Por Juan Carlos Ferro
En
los últimos días, mientras voy en bici por el pueblo, mucha gente me grita: “¡Ey
Tano, cuándo le vas a pegar al zabeca de Bolívar!” Incluso una señora me increpó
diciendo: “Es fácil meterse con el
turco panzón y el guatemalteco grasoso, ¿¡pero por qué no te la agarrás con el ex
amigo de Sebastián Ortega!?”
Por
favor, basta de presionar a la prensa. Mis quejas no son a pedido, salvo que
haya algún tiramisú de por medio. Además, criticar a Tinelli no tiene mucho de
original. Hay millones de palabras escritas en contra del cuervo misógino. Como
se dice habitualmente: sería “más fácil que
quitarle un dulce a un niño”.
¡Epa!
Ahí encontré la razón de mi protesta de mayo: las frases hechas que repetimos
día a día sin pensar qué significan. En relación a lo sencillo de robarle un
caramelo a un nene, yo diría más bien que es un HDP (hijo de Pinochet). Seguro que es muy fácil, tanto que sería un
abuso de poder. Como cuando Tinelli les corta la pollerita a las bailarinas.
Sigo
pensando y se me ocurre: “me costó un ojo
de la cara”. Y sí, no va a ser un ojo del pie. Otra clásica es: “Al que madruga Dios lo ayuda”. ¡Qué
fácil que era llegar al cielo! Al final con poner el reloj a las 6 AM, zafo de la misa de Pascua que dura dos horas.
Me imagino el paraíso repleto de gallos y lecheros. ¿Será por eso que Marcelo
se levanta a desayunar con el sol, cuando viaja a su estancia de Esquelén donde
tiene una laguna alambrada?
Otra
expresión curiosa es “creerse el ombligo
del mundo”. Si pensamos bien, sería como decir creerse algo retorcido,
lleno de pelusas y que no sirve para nada. Continuando con las partes del
cuerpo, tenemