gente, el haber afianzado
amistades, las experiencias positivas y las negativas.
Agradezco la posibilidad de tener un lugar en
este medio, que me permite hacer algo que me gusta y de paso entretener a los
lectores, siempre con la incertidumbre de: ¿alguien me leerá? Tan lindo es
encontrar a alguien que uno conoce o no, y que te cuenta que lee todas tus
notas; eso forma parte de mi resumen positivo.
Quiero entonces, redondeando e invitándolos a
que lo hagan conmigo, decir gracias a la vida, a la oportunidad que tenemos de
cambiar algo todos los días, a veces se puede y otras no, pero hay que
intentar, remar y reinventar.
¡Feliz nuevo año! ¡Salud!
Efectos del verano, en los ojos - Diciembre 2º
El sol, el aumento de las
temperaturas, la sequedad del ambiente, el cloro de las piscinas… No hay duda:
si existe una época del año en la que hay que extremar las precauciones en lo
que a la vista se refiere, esa es el verano. Y es que los enemigos de nuestros
ojos se multiplican en la época estival, por lo que se convierten en una de las
partes del cuerpo más vulnerables. Por eso, hay que tomar medidas de protección
adecuadas, para evitar consecuencias en nuestra salud ocular.
Por María
Eugenia Argilla / Téc. Universitaria en Óptica
La
conjuntivitis alérgica o irritativa, las cataratas o la queratitis (procesos
inflamatorios), son afecciones que aumentan su incidencia en los meses de
calor. Y, sobre todo, hay que tener cuidado con el sol, pues su radiación puede
resultar muy dañina para la córnea.
Las
gafas se convierten en compañeras inseparables, eso sí, siempre homologadas,
con cristales de calidad y de colores ni muy oscuros ni demasiado claros
(preferiblemente marrones, grises o verdes).
El sol
•
Existe una relación directa entre la radiación solar y la catarata. Los rayos
ultravioleta producen cataratas e inducen al envejecimiento. Además, el reflejo
de la luz solar puede producir queratitis y conjuntivitis.
• La
solución es usar gafas de sol homologadas, viseras, gorras, etc., para
protegerse de la radiación solar. Y, además, no mirar al sol directamente de
manera fija y continuada.
En la playa
• La
sal del agua del mar puede producir irritación en los ojos. Hay que tener
cuidado también con la introducción de cuerpos extraños procedentes, sobre
todo, de la arena. Por ello es conveniente lavarse con agua dulce a menudo,
procurando que llegue a todas partes.
En la piscina
• El
cloro es un irritante que altera nuestros ojos, por lo que hay que intentar, en
la medida de lo posible, el contacto directo con el agua de las piscinas,
utilizando gafas de natación adecuadas.
En la montaña
• La
sequedad propia del verano en ambientes lejanos al mar provoca una mayor
evaporación de la lágrima, aumentando la sensación de ojo seco. Si esto sucede
de forma continuada, es fundamental acudir al especialista para que analice el
caso y nos dé posibles soluciones.
En el trabajo
• La
exposición continuada al aire acondicionado en estos meses de calor, hace que
se reseque el ambiente, perjudicando más de lo normal a nuestros ojos. Es
complicado, pero la solución estaría en evitar la exposición continuada en
estos ambientes y utilizar un humidificador o lágrimas artificiales si es
necesario.
• Trabajar
muchas horas delante del ordenador puede producir cansancio o fatiga visual. Es
conveniente situarse a una distancia adecuada de la pantalla, tomando además
breves descansos periódicos.
Alergias
•
Durante el verano, el descenso de lluvias produce un incremento de partículas
en suspensión en el aire, generando un ambiente más cargado que puede provocar
alergias oculares. Por ello, es importante proteger la vista con gafas de sol
homologadas y acudir al especialista en cuanto se percibe algún síntoma.
Disfrute
el verano con precaución. Y aproveche este momento del año para mirar “con
buenos ojos”, al 2013 que va quedando atrás y al 2014 que está por llegar.
¡Felices
Fiestas!
Casi un año, ya... - Diciembre 2º
Por
Sergio Galarza
sergiogalarza62@gmail.com
Diciembre suele ser un mes complicado.
