Melodías cauterizadoras



“¿PUEDE UNA CANCIÓN DE AMOR SALVAR TU VIDA?”

Por Lorena Bellesi
bellesi_lorena@hotmail.com

El título original de la película es breve, corriente, casi insignificante: “Begin again” (Comenzar de nuevo), sin embargo, en Argentina fue bautizada de manera totalmente aparatosa: “¿Puede una canción de amor salvar tu vida?”, interrogante ineludible que, mínimamente, desata la curiosidad en algunos o el horror en otros. El director irlandés John Carney nuevamente apuesta a un film en donde la música se consagra de la mano de inolvidables canciones que apuntalan el transcurrir de personajes derrotados. En el año 2006 “Once”, su obra anterior, embelesaba nuestros oídos al compás de una tierna historia de amor pero sin romance. Ahora, repite la fórmula tan efectiva de ponderar el amor en sus variados matices, es decir, entre padre e hija, entre amigos, entre un hombre y una mujer. Encasillada como una comedia romántica, se despega de los usuales lugares comunes largamente utilizados por este género, aunque sin desentenderse del todo. Nuestra heroína, Gretta (Keira Knightley), por ejemplo, pasea por la ciudad subida a una vetusta bicicleta con canasto de mimbre incluido.
Hay una relación de recíproca identificación entre los dos protagonistas de la película, ambos deben hacer frente a fracasos amorosos que los han llevado a descreer de sí mismos. Dan (el gran Mark Ruffalo), es un productor musical en decadencia, alcohólico, divorciado, sin dinero, sus días de oro quedaron atrás, hace siete años que no descubre ningún talento, o sea, atraviesa una malísima racha en lo laboral y en lo familiar, es un hombre con una roca atada a sus pies, sólo falta el salto. Cuando escucha a Gretta comienza la magia, sentado en la barra de un bar una joven cantando en el escenario únicamente con su guitarra, ante la indiferencia del público espectador, lo cautiva inmediatamente, lo saca de su letargo. La escena es maravillosa, Dan va añadiendo mentalmente instrumentos –violines, batería, piano- que le dan a la melancólica canción una potencia insospechada. Los dos han sobrellevado uno de los peores días de sus vidas, por suerte el destino fue generoso al hacerlos coincidir de casualidad en el momento en que más se necesitaban. La relación entre ambos se vuelve profesional. Como productor escaso de efectivo, Dan apelará al ingenio y a las tecnologías modernas para conseguir que la muchacha grabe su disco. Sin el apoyo de ninguna disquera, New York se transforma en un estudio de grabación a cielo abierto, el Central Park o el emblemático Empire State, el Puente de Brooklyn o el museo The Cloisters, ofician de soporte tutelar a ese sonido artesanal, singular de la cantautora.
De fondo hay una discusión vigente de larga data, la tensa relación entre el arte y el mercado, entre lo auténtico de la manifestación artística y lo que el público demanda, generando dinero. Los discos más vendidos, las canciones más escuchadas, las películas más vistas, los libros más comprados, ¿son los mejores? ¿Es el mercado un incuestionable sistema de reconocimiento? ¿Cómo ser genuino en el imperio del consumismo? Estas cuestiones se responden en el film en la convincente posición del productor, que aún defiende el espíritu independiente de los músicos por sobre los intereses desmedidos, abusivos de las disqueras.
“¿Puede una canción de amor salvar tu vida?” es una película sincera, con excelentes actuaciones, proyectada sobre un paisaje urbano precioso e imponente, ideal para mirar a todo volumen, hay música y de la buena.



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