Editorial

En razón de los fondos que el estado entregó a las escuelas, visitamos a dichas instituciones para hablar con las directoras sobre el destino que le darán a ese dinero. Así supimos de sus necesidades y también de sus proyectos. El entusiasmo por concretar las mejoradas anheladas, resulta tan contagioso como gratificante. Uno sale de allí con ganas de emprender algo o con las energías renovadas para continuar sin chistar. Un denominador común ha sido además, la mención destacada con resaltador y subrayado doble, de las asociaciones de cooperadores. Se trata en general de padres o madres de alumnos que asisten al colegio, pero también hay gente que no tiene allí sus hijos o que los mismos ya han egresado, y sin embargo ellos siguen aportando su tiempo. Loable. Sobre todo porque trabajar en equipo tiene dificultades de todos los colores a la hora de arribar a una decisión, por ejemplo; pero también es cierto y sabido que muchos objetivos, no pueden ser logrados por una persona sola, por más capacidad que ella tenga. Se necesita un equipo, una suma de voluntades, una meta compartida que guíe el paso y un respeto mutuo y constante, hacia los demás. Muy lindo aprendizaje, para quienes así lo viven. 

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