Tapa Junio


Título de padre




Por Sebastián Muape

73. Es el recuerdo más antiguo que tengo. En la plaza de Salguero y Las Heras, mi abuelo tapa con arena los autitos de otros nenes y después de un rato los desentierra y me los regala. Mientras tanto a mí se me da por correr a una nena con bikini amarilla y peinado con colita. Piadosamente se deja alcanzar y me pregunta cuántos años tengo; con los dedos le grafico, tres. Después la sigo corriendo. Después de después, también.
74. Mi tía y yo subimos al tren en Beccar, una tarde regular de septiembre. Me está llevando a mi casa. Una hora más tarde, mi vieja sonriendo me hace shhh con el índice y presenta a María Eva, mi hermana, que hace horas llegó para mostrarme que ya no soy exclusivo.
75. Mi papá está sentado en el arenero de la misma plaza con la radio pegada a la oreja, me le acerco y veo que está llorando, me mira y me responde: “River salió campeón, River es campeón”.
76. Con alevosía descubro que mi vieja puede sentar de culo a mi viejo de un empujón, cuando a él se le va la mano y el vaso.
77. La calle Neuquén en Beccar, es infinitamente más hermosa que Ugarteche. Se reconfigura rápido en canchas de paleta, fútbol y pista de bicicletas. La cuadra está llena de pendejos, ¡cómo tiré siete años de mi vida! No recuerdo si Ugarteche era empedrada.
78. Creo haber encontrado mi lugar en el mundo, el club del barrio. Conozco al que va a ser mi mejor amigo, del cual recibo una mirada desafiante como bienvenida y una invitación a jugar para su equipo. Treinta y cinco años después me sigue cagando a palos en el billar.
79. Me cambian de colegio. Mi viejo paga la cuota como puede, pero aun así me obligan a ir a misa y a tomar la comunión. Crucé los dedos en cada juramento para inmunizarme. Que se vayan a cagar con dios.
80. Se termina la canchereada de ir en micro al cole; los boluditos de mamá que siguen subiendo, me saludan por la ventanilla. Una tarde de sol mientras volvía juntando marquillas de cigarrillos, veo a un viejo que cae seco de un patatús en la vereda. No sé bien por qué pero me acerco, le sale espuma de la boca, ¿eso es morir?
81. Me mudo de aulas otra vez. Me agarro a piñas un par de veces, las tarjetas me dan derrota en fallo unánime. Tengo que decidir entre la joda y la vida sana, entonces con las moneditas que me da mi abuela, me compro dos barquillos para la merienda. El Yoyo Russell negro con letras blancas, me lo compro con unos mangos que le afano a la virgencita de la gruta.
82. La tele se ve mal, hace como unas ondas y por momentos la imagen se empieza a desplazar hacia arriba de una manera frenética e insoportable. En medio del caos y sentado al lado de mi viejo, veo cómo la selección se va del mundial de España. Él me explica que no importa el fútbol, total el “comunicado del estado mayor conjunto”, todo con minúsculas, dice que hundimos 2 fragatas, 1 helicóptero y que ellos sufrieron más de cien bajas.
83. Se acabó la buena vida. Llega la secundaria. Previamente sufrí la primera gran decepción, desaprobé el examen de ingreso. Medio Beccar va a ir al Comercial, yo no. Una semana después me avisan que hay vacantes, comprendo que la vida da segundas oportunidades, no terceras. Me fue horrible. Aposté guita por Lúder. Una tarde, desde la ventana de una noviecita, vi cómo mi viejo se iba de mi casa. Si estas son las oportunidades, que se las metan en el orto.
84…85…86…
87. La morocha hermosa de ojos gigantes y sonrisa universal me mira cuando le compro las Rumba, yo no levanto la cabeza, ¡mierda te voy a devolver la mirada! Necesito una vez y media de Halcón en el cine Bristol para besarla. ¿O me besó ella?
89. Me banca mi viejo cuando me dice que termine el colegio y después labure, que llevo dos años rompiendo jeans berretas en el reparto de lavandina, que sabe que no soy vago. Que me va a arrimar un mango.
90. Decidimos ocultarle a mi viejo la muerte de su madre, él ya está en la gatera, ¿para qué un dolor? Mi camisa le queda grande. Casi no tiene cuerpo. Game over.
92. Por tele, Axel Rose empieza con alaridos un show en River. Mi novia, la del cine del 87, tiene ganas de gritar como él, pero porque tiene algo malo en el estómago. Seis meses después se muere un viernes de junio. Dolor 2 -  Yo 0.
02. “Vayan a su casa, piénsenlo y si les parece vuelvan a las 21.30 para la cesárea”. La llegada de Kiara fue fundamental para reordenar algunas cuestiones salidas de cause y permitirnos jugar a la familia. 2 años y medio después, enterada de que nos vamos a separar, me pregunta en la mesa: “¿papá por qué no la querés a mamá?”
08. Hace un año que tengo nuevamente la llave de la casa y el litigio sobre el control remoto. Va a nacer mi hijo. Tenía que ser varón y con ella, ese era el plan. Las otras se fueron porque mentí y se fueron porque dije la verdad. Se fueron. Llegó Ian. Le empaté al dolor, 2 a 2.
10. El final de Lost me pareció de antología, igual que los primeros 120 capítulos. Nada hubiera cambiado con un final distinto, de la misma manera que un cañonazo menos no hubiera arruinado el final de la Obertura 1812 de Tchaikovsky. Beccar me recibe otra vez con extrañeza. Los viejos vecinos y yo, no nos reconocemos en el primer vistazo. Volví al barrio solo, un poco perdido, pero tengo un título de padre y el resto de mi vida para merecerlo.

