Bienvenidos al Nº 12

Señores:

Les dejamos aquí parte del material de febrero, en el que, con nuestro ejemplar Nº 12 en la calle, dedujimos que estábamos cumpliendo un año. Así que a las apuradas como siempre sucede todo en los medios, hicimos un festejo en papel de diario, dedicándonos la página central.
En estos días estaremos repartiendo la edición Nº 13, pero aquellos que están lejos deberán esperar a fin de marzo, para contar con el material que, les anticipamos, es mucho y bueno.

Saludos y gracias por acompañarnos en este primer aniversario.
 

Contratapa


DECÁLOGO DEL ASPIRANTE A EXITOSO "PERIODISTA-AV*"
(SEGUNDA PARTE)
Por Enrique Medina
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Sea coloquial siempre. Cuando lo crea necesario póngase serio, muy serio, ¡indígnese! Haga referencias simpáticas sobre el fútbol, la gente dirá “es sencillo como uno”. No olvide que este deporte tiene más adeptos que cualquier religión o partido político. Si el horno está para bollos, mándese un espiche revelador: hable del gran negocio que envuelve, de la droga y de sus mafias. Y si es valiente tire alguna mala palabra, como al descuido. Algún oyente suspirará y otro pensará: “cómo se juega éste”. Si la cosa no está para bollos hable de “este noble deporte, pasión de multitudes”. A cualquier fulano que entreviste, aunque sea el hijo de Mao o el presidente norteamericano, trátelo como si se conocieran como chanchos: “¿Qué tal, cómo está, todo bien?” La audiencia se percatará de que usted es un tipo piola, de mundo, que se trata de igual a igual con quien pise la raya.

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Nunca se limite al contenido específico de su programa, hable de todo, sepa o no sepa. No importa que ignore la diferencia entre el “si no” condicional y el “sino” adversativo; no importa que diga “las antípodas” en lugar de “los antípodas” (total nadie sabe si son plantas o aves migratorias); no importa que abuse del “esteee” y el “eeeh” y no vocalice como un inglés; la audiencia igual estará convencida de que usted es un genio y lo perdonará cuando haga un gol con la mano. No hable de sus colegas: algún día pueden trabajar en el mismo medio, incluso en el mismo programa. Pero si decide hacerlo, cuente sus vanidades y trapitos sucios, gáneles de mano. Es muy importante adelantarse a las cosas y no que las cosas se adelanten a uno. Esta frase puede adjudicársela a Ortega y Gasset, aproveche y repita el chiste de que son dos autores. Siempre ha dado resultado. Además, hoy ya nadie lee a Ortega y Gasset. Ni saben quién es.

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Recuerde que por sobre todo usted eligió una profesión ética, y ello implica una conducta. La suya, claro. Da rédito dejar sin redondear y en brumas, un pensamiento en el que subyaga alguna sospecha. Esto lo distinguirá como profundo y circunspecto por un lado, y por el otro la audiencia lo recibirá como guiño fraternal y cómplice. Proclame su espíritu democrático y su respeto a la opinión de los otros. En el rubro “llamadas de oyentes”, haga hincapié en que usted (subraye el “yo”) no selecciona las llamadas. Que su productor o su operador hagan lo contrario no es cosa suya. Cuando le digan “lo felicito por el programa, muy bueno”, no se atolondre, créalo, agradezca con humildad y repita el mensaje a cada rato aunque sus colaboradores hayan reconocido la voz de su mamá y de toda su parentela. Halague al soberano, y aunque los oyentes tartamudeen o digan pavadas, déjelos pasar a la historia: le da tiempo para el cafecito, echarse un meo, llenar el espacio. Y no tenga pudor de repetir los mensajes que, además de catalogarlo como inteligente y valiente, afirman que usted es bonito.

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De tanto en tanto haga un intervalo íntimo en pleno programa, una pausa grave casi confesional, manifestando (dolorosamente) lo difícil y complicado que es desempeñarse en esta profesión ética (recalque “ética” como si fuera sinónimo de Dios). Recurra a una frase célebre, si es en latín mucho mejor. No olvide mencionar a Borges, hasta los concejales, senadores y diputados saben quién es. También puede decir cualquier cosa y achacársela a Sócrates. Nadie le preguntará dónde y cuándo lo dijo, además salvo Menem nadie leyó sus obras completas. Recuerde, al sumar lo culto a lo coloquial estará cada vez más cerca de su meta de periodista: el multimedios.

