El cómo del qué / La equinácea

Por Romina Bianchini / Farmacéutica – Dra. en Cs. Químicas


La equinácea es una planta originaria de América del Norte y fue usada desde la antigüedad por las tribus americanas. Se empleaba para curar las heridas producidas por las flechas o las mordeduras de serpientes. También tenía aplicaciones como desinfectante y bactericida. Era común para enfermedades de transmisión sexual, anginas, llagas en la boca y problemas en los ojos.
Hoy en día millones de personas utilizan la equinácea; considerándose uno de los mejores “antibióticos naturales. La razón de ello se debe a su capacidad para estimular el sistema inmunitario, produciendo más glóbulos blancos (defensas naturales del organismo que protegen frente a diversas infecciones y ayudan a combatirlas).
Es por ello que la equinácea se toma principalmente como tratamiento preventivo contra resfríos, gripe e infecciones virales en general; resulta también eficaz para afecciones cutáneas como eczemas, forúnculos y acné. Es utilizada  para impulsar el sistema inmunológico y para aumentar las defensas del organismo, reduciendo los síntomas de la mayoría de los procesos virales y disminuyendo el tiempo de recuperación en la convalecencia.
Diferentes investigaciones  indican que distintos medicamentos hechos a base de equinácea disminuyen en un 85 % las posibilidades de contraer el virus de la influenza. Los investigadores aseguran que la planta ayuda a curar la gripe con mayor rapidez, ya que los síntomas desaparecen aproximadamente 36 horas antes.
Otros usos de la equinácea son el alivio de distintas afecciones de la piel como eczemas, herpes, cándida y psoriasis, entre otras infecciones. De forma general, puede decirse que la equinácea resulta eficaz para el tratamiento de todas aquellas infecciones que se aprovechan de un sistema inmunológico debilitado; como los mencionados herpes, infecciones del aparato genitourinario, otitis recurrentes y enfermedades de transmisión sexual.
Por otro lado, puede utilizarse durante la recuperación de muchas enfermedades, después de haber sufrido alguna operación o para el tratamiento del Síndrome de Fatiga Crónica, ya que incrementará las defensas y la fortaleza corporal.

¿Cómo tomarla?
Antes de comenzar el tratamiento debe consultarse al médico y/o farmacéutico. Aunque puede emplearse la planta seca, lo ideal son los suplementos normalizados de equinácea que permiten una utilización más práctica y con una mayor seguridad. Pueden encontrarse en forma de comprimidos, cápsulas y tintura.
En tintura la dosis recomendada es de 30 a 60 gotas tres veces al día; en forma sólida 500 a 1000 mg hasta tres veces al día.

Uso externo
El jugo fresco de la planta o la tintura aplicada sobre los problemas de la piel ayuda a su curación, favoreciendo la cicatrización y evitando que se infecten. Entre las principales aplicaciones se pueden mencionar:
ü  Heridas, cortes, úlceras, forúnculos y quemaduras.
ü  Acné: reduce los síntomas del acné en cualquiera de sus manifestaciones (espinillas, barros, o granos), y previene su infección. Pueden diluirse unas gotas de tintura en agua y aplicar con una gasa sobre la zona afectada.
ü  Eczema.
ü  Llagas en la boca: constituye un estupendo bactericida. Ayuda en la cicatrización de las llagas. Pueden realizarse enjuagues bucales con el líquido de la planta fresca o  con unas gotas de tintura diluidas en agua.
ü  Enjuagues para el tratamiento de encías inflamadas.

Precauciones
ü  Puede provocar reacciones alérgicas.

ü  No podrán utilizarla personas que presenten enfermedades autoinmunes o infecciones por VIH. 


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