4 manos / 1 texto (3º entrega)



4 manos – 1 texto

ESPUMA DE MAR

(Continuación)

Por Alejandra Tenaglia y Sebastián Muape

13
Sentado solo en un bar, prestándole atención a la forma en que se miran las parejas que están desayunando, el hombre deambula por sus dudas y se frustra viendo cómo todo se le cae encima.
La distancia le noqueó la autoestima. Se recuesta sobre el respaldo de la silla, cruza los brazos y mira el empedrado desde la ventana. Sabe perfectamente que hace rato traspasó el umbral de paciencia de Juana. Sabe también que ya debe haber llorado por él dos o tres noches, y ese es el lastre permitido. Siempre le envidió su instinto para sobrellevar temblores, tocar fondo y emerger como si las amarguras se fueran transformando en una historieta sin correlato en el día a día. En cambio él, ahora, no puede hacerse cargo de la huida. Busca repartir culpas, pero se da cuenta de que sale mal parado de la ecuación. No estuvo a la altura de sus propios sentimientos ni de las verdades que la historia entre ellos merecía. Siempre se guardó algo y especialmente en el último año, donde su potente necesidad de ser padre, se estrelló contra los planes de Juana. Entendió entonces que ella escribe los acordes en otros pentagramas, que vivió felizmente en su entrepierna pero que jamás va a acceder a su vientre. Ante ese cuadro, inventó una explicación falaz y sin besarla en la despedida, salió del cuarto en puntas de pie. 

14
El timbre suena pero Juana parece no advertirlo. O decide ignorarlo. Lo cierto es que sigue tecleando sin pausa, como alcanzada por una ráfaga de certeza.
Otra vez el timbre. Nada.
Golpes en la puerta de entrada. Nada.
Recién cuando escucha su nombre, levanta la mirada del monitor y parece tomar contacto con el mundo circundante. Abre.  
Ah, es usted… Pase…
Ni la sonrisa de Blas, ni su “buenas tardes”, ni su “gracias”, existen para Juana, que aún abstraída por su trabajo le dice sin pausa: Ahí tiene la puerta que va al patio, entre, salga, haga, y cuando termine me avisa.
El bombero sólo dice “bueno” y, marchito su nerviosismo florido de expectativas como si hubiera sido alcanzado por un viento helado, se dispone a hacer lo suyo en silencio. Sin embargo, un ronroneo dentro de su cabeza le impide disfrutar de la tarea. “Quién se piensa que es, flaca amargada… Mal llevada… Antipática… Me imagino lo que deben ser las cosas que escribe… Escritora… Ja… ¡lindo laburo!... Le pagan por inventar... Qué tal… ¿Tanto lee la gente como para que todos estoy hippies vivan de eso?... Bueno, no tan hippy, mirá dónde vive… Esta porque la pegó, pero… Artista… Artista hay que ser para…” 
- ¿Todo bien allá arriba?
Sonrisa de lado a lado otra vez. 
- ¡Sí! Va a tener que llamar a un albañil, pero… 
- Genial. Salgo. Cuando termine… vaya nomás. Déjeme la boleta en la mesa o paso directamente por el cuartel.
Ni un minúsculo rastro quedó en el rostro de Blas, de la repentina alegría con la que había empezado a contestarle a Juana.
Del asombro pasó a la tristeza -cuando la vio desaparecer antes de que pudiera siquiera terminar su frase-, y de allí desembocó en el enojo, en dos pestañeos. Como minutos antes había hecho el camino inverso.