La fiesta de Navidad trae alegría a las familias en las que hay niños, pues se suele
festejar con regalos y comilonas. El treinta y uno y primero de año, sin
embargo, son fechas difíciles. Si olvidamos que muchos parientes discuten
encendidos como fuegos de artificio, una ausencia reciente y querida suele
teñir de absurdo el mandato festivo del calendario.
Esta última palabra nos deja con la
astronomía. Suena lógico que no siempre supimos contar los días para recordar
un hecho o prever otros, tales como la llegada de una estación hostil o
favorable, porque los hombres y mujeres no nacimos con el tiempo, sino que él
nació de nosotros y, puestos a medirlo, buscamos en la naturaleza relojes cada
vez más exactos.
El primero fue la Luna, aún hay calendarios que
se basan en ella para medir el año. Estos tienen una equivalencia curiosa con
un hecho trascendente: la gestación, las nueve lunas. De igual modo perduran en
el almanaque las cuatro semanas del mes como espejo de las fases lunares:
nueva, creciente, llena y menguante.
Sin embargo, el concepto del año es
hijo del Sol. Es el periodo en que el astro retorna a un punto cualquiera sobre
el fondo del cielo. En la antigüedad –en Egipto- se medía ese periodo en
función de la estrella Sirio. El ciclo comenzaba con las crecidas del río Nilo,
las cuales garantizaban las cosechas. Los astrónomos instituyeron un año de
tres meses: Crecida, Siembra y Recolección. El mismo contaba 365 días y cada
cuatro años sumaban un día para corregir lo impreciso de dicha medida.
Cada pueblo de agricultores desarrolló
sus calendarios, unos más exactos que otros en función de su intelecto o
necedad. Es proverbial la exactitud de los calendarios maya y azteca, pero
quisiera salirme del tema para cerrar.
Hay un poema en que se habla de un
gato que vive fuera del tiempo. En efecto, los animales viven un presente
eterno pues desconocen la muerte y no necesitan recordar para saber: les basta
con el instinto. Por el contrario, los hombres somos animales que intuimos la
muerte y quizá para afirmarnos ante ella, es que recordamos. Es decir, vivimos
en el tiempo.
“Los
hombres inventaron el tiempo para
saber cuánto han vivido o les resta por vivir”, dice palabras más palabras
menos, el Martín Fierro de José Hernández.
En la película Fantasía un ratón inventa un ejército de escobas para que lo alivie
en su trabajo. Pronto, la invención se vuelve contra él, lo angustia, lo atrapa
y poco falta para que lo ahogue en un río.
La metáfora es perfecta: inventamos el
tiempo para que nos ayude a recordar y prever hechos útiles a la especie. En
base a esta herramienta nos convertimos en una sociedad que ha dominado el
mundo, aunque el río del tiempo nos ahogue.
Así visto, el tiempo sería esa naturaleza
que nos lleva hacia delante y nos quita lo que fuimos, nos roba lo que amamos y
nos aleja para siempre del origen. Somos muñecos de arena alzados en la playa,
a la espera de la ola que nos borre.
Pero esto pienso a veces, cuando me
siento viejo. Porque el tiempo también nos trae las personas preciosas y
queridas del futuro. El tiempo nos forma y modela y, si sabemos aceptarlo,
recibimos su fruto.
En el largo río en que nado ya dejé
atrás a mi padre y a muy buenos amigos, pero surfeo hoy bajo el sol hermoso de
diciembre con amigos nuevos, con mis hijos queridos y -casi un año, ya- con mi
nieto Leónidas.
Feliz año.
Tres mujeres y un destino - Diciembre 2º
Por Ana Guerberof
ana.guerberof@gmail.com
Anna Bou, Marta Pera y Xènia
Dyakonova son poetas. Nos reunimos una tarde de –aquí en España- invierno casi
navideño, para charlar sobre poesía. Es difícil condensar esta entrevista a
tres voces, así que les cedo la palabra sin más preámbulos.
¿Diferencias entre un poeta y un porreta? ¿Ambos viven un
poco en las nubes?
