¿Se puede viajar en el tiempo?


EL OBSERVADOR DEL CIELO

Por Sergio Galarza
sergiogalarza62@gmail.com

Las películas y novelas abusan de este hipotético recurso mediante el cual, el héroe, puede regresar al pasado (ir o avanzar sería el término exacto, ya que en “su” tiempo él sigue envejeciendo) y componer un error o salvar su planeta (como sucede en Viaje a las estrellas). La perspectiva es fabulosa y plantea la paradoja de que una persona pueda encontrarse consigo, más joven (en Experimento Filadelfia y Viaje a las estrellas esto es lo que sucede; aunque en la primera el guionista disimula el asunto tras un vidrio polarizado).
Los agujeros negros permitirían tal proeza, al menos para la opinión pública, alentada por falsos difusores de la ciencia, tales como Canal Discovery. La existencia de esos singulares objetos está confirmada por la observación telescópica -al medir la acción de la gravedad de objetos invisibles- de lejanos objetos y de emisiones de rayos X, originados a medida que las galaxias o meros soles son devorados por estos monstruos, como ya narramos en nota anterior. Sin embargo, la existencia de los Hoyos de gusano, es decir, la interconexión de aquellos mediante secretas dimensiones, caminos que burlen la geometría del espacio-tiempo, atajos que nos dejarían frente a tal o cual galaxia, en el pasado o en el inimaginable futuro, no podrían ser confirmados por nadie, ya que el cronista se encontraría demasiado lejos de nosotros para dar la nota.
En la película Stargate o Puerta de las estrellas, por ejemplo (los videos han de tener estos títulos), el guionista comete un error: los héroes son transportados por una máquina hacia una región extrema del cosmos (como en Deja vú, solo que Denzel va al pasado), y, desde allá -en una galaxia lejana deben enfrentarse a no sé que loco que pretende destruirlo todo- ¡se comunican en vivo con Huston!
¡Dios me ampare! Si los muchachos han sido trasladados a no sé que lugar, a miles de años luz de distancia ¿cómo van a comunicarse en vivo? Nada puede viajar a una velocidad mayor que la de la radio y aún así esta demoraría miles de años en llegar.
Para comprender el absurdo de las pelis de ciencia ficción: hace poco los Estados Unidos enviaron una curiosa lata a Marte, buscando fósiles de vida en el planeta rojo. Había un inconveniente: ¿cómo bajar la nave? ¡Está demasiado lejos para comandar las acciones de descenso desde la Tierra! El querido Marte está tan lejos de nosotros que, aún las órdenes que viajan a la velocidad de la luz, no llegarían lo suficiente rápido como para solucionar el mínimo inconveniente. Tuvieron que contratar a un argentino, al ingeniero San Martín, diseñador de un programa de computadora encargado de medir cada metro, cada velocidad y cada azote del viento durante el descenso de la nave, capaz de corregir al instante, allá, en la rojiza atmósfera, cualquier eventualidad que se manifestase. Y lo logró el muchacho, el héroe de la Nasa, ¡un argentino!
En muchas películas estas desigualdades y locuras norteñas se ponen de manifiesto. Veamos algunos títulos para aprender al tiempo que se  divierte: Moon, excelente peli donde el eje de la trama es la conciencia de identidad, es decir, la memoria que nos ata a los afectos y las costumbres, boicoteada por la avaricia capitalista; Sunshine o Alerta solar, una aventura con todas las letras: los héroes parten hacia el sol, moribundo; su misión: encenderlo; los problemas llegarán de la mano de un extraño personaje: un veterano vengándose de aquellos que le enviaron a la nada. ¿Les suena a historia conocida?
Si el video no es lo suyo e igual quiere distraerse al momento que aprende, dése una vuelta por la biblioteca y pida uno de estos títulos: Crónicas marcianas, deliciosa aventura narrada por uno de los inmortales: Ray Bradbury; Odisea espacial, un clásico que no pierde vigencia, pues se discute allí los que aún nos preocupa: la inteligencia artificial, el espacio tiempo, la aventura del hombre en el universo; Cosmos, el libro de Carl Sagan, un portento de la astronomía y la narración amena que hoy es emitido en formato televisivo por Canal Encuentro.

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