Analía le alcanza un mate caliente, mientras ya en la oficina, Blas labra un informe sobre las verificaciones realizadas en la manzana de Juana.
“¿Nos vemos esta noche?”, escribe en su celular; envía el mensaje con tres destinatarias.
“Chau Ana”, le dice a su compañera, y silbando se retira del lugar, pensando en si la camisa blanca estará entre la ropa que llevó a lo de su mamá para lavar, o colgada en su placard, lista para una salida más.

15
- ¡Nene, si tenemos que entrar no te separes ni un puto segundo de al lado mío, pero ni un segundo! ¿Entendiste? ¡Mirá que esto no es joda, es un quilombo en serio, eh! 
- ¡Sí Señor, le entiendo perfecto, me quedo con usted todo el tiempo! 
- ¡Cuando bajemos ocupate de estirar las mangueras, controlá la presión del dispersor y asegurate de que cada uno tenga una línea de ataque lista, si necesitás ayuda vas al vehículo de apoyo! ¿Estamos?
- Perfecto Señor, como usted diga, perfecto Señor, sí, sí… 
- La baulera de “hierro pesado” también es responsabilidad tuya y del otro pendejo; prestale atención a las señas de tus compañeros; ya sabés: barra, barreta, hacha, maza, oxígeno... 
- Perfecto, ningún problema Señor, lo que usted diga. 
- Y tranquilo, siempre en calma, acordate que acá lo más importante es cuidarnos entre nosotros, ¿estamos?... ¿Cómo era tu nombre, nene? 
- Blas Señor, Blas Cárdenas… 
- Bueno Blas, lindo debut vas a tener… Controlá que tengas todo el equipo y cambiá esa cara de asustado, ¡vamos pendejo que acá hacen falta hombrecitos!
En minutos, una mañana se convierte en efeméride al revés. Queda escrita la hoja del libro de su propia historia, que va a releer infinidad de veces, buscando darle una vuelta de tuerca para que no apriete tanto. Años de terapia, la frustración lógica de creerse sin norte siendo tan joven, depresión y hasta ganas de volver al útero. Todo junto, de noche y de día.
Casona con pisos de buena pinotea. Una pantalla de cuarzo mal ubicada, láminas que visten las paredes con dibujitos de plazas y arcoíris. Salita de 4 en el piso 3, inconsistencia numérica y absurdidad. Matafuegos tan escasos como el sentido común. En medio de la escena desbordada de desesperación, Blas cumple uno a uno los pasos de su protocolo. Actúa como si fuera un verdadero profesional; está tan asustado como orgulloso. Ya cuando ve salir a un compañero con una mujer a la rastra, malherida, con lo que queda del cuadrillé adherido a la piel negra de tizne, ya cuando escucha que gritan que hay dos nenes en el segundo piso, no le pidan protocolo. Corre hacia la entrada, de nada sirven los gritos de los demás. A uno se lo sacó de encima con un manotazo en el pecho. Bienvenido al infierno, a la derecha está tu destino. Sube el primer tramo de la escalera de madera, deshecha por el fuego. Calcula mal y mete la pierna entera por un hueco entre los escalones, el peso del cuerpo hace el resto. El fémur colapsa, igual que el piso de salita de 4. ¿Dónde carajo fue a parar el sol? ¿Muero rápido o esto recién empieza? Mi vieja. Segundos, minutos, todo da igual. Este es el horizonte de sucesos donde el tiempo fluye diferente. Hay aire para respirar, poco, pero se aprovecha. La lotería del muchacho estuvo en que dos compañeros lo habían visto entrar, pero no salir. La sangre le inunda la vista, mientras se siente arrastrado. Con la primera bocanada pura, alcanza a pedir que alguien ayude a los nenes. Lo invade una polifonía de sirenas y con los ojos muy abiertos, ve cómo un médico le pone la máscara mientras lo están subiendo a la camilla. Dentro de la ambulancia explota en un llanto masivo cuando escucha a alguien decir, que sólo uno de los chicos se salvó.