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Cuando entreviste, nunca deje que el entrevistado termine la respuesta. La audiencia puede sospechar que por algo lo deja hablar, o pensar que el entrevistado sabe un montón y usted ni un pomo. Evite quedar como un salame. Lo más triste para una audiencia es descubrir que su comunicador es menos inteligente de lo que creían. Pero todavía hay algo mucho peor: que usted mismo se dé cuenta de ello. Sáquelo de tema y llévelo al que usted domine. Repregunte y repregunte, cualquier pavada. Repreguntar da chapa de incisivo, inteligente, astuto, vivo, piola. Y además confunde al entrevistado y lo deja malparado ante la gente. En cambio usted queda impecable, como recién salido de tintorería. No olvide que lo importante no es lo que dice el entrevistado, sino lo que usted le impone. Si se le retoba y se las ve mal, hágase el gil, lamente que se haya cortado la comunicación y de inmediato tómese 5 minutos para destrozarlo. No más de eso, y que sea con inocente gracia y delicadeza, pero, eso sí, que no se puedan juntar los pedazos. Usted tiene derecho, el programa es suyo. La ESTRELLA es usted.

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En este último punto usted ya debe tener en claro que lo único que le debe importar del programa y la audiencia es que den rating, para estar más cerca de la obtención del multimedios, el resto es literatura. Si cree que debe agregar algo a este decálogo, este punto 10 está a su disposición. Y si le surgiera cualquier duda o inquietud sobre esta noble profesión que usted tomó por asalto, la respuesta la hallará en el punto 1. 

(*)  Audio-video.

Directo al corazón


SUBÍ QUE TE LLEVO*
Por Alejandra Tenaglia

A pesar del conocido dicho según el cual “el amor es ciego”, el protagonista de esta historia afirmó paradójicamente: “hay que ser muy ciego para dejar pasar ciertas oportunidades que te da la vida”. Se refería al hecho de haber conocido a nuestra dama de hoy quien, en poco tiempo, logró cambiarle su percepción del universo; su modo de andar y la profundidad del sentir; sus intenciones y la concreción natural de las mismas. Todo ello sucedió además, sin artilugios o ardides de parte de nuestra enamorada, que tan solo se valió de su singularidad. Pero vayamos al comienzo.
Él volvía con su vehículo de una localidad vecina, a la cual había ido por trabajo. Ella hacía “dedo” junto a ese camino, también con la intención de volver a su casa en este poblado que sin ser su lugar natal, se había convertido por entonces en su firme morada. Aquí desarrollaba su profesión, tenía familiares, y hasta vivía a escasos metros de ese muchacho que gentilmente se detuvo en aquel camino, sin saber siquiera que estaba abriendo un nuevo camino compartido. Ese primer y casual encuentro, generó saludos más cálidos de pasadita, charlas de acercamiento y hasta la intimidad de mateadas en cómplices noches.
Ambos estaban inmersos por entonces, en otras relaciones afectivas. Ella al notar la seriedad de lo que le sucedía, terminó sin vueltas con su pareja de más de diez años. A él la cuestión le llevó más tiempo. Entre tanto, el vínculo que los unía, aunque difuso y complejo, crecía a la sombra con la misma fuerza y contundencia con la que emerge una planta en la fértil tierra pampeana.
No fueron pocas las complicaciones, los titubeos, los sufrimientos, la transición entre lo que fue y lo que podía ser, pero lograron atravesar ese difícil trecho para arribar a un nuevo y bello estamento que cambió sus vidas. Formalmente, comenzaron a salir. No más de 5 meses después tomaron la decisión de convivir, pues él pasaba más tiempo en casa de ella que en aquella donde residía con sus padres. Y en unas vacaciones, en charla de amigos junto al mar, dijeron sin rodeos y hasta casi sin haberlo acordado previamente: nos vamos a casar. Almanaque sobre la mesa, decidieron la fecha. Y así fue que 8 meses después, pasaron por el juzgado y luego por la Iglesia. La vida no suele presentarse de la prolija manera en la que sí lo hace la imaginación, sin embargo esta historia que empezó no sin conflictos, como suele suceder cuando somos alcanzados por la flecha del niño Cupido, se desenvolvió luego con un orden casi exquisito. Cinco meses después de la ceremonia nupcial, la dama quedó embarazada, y la niña a la que dieron vida, terminó de robustecer este vínculo ya por demás certero. Él, perseverante, servicial, atento como caballero de novela y carismático orador, ha logrado ganarse la confianza y el amor de una mujer a la que define como excelente compañera de vida, madre excepcional, y especialmente caracterizada por fusionar fortaleza estoica con dulzura desmedida.
Ahora, suelen sentarse a tomar mates de madrugada cuando la beba les impide conciliar el sueño. Y recuerdan aquellas tantas noches previas a las definiciones, cuando todo se sentía y tan difícil era encontrar el sendero que los uniera sin dolores propios ni ajenos, espantando temores inherentes a las grandes decisiones, dejándose guiar o quizás más bien, arrastrados por ese calorcito que desde el pecho se expande hasta incluso rodearnos como un halo mágico de encantamiento, que de pronto nos diferencia vehementemente del mismo mundo al que nos incluye con intrepidez. Y en ese mundo construido al unísono, han sabido no sólo generarse un espacio para su amor, sino también para esa pequeñita que además de cambiarles la vida, literal y metafóricamente, los reúne en su ser. Estos encuentros nos animan a desafiar a Calderón de la Barca: quizás los sueños, no sólo sueños son, hay veces que se convierten en la mismísima y bendita realidad, que con coraje, nos sabemos procurar.     