X:
El porreta está siempre en las nubes pero el poeta sube y baja, tiene los pies
en la tierra y en las nubes. Sabe cronometrar su tiempo: el de las nubes y el
de la tierra.
A:
Yo creo que el poeta está en las nubes y el porreta hace nubes. Lo mejor para
un poeta es estar cerca de un porreta y así surgen sonetos perfectos.
M:
El porreta tiene una “r” de más; a veces, no siempre, va “errado”.
¿Es tiempo para la lírica?
M: Sí, siempre.
Cuánto más crisis, más lírica.
A:
Cuando se pasa una mala época, la poesía puede mostrar el lado positivo y si es
buena, el negativo. Sirve de contraste.
X:
Me recuerda a un debate que existía en la URSS: que si eran mejor los líricos o
los físicos. Si la lírica tiene un punto de razón, que no sea una lírica
ciegamente emocional o sentimental, y de ingenio gana en cualquier tiempo.
¿Es sexy la poesía?
A:
Recuerdo un colega que recitaba poesía y decía que ligaba mucho contrariamente
a esa visión del poeta atormentado. El poeta es sexy.
M: Creo que un
poema puede ser muy sexy o todo lo contrario.
X:
Tendríamos que precisar el término. Los críticos dicen que Charles Simic tiene
una inteligencia sexy, es muy divertido pero tiene un punto picante,
voluptuoso.
¿Qué poeta os inspira?
X:
Adam Zagajewski. Me gusta plagiar a otros poetas. Pero con él me ocurre que me inspira
su forma de mirar. Me coloco los anteojos de Zagajewski y sigo siendo yo pero
con su mirada.
A:
Charles Simic. Puedo leer sus poemas cincuenta veces y siempre me revelan algo
nuevo.
M:
Szymborska, Simic, Celia Sánchez, en catalán. O Sorescu que hace un poema de
algo trivial pero deja entrever otra realidad.
Creo que Amijai dice que un
novelista es un general y un poeta un soldado raso. ¿La poesía nace de lo
cotidiano y crece desde la humildad?
A:
No sólo, pero la poesía prepotente o que mira desde arriba no me interesa, ni
la poesía que se toma demasiado en serio o que habla en mayúsculas.
M:
No me gusta la que dicta cátedra, con frases lapidarias. No sabemos nada y la
poesía es una búsqueda.
X:
Baudelaire es grandilocuente y retórico. A pesar de tratar temas muy altos
tiene un lenguaje sencillo y directo. Habla de la eternidad y del tedio, pero con
un lenguaje de tú a tú. Es fascinante.
Zbigniew Herbert decía que los
poetas son gatos o bueyes ¿Y vosotras?
A: Lo bueno es
ser un poco de las dos cosas. Creo que yo soy más buey pero por las noches soy
más gata.
M: Soy gata pero
como traductora soy buey…
X:
Soy como ese pájaro que roba objetos brillantes. ¡La urraca! Me gusta robar los
versos de otros poetas, traducirlos al ruso y así el plagio queda disimulado.
Poesía y música ¿dónde convergen y divergen?
M:
Soy poco musical pero la poesía sí tiene música. A veces hay una palabra que no
encaja, que no suena…
A:
Exacto, las palabras tienen un sonido pero a mí me interesa más lo que dice el
texto, más el fondo que la forma.
X:
Me pasa al contrario. Me aficioné a la poesía por el sonido. Cuando era pequeña
mi padre me leía poesía. Me fascinaba aunque no entendía todo, sentía que si
sonaba bien era porque había una conexión especial entre el sentido y el
sonido.
¿Es liberador saber que nunca vivirás exclusivamente de
la poesía?
A: Te da
libertad saber que nunca serás un best-seller.
No tienes que contentar.
M: Nunca me he
planteado ganar dinero con la poesía.
X:
Por una parte pienso que es liberador porque no tendrás la tentación de hacer
la poesía que te pide el público porque no hay un gran público. Eres libre.
Pero tiene un punto frustrante porque existe esa sensación de que nadie necesita
lo que haces. Los poetas tenemos dos maneras de hacernos conocidos, una es
morirse y otra, ganar el Nobel.
¿Un título poético para esta entrevista?
¿Tres mujeres y
un destino?
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