Lazos de familia



Por Ana Guerberof

Desde España
Los medios de comunicación internacionales se hicieron eco de una noticia ocurrida el pasado 3 de abril en Throop, una localidad del estado de Pensilvania. La historia es sencilla de contar pero se hizo viral no sólo porque es trágica sino por la increíble vuelta de tuerca que descubrirán si continúan leyendo estas líneas.
Stephen Woytack de 74 años está ya retirado, fue cocinero y ahora es un devoto cristiano involucrado en su parroquia además de jugar al golf y cuidar de su jardín. Lleva 46 años casado con Lucy Ann Gardner y no tiene hijos. La pareja acude cada año al cementerio de Saint Joseph de Throop ‑una localidad de cuatro mil habitantes‑ desde Scranton donde viven. Allí está enterrada la madre de Lucy y es costumbre decorar la tumba de los familiares con adornos y flores durante la Semana Santa. Stephen elige las flores cuidadosamente. El inicio de la primavera es la época del año que le gusta más porque puede dedicarle más tiempo al jardín, ya sin nieve. Se pasa horas fertilizando la tierra, desinfectando las rosas y cortando las malas hierbas. Lucy suele ayudarlo cuando se trata de regar o recoger las hojas caídas pero no se involucra con las plantas, no es su territorio. Como es pronto para llevar flores de su jardín al cementerio, Stephen las compra en su floristería favorita mientras que Lucy elige la cruz de madera para coronar la tumba de su madre. Después de la visita, suelen ir a almorzar a Casa Bella en Scranton, un restaurante de comida italiana donde Stephen pide invariablemente la ternera Bella y Lucy, el pollo relleno. De postre, ambos comparten una tarta de manzana con helado de vainilla y café. Más tarde, vuelven a casa y se sientan a mirar la televisión, cualquier programa de entretenimiento que sintonicen, hasta que llega la hora de acostarse, siempre temprano. No es un día particularmente alegre pero intentan disfrutarlo sin grandes extravagancias a la vez que cumplen con las normas de la Iglesia.
Este año, como todos los anteriores, llegan el cementerio con las flores y la cruz. Stephen ha preparado un ramo con unas rosas rojas y blancas, y unos gladiolos también blancos. Lucy quería comprar además unos crisantemos anaranjados pero él se opuso porque no armonizaban con el resto de las flores. Tenía razón. Es un día gris y todavía frío de primavera. Se dirigen a la tumba de la señora Gardner que se encuentra en la parte central del cementerio custodiada por dos arbustos pequeños de menos de un metro de altura. Dejan la bolsa sobre el césped aún reseco y marrón, pero ya descongelado, y se disponen a decorar la lápida de granito que se levanta sobre una base rectangular. Lucy, de pie, se coloca detrás para atar la cruz en la parte superior de la lápida mientras Stephen, de rodillas, comienza a preparar el ramo. Realizan estas acciones en silencio en un acto de respeto y recogimiento. Una vez esté todo listo, rezarán juntos antes de marcharse. De repente, mientras Lucy cuelga la cruz, algo cede en el suelo y la lápida de granito se mueve, vuelca y cae pesadamente sobre Stephen que está arrodillado delante arreglando las flores. Los 180 kilos de lápida de su suegra aplastan a Stephen y lo dejan inmóvil como si se tratara de un pisapapeles gigante. Lucy corre a su lado e intenta mover la lápida pero no tiene fuerzas. Entonces, busca desesperada al cuidador del cementerio, Ed Kubilus, que está trabajando a unos cuantos metros para que la ayude. Llaman a los servicios de urgencia primero y, luego, intentan mover la piedra pero es inútil, pesa demasiado. Finalmente, varios miembros de los servicios de urgencias pueden desplazar la mole de granito. Kubilus sabe que cada primavera cuando se descongela el suelo, algunas de las bases se inclinan y las lápidas pueden caerse pero nunca había imaginado que pudiera ocurrir algo así. Es demasiado tarde, Stephen muere allí mismo a consecuencia del accidente.
Unos días más tarde, y tras la misa que se celebra en Throop, se da sepultura a Stephen en el terreno que el matrimonio había comprado justo delante de la ya restaurada lápida de su suegra: la señora Gardner. Dios tenga en su gloria.

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