* Basado en una historia real cuyos protagonistas han pedido la reserva de sus nombres.

Paisajismo

AROMÁTICAS

Por Verónica Ojeda de Razzini / Técnica en Parquización Urbana y Rural

Las hierbas aromáticas son un grupo de plantas que despiertan curiosidad porque a su alrededor se teje un velo entre mágico, misterioso y sofisticado, por sus cualidades para influir de forma positiva en la salud y en nuestra calidad de vida, a través de sus innumerables aplicaciones.
Además, son verdaderas aliadas en el diseño del jardín por sus cualidades ornamentales: sus hojas, sus flores y el aroma que despiden al tocarlas… Gracias a que muchas especies son de pequeño tamaño, podemos tenerlas en un par de macetas en el balcón o galería, o incluirlas en nuestra huerta, pues son capaces de mantener alejadas diversas plagas que pueden atacar los cultivos. 
Las ventajas de cultivarlas son innegables, un rico té de cedrón o un toque de curry en nuestros platos, son impagables cuando provienen de cosecha propia.
Un cajón de madera elevado puede oficiar de contenedor y perfumar nuestro alféizar, los lugares que elegimos para su desarrollo son los relacionados con la cocina, y en el caso de terrazas son ubicadas cerca de los parrilleros. Algunas de las que encontramos en esta época son: romero, orégano, albahaca, curry, menta.
La mayoría de las aromáticas se conforman con pocos cuidados ya que están acostumbradas a sobrevivir sin ayuda. No obstante, hay que procurar que vivan en las condiciones más adecuadas para cada especie.

RIEGO
La mayoría de las aromáticas son originarias de regiones secas y son sensibles al exceso de agua. Este es el elemento en el que se disuelven los nutrientes presentes en el suelo y su vehículo de distribución por toda la planta. Tanto la falta como el exceso de agua pueden ser perjudiciales. Requieren poco riego las plantas perennes muy ricas en aceites esenciales como la salvia, el tomillo o el romero. Las anuales como el perejil, el eneldo, el cilantro y la albahaca agradecerán riegos más frecuentes en pleno verano.

ABONO
No es conveniente que abusemos del abonado, aunque este provenga de una fuente natural, ya que puede promover un gran desarrollo verde a expensas de sabor y aroma, cualidades a mantener en las plantas aromáticas.

