Del campo a la ciudad

“SHAUN, EL CORDERO”

Por Lorena Bellesi
bellesi_lorena@hotmail.com

Sin megalómanas campañas publicitarias para su promoción, con la modesta honestidad de los buenos productos, la película Shaun, el cordero  (Shaun the Sheep) no merece ser ignorada. La clasificación de “Apta para todo público” puede considerarse un imperativo, una orden dirigida a todos para que la miremos. Al ser una película animada –utiliza la técnica del stop-motion para contar la historia, es decir, la animación en plastilina-, protagonizada mayormente por simpáticos animalitos, algunos podrían suponer que únicamente es de interés para los más pequeños. Incorrecto. Se trata de una sensacional pieza cinematográfica, divertida, dispuesta en incesantes episodios que se vuelven peripecias u obstáculos a superar por los personajes, rematada con un humor inocente para disfrutar en familia.
Ambientada en una típica granja británica, las primeras imágenes muestran a un ochentoso granjero feliz junto a sus pequeñuelos: un tímido cachorro, un enérgico torito, cariñosas ovejas. El tiempo pasa, las situaciones cambian. La rutina es el ahora. Suena el despertador, canta el gallo, todos se despiertan a cumplir con las tareas, a ejecutar las actividades diarias con la monotonía tediosa de hacer siempre lo mismo. La mecanización del lugar fue enfriando los sentimientos, los afectos se han descolorido. Shaun, una oveja de tamaño mediano pero con un poderoso intelecto, urde un plan para poder contentarse con un día libre. A pesar de tener todo minuciosamente planificado, los imprevistos enredan la idea original, por tal motivo, el granjero termina en la gran ciudad con amnesia. Su ausencia deviene en caos. Frente a tanto holgado barullo, Shaun prepara su morral, aborda como polizón el bus y se va a la ciudad a encontrar al “patrón”. Su soledad dura muy poco, el rebaño completo imita su actitud e inmediatamente aterriza alegremente en esa urbanidad desconocida, extraña. Una preciosa perrita callejera, que nos conquista el corazón con su sonrisa de dientes desparejos, sus enormes pestañas y un raído pelaje, oficiará de guía en la desconcertante mole de cemento. Otro personaje principal en la trama es Blitzer, un perro fiel a su amo, usa reloj y un gorrito de lana azul, objetos que humanizan su andar canino. Él también formará parte de la troupe de rescate, a pesar de desaprobar la jugarreta de las ovejas. La trama aumenta en intensidad gracias a la presencia de un prototípico villano, un despiadado ser cuya labor consiste en atrapar aquellos animales que anden sueltos por la ciudad, para luego encerrarlos en una suerte de perrera. Este maléfico hombre es un obstinado, un irrefrenable obsesivo de su trabajo, a él sólo le interesa enjaular las alimañas que infestan las calles.
Dirigida por Mark Burton y Richard Starzack, Shaun, el cordero  es el paso a la pantalla grande de una serie televisiva que hoy se puede ver en el canal Pakapaka. Tardaron seis años en completar su filmación, esa paciencia de artífice se vislumbra en una meticulosa puesta en escena, colorida, bella. Carente de lenguaje verbal, la música sobrelleva la falta de diálogo con gran potencia, completando la significación del relato. Hay algo de cine mudo en el despliegue de la acción; los gags, los gestos confieren una comicidad palpitante, agradable, entrañable. Linda película.


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