16
Mientras hace cola en el súper, Juana se pregunta: ¿se les paga a los bomberos?, mmm faltaría que no y yo… qué animal… ¿Y si lo invito a cenar? De paso no como sola… Además tiene una carita de dulce que… 
La cajera le interrumpe el pensamiento. Paga. Sale apurada. Pero Blas ya no está en su casa, ni hay papel alguno que indique cifra a pagar. 
Bueno Juanita, si querés charlar un rato con alguien no te va a quedar otra que ir a un bar, se dice en voz alta, de buen humor como siempre lo está cuando las líneas que avanzan su novela, la conforman; y abre las puertas de su placard.

17
Dos de las destinatarias, contestaron “¡dale!”, así que Blas debió alegar un contratiempo en el cuartel para una de ellas. Eligió a Claudia, a quien conoce desde la infancia y con quien puede charlar de todo, a sus anchas. Hubo alguna noche con besos y urgencias colmadas con simpleza y sin palabras postreras, nada más.
Pero como uno planea y el destino plantea su propia estrategia, hoy es Claudia la que habla sin parar, narra sus problemas de trabajo, su hartazgo, con esa minuciosidad que tienen las mujeres para describir una escena completa con diálogos y todo, con el solo fin de poder conceptualizar luego. “¡No me digas que el tipo no es un hijo de puta!”, está justamente diciendo ahora. Y mientras Blas asiente con la cabeza -acodado en la barra y dejándose alcanzar más por el bienestar que la música le produce en el cuerpo, que por la vehemencia de su amiga-, ve a Juana asomar entre los muchos rostros que esperan frente al barman, su boca modula pero no logra oír lo que pide. Lo que sí logra es -a fuerza de empellones y de una determinación instintiva que en general sólo se activa cuando sube a la autobomba-, ubicarse precisamente allí, por donde ella deberá pasar.

(Continuará…)

El río



Por Verónica Ojeda / Téc. en Parquización Urbana y Rural
veronicaojeda48@hotmail.com

Humedal, convivencia de tierra y agua desde el Matto Grosso hasta el Río de la Plata, espejo de agua marrón, manchado de verde espeso conjugado por las más variadas especies de hierbas celosas de sus flores, de una belleza profusa que sólo internándose uno es capaz de reconocer.
Pájaros pintados, actores de avistajes canturreando sus trinos afinados, escriben la música instigadora del beso entre el río y la canoa que ni el acordeón más afinado ha logrado regalar.
Paisaje de viajeros y pescadores solitarios  buscando  recodos para detener su marcha y obtener aguas arriba, en la concordia del clima, la mejor de las presas entre las redes.
Conspicuo anclaje de músicos que entregados, inducen el encuentro clandestino de las musas con el poeta; rasguidos de guitarra acunando el  silencioso y a veces revuelto hijo del Amazonas. Mosaico de esponjas flotantes que regalan algún irupé de vez en cuando, sueñero de fantásticas historias de expedicionarios pintando mapas, recostados sobre su lecho divagando conquistas. Laberinto insondable de agua que obediente fluye albergando navíos.
Corredor vital, bañados, el río, los ríos.
Colores, sonidos, fragmentos de una biografía inagotable, riqueza de la cultura, viaje, encuentro. Mirar el mapa, reinventar, perderse, viajar para encontrarse. Cauce, golpeteo de aguas, trayendo el  camalotal… Mezcla de barro y arena. Barcazas oxidadas esperando como olvidadas que de una vez por todas, el río se las lleve hasta el fondo y sean sepultadas por el barro y la tosca, junto con sus historias de pescadores  que farsantes, contaron alguna vez haber visto un monstruoso animal que merodeaba en los adentros del gran delta.
Reflejos del sol brillando como pequeños espejitos, el agua ya quieta, otros sonidos de motores se alejan y lentamente el oleaje regalando un suvenir de la corriente. La tomo entre mis manos, aún hoy la conservo en un agua distinta, quieta, pero que en la compañía de otras ha sabido resistir y así lo hará, porque espera impetuosa la primavera para dar a luz la primera flor. Jacinto de agua, me dijo un baquiano para que me vaya contenta. Lindo día que le regaló el padre a los hijos, vocifero, mientras nos levantaba la mano y con un silbido llamaba a su perro que lleno de regocijo se daba un chapuzón, la negrura de su pelaje casi se perdía en el agua. Desde la barranca de enfrente un chico medio despeinado y con la suciedad  propia de quien ha jugado hasta el cansancio, hacía señas mientras el mayor, remaba hacia nuestra costa en busca del pescador y su perro. El encuentro ya casi era próximo, el silencio reinante hacía posible escuchar el golpeteo del remo en el río; el hombre una vez a bordo, da la orden de partida, iniciando un diálogo que quizás dure hasta la llegada al rancho.
El padre y los hijos, los hijos y el padre.
Y como ellos, nosotros también emprendimos el retorno, ya cae la tarde.
En una breve ceremonia silenciosa, el padre y el hijo recogen las tanzas que caprichosas se enredan entre camalotes de acuáticas, pero con paciencia de pescador saben ganar.
Ojalá haya muchos días iguales, por el solo hecho de verlos disfrutar.
Feliz día a todos los padres, en especial al mío y al papá de mis hijos.  


