En búsqueda de la Justicia
Justo no es aquel que da lo mismo a todo el mundo, sino lo que le corresponde a cada uno. De lo contrario, se comete un acto de injusticia. Tal consideración supo expresarla muy bien el filósofo finés Mikka Rinkonnen en los albores del siglo XX, cuando su país –bajo un régimen especial- integraba aún el Imperio Ruso de los Zares.
La justicia, precisamente, es la característica o cualidad de ser justo. Es una palabra que proviene, como la mayoría de las que componen el idioma castellano, del latín, la lengua del Imperio Romano.
En el idioma de Horacio, Juvenal, Cicerón, Mecenas, Julio César, Séneca, Virgilio y Marco Aurelio, iustus tenía los siguientes significados: recto, que observa el derecho; legítimo, legal, bien fundado; regular, normal; conveniente, suficiente. En tanto sustantivo, se asociaba con lo bueno y lo santo.
De la misma familia es la voz ius: el derecho, la justicia.
Jurar también presenta el mismo origen que iustus e ius. La forma latina es iure, que además de jurar, vale por conspirar. Los conjurados, justamente, son quienes se comprometen a través de un juramento para llevar adelante determinado complot, maquinación o intriga. Es el título que eligió Jorge Luis Borges para uno de sus últimos escritos.
En última instancia, justo, justicia y jurar, provienen de la lengua común a todos los idiomas indoeuropeos. La raíz indoeuropea en este caso es yewes: el derecho.
Retomando las disquisiciones filosóficas, el pensamiento tradicional solía concebir los tres grandes valores de justicia, belleza y verdad como parte de una misma realidad. Vestigios de esa creencia se observan en la palabra inglesa fair, contenedora de los siguientes sentidos: bello/a, hermoso/a; honrado/a, bueno/a, leal; justo/a, equitativo, recto. También se aplica al cabello rubio y a la piel blanca.
En la expresión deportiva fair play (juego limpio, leal) aparece la idea de justicia a que hemos hecho referencia.
En el cristianismo, la justicia es una de las cuatro virtudes cardinales, junto con la prudencia, la fortaleza y la templanza. Se consideran virtudes básicas porque de ellas derivan otras. “El Justo” era precisamente el sobrenombre de Jesús. El Reino de Dios, la Ciudad Celeste, es el Reino de los Justos, contrapuesto a la ciudad terrena, considerada un Valle de Lágrimas donde predomina la iniquidad.
También la Justicia se halla presente en la astronomía, ya que ése es el nombre de un asteroide descubierto en 1887.
Los nombres personales Justo, Justa, Justino, Justina, Justiniano y Justiniana se originan en el sustantivo ya referido.
"Justine" (o "Las desdichas de la virtud") es el título de una de las obras más famosas del Marqués de Sade. Ese nombre no lo eligió de manera caprichosa, justamente.
Justo, además, es el apellido de dos destacados políticos argentinos: Juan B. Justo, uno de los fundadores del Partido Socialista hacia fines del siglo XIX, y Agustín P. Justo. Este último llegó a ser General y Presidente de la Nación. Su apellido original era Giusto o Giusti, ya que descendía de genoveses que se habían radicado en el peñón de Gibraltar durante el siglo XVIII.
Ricardo Accurso
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