PODAS
Es conveniente practicarles podas de limpieza, retirando hojitas y ramas muertas. El orégano es una especie que, luego del fuerte crecimiento estival y la floración, requiere una poda baja ya que de esta forma estimularemos la producción de nuevas ramitas. También es conveniente podar las mentas y las melisas luego de la floración.


Mi árbol preferido: ÁLAMO PLATEADO


Nombre científico: Pópulus alba.
Familia: Salicáceas.
Origen: Europa, Asia, Norte de África.
Comportamiento: caducifolio.
Descripción: Altura de 20-30 m y 10 de diámetro. Hojas simples, alternas, verde oscuro brillante en el haz y glabro o gris en el envés con una capa densa de pelos afieltrados color blanquecina. Su valor ornamental está dado por la belleza de su corteza de color gris y la llamativa copa que con el viento cambia de tonalidad.
Cuidados: Se cultiva como árbol ornamental en patios de gran dimensión, tiene raíces de crecimiento excesivo. Es utilizado como cortavientos y en caminos cerca del mar. Es muy resistente a situaciones difíciles y comprometidas. No tiene requerimientos en cuanto a clima y suelo.


Qué cansancio...


Por Carina Sicardi

Llanura pampeana, tierra fértil si las hay. Como todo lo cotidiano, muchas veces olvidamos detener la mirada en las maravillas que nos rodean. Infinidad de verdes que se pierden en la inmensidad sólo cortada por el lejano horizonte. La mano del hombre transforma esa rebelde y bravía rudeza del pastizal en prolijos y simétricos sembradíos.
Todo cambia, todo se transforma casi imperceptiblemente ante nuestros ojos sin que la mirada se detenga en lo que “no es importante”.
Tierra fértil para la vegetación, pero también para las quejas. Hay una en particular que transversaliza incluso a la del tiempo, o, quizás, la complementa. A la frase ya consabida: ¡qué calor!, ahora sumamos una mucho más abarcativa y preocupante: ¡qué cansancio!
Parece ser que el saludo cotidiano de: “hola”; o el más tradicional “buenos días”, fue reemplazado por una frase que en sí misma conlleva la descripción del estado anímico: ¡qué cansancio!, seguido de un desplomarse sobre el primer asiento que se encuentra en los alrededores, como si fuese la vida misma la que pesara sobre las espaldas, o el corazón.
En principio, ingenuamente asocié esos comentarios a una cuestión de almanaque. Fin de año, diciembre con su carga de emociones, el último esfuerzo para llegar al final del camino, simbólico, porque en realidad el día después del 31 todo vuelve a empezar.
Pero estamos en enero, muchos de nosotros ya regresamos de las tan ansiadas vacaciones y, sin embargo, la frase parece haberse instalado: el cansancio llegó para quedarse. También insistí en justificarlo desde las consecuencias que genera el calor en lo corpóreo y en lo anímico: cambia el humor; la transpiración evidente en muchas personas aleja del otro por vergüenza, por pudor; el enfrentarse con la realidad de alivianarse de ropa y enfrentarse con la imagen corporal; etc. Exponer nuestras miserias al sol, a las miradas prejuiciosas, malhumora, cansa.
Cuando nos planteamos objetivos en donde está implicado un desgaste físico, el cansancio es inherente a esta elección. Sabemos que vamos a cansarnos al caminar mucho, al correr, al bailar. Enfrentarnos a desafíos que nos implican superarnos a nosotros mismos, también. Pero la fatiga física tiene un principio y un final. Nada que una buena elongación, un reparador baño, o en algunos casos (por qué no decirlo), una cervecita bien helada, no pueda remediar.
En cambio, debo rendirme ante la evidencia de pensar que esta queja tiene una particularidad: no puede especificarse principio ni final, simplemente es y está. No es atribuible a nada concreto y objetivo pero puede ser una sumatoria de hechos que el inconsciente ha decidido mantener escondidos detrás de la incógnita: ¿cansancio de qué y/o por qué?
Aquel que tenga en sus recuerdos al pobre labriego tirando un arado o a “la pobre viejecita lavando ropa ajena” como versa el valsecito de Magaldi en voz de mi papá, dirá que “cansancio eran los de antes”, creyendo que atribuirle esta palabra al trabajo intelectual es casi una herejía, una ofensa al verdadero trabajo.
Pero el cansancio psíquico tiene consecuencias que afectan incluso a nuestra salud física. Estamos cansados de pensar, de enfrentar desafíos, de concentrarnos en que todo salga bien o no nos conflictúe. De no fallar. De no desilusionar a quienes confían en nosotros o a quienes nos miran. En el mejor de los casos, de no fallarnos. Pero en eso de querer ser los mejores en cada aspecto de nuestra existencia sin aceptar la falta, nos perdemos del placer que genera el camino.
No estaría mal que nos detengamos un poco a tomar fuerzas, para volver a tomar el hermoso tramo que decidamos transitar. Recuperase del cansancio sin vivirlo como frustración o fracaso. Un alto en el camino.
Como yo, que ya llevo 3785 caracteres escritos, nueve horas de trabajo, una hora y media de gimnasio, estoy tratando de terminar y suena el teléfono: es mi mamá...
Me despido hasta el mes que viene, esperando que me entiendan: ¡Qué cansancio!