El mensajero de los dioses



MERCURIO

Por Sergio Galarza
sergiogalarza62@gmail.com

Mercurio es el planeta más cercano al sol y el penúltimo de los visibles a simple vista en nuestra serie para El Observador. Nos quedan en el tintero la casa que habitamos –la Tierra- y los gigantes gaseosos Urano y Neptuno, visibles con telescopios de aficionado. Hablaremos de ellos en próximas notas.
Mercurio -el mensajero, el escanciador, el que da de beber ambrosía a los Dioses- gira en torno al sol en la menor órbita del sistema (Ambrosía es un elixir que da inmortalidad y alimenta a los Dioses en la pintoresca mitología europea).
La fuerza de gravedad entre dos cuerpos es tanto mayor cuanto menor distancia los separe. Esta relación es la que imprime las velocidades con que corremos por las órbitas espaciales. La Tierra, a 150 millones de kilómetros del sol, viaja por el vacío a 30 kilómetros por segundo; Venus, sito más cerca, a 35 km/s; Mercurio, el más próximo, vuela a casi 48 km/s. Así, este planeta poco más grande que la Luna tiene el menor año del sistema, la mayor velocidad orbital, y la órbita más elíptica (con mayor excentricidad). Recordemos que las órbitas de los astros no son circulares sino círculos achatados llamados elipses y que la excentricidad define qué tan achatada está una elipse.
Este planeta tiene un núcleo metálico fundido -como el nuestro- que genera un importante campo magnético. Mercurio es el planeta más denso del sistema después de la Tierra. Denso quiere decir que su relación peso/volumen es alta. Este es un concepto curioso, muchas veces incomprendido durante el colegio. El peso de un cuerpo NO depende de él mismo –a tranquilizarse, la balanza no nos acusa, no habla de nosotros- sino de la relación entre nuestra masa y la masa del planeta que pisamos. En cambio, la densidad sí es algo nuestro, nos pertenece. Un hombre musculoso puede ser mucho más denso que un hombre obeso, aunque el obeso pese más que el musculoso. Lo mismo sucede al comparar una esfera de telgopor con una pequeña bala esférica. Pueden o no tener las mismas dimensiones o pesos, se intuye que el acero es muy nutrido, es muchísimo más denso que el telgopor.
Mercurio es muy denso. Esto indica que posee un alto grado de metales y silicatos. Como siempre, la explicación yace en las colisiones planetarias. Sin duda, este planeta ha sufrido tremendos choques, los cuales han despojado al viajero de sus capas externas, menos densas. Así, el núcleo (metálico) predomina con respecto a la corteza y manto (silicatos).
Mercurio es visible sólo cuando su órbita lo sitúa en una posición apartada del sol -desde nuestra perspectiva- llamada elongación; por las mañanas brilla antes del Sol y por la tarde apenas después del ocaso. Esto hace que, al igual que Venus, Mercurio fuera llamado estrella de la mañana y estrella de la tarde por los pueblos menos cautos en cuestiones astrales. En los atardeceres de fines de mayo habrá sido visible en el oeste de Chabás, muy bajo sobre el horizonte y apenas después de que el sol se hubiese puesto; luego, será visible en especial durante los amaneceres a mediados de Julio, si echas ojos sobre el horizonte opuesto, hacia el este, hacia donde yo escribo estas notas, sorbiendo mínimas gotas de mi ambrosía, la alegría de vivir rodeado de los que quiero.