Editorial


Enero y febrero estaremos ofreciendo un periódico de 16 páginas, volviendo de este modo al tamaño con el que nos iniciamos. Las razones son tantas como importantes: muchos anunciantes descansan el bolsillo, las instituciones aminoran sus actividades, los redactores se van de vacaciones, y nosotros aprovechamos esa desaceleración general para, mientras hacemos la plancha en la piletita de lona, redondear nuevas ideas que nos proponemos ejecutar en este 2011 en el que ya estamos definitivamente inmersos.
La nota de fondo de esta EDICIÓN DE VERANO tiene como protagonistas a cinco mujeres que han montado sus emprendimientos privados, relacionados de uno u otro modo con el arte. “Hacer”, como lo define el Diccionario de la Real Academia Española, es “producir algo, darle el primer ser”. Sin intención de caer en vanos jueguitos de palabras, podríamos decir sin embargo que, en ese “hacer”, que da el primer “ser” a algo, va parte de nuestro propio “ser”. He ahí entonces la objetivación de la subjetividad. He ahí la concreción de la idea en actos. Y es en esa objetivación y en esa concreción, donde el humano logra trascenderse a sí mismo. Es por ello importante la difusión de sus trabajos. Porque no hay fuerza que opere con mayor efectividad que la ejemplaridad. Y porque en toda actividad -cualquiera sea el rubro- en la que es posible intervenir con nuestra creatividad, exponemos parte del alma. Y esa exposición merece un reconocimiento, una palmada en el hombro, una palabra de aliento. Claro que también las críticas son constructivas, aunque muchas veces sólo transportan rencores o amarguras propias, sin otro afán que el de empequeñecer la obra ajena para sentirnos menos solos allí debajo donde moramos. Rescatar lo bueno en vez de buscar permanentemente la falla (que siempre existe, todo es perfectible), suma, robustece, enseña. Usted elige qué hacer.     


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