Cine


UN CAMINO DE APRENDIZAJE

CÓMO ENTRENAR A TU DRAGÓN

Por Lorena Bellesi

Hoy por hoy el cine de animación no convoca sólo a  los más chicos, sino que, desde hace unos cuantos años, se ha convertido en un fecundo, y por momentos asombroso, despliegue imaginativo que sorprende a todos por igual; un lugar  plagado de ocurrentes y conmovedoras  historias, que apuesta a emocionar a través de extraordinarias y originales imágenes. Basta mencionar películas de la talla de  “Up”, toda la saga “Toy story”, o la  menos promocionada “El viaje de Chihiro”, para ratificar lo dicho.
“Cómo entrenar a tu dragón” (“How to train your dragon”) tiene como protagonista a un típico adolescente, Hipo, quien habita la isla de Beck, un remoto paraje asediado continuamente por dragones. Éste singular muchachito, además, es un  vikingo; el pertenecer a un grupo tan peculiar le impone una determinada manera de ser que, en este caso, no tiene nada que ver con lo que Hipo es o siente. En términos generales, los vikingos son retratados como seres toscos y rudos, tanto hombres como mujeres ostentan una vigorosa apariencia; son fornidos y esa es una excelente cualidad, ya que esencialmente son guerreros, cuyo único propósito trascendental, que hace honor a su propia historia, es matar dragones, quienes son sus mayores enemigos.
Hipo representa un quiebre absoluto en el estereotipo de su raza, no sólo porque es flacucho, locuaz y detenta un sarcástico humor, sino porque logra cuestionar lo que daba sentido a la existencia de su aldea, y lo consigue optando por el camino más difícil: el de dejar a un lado los prejuicios y seguir los propios impulsos, para así permitirse conocer realmente a quien hasta hoy ha sido el gran adversario a destruir de su pueblo: los dragones. El líder de la comunidad simboliza todo un desafío, y no es otro que su padre, el  imponente “Estoico, el vasto”, un enorme y aguerrido vikingo. El persistente desencuentro entre ambos sobrevuela toda la película y nos concede gran parte de las más enternecedoras situaciones.
Este simpático e intrépido jovencito se lanzará a una fantástica aventura con su inesperado -y nuevo- mejor amigo, y nosotros con él. Espectaculares “tomas áreas” por  ensoñadores lugares nos contagian esa sensación de libertad y felicidad, que Hipo aparenta sentir cuando está por los aires. “Cómo entrenar a tu dragón” es una película entretenida e inteligente, que no abusa de la  evidente moraleja, por el contrario, a la hora de enaltecer valores como la amistad, la lealtad o el amor fraternal, prefiere supeditarlos de manera casual a la trama argumentativa. Cabe destacar el estupendo trabajo de los actores Jay Baruchel y Gerard Butler que les dan voz a los personajes principales y que consiguen hacer aún más graciosas o emotivas determinadas escenas.
Tomarse el tiempo para mirarla, puede significar el recuperar, por unas horas, esa dimensión lúdica de la infancia que, aunque adultos, jamás nos abandona. Por lo tanto, vale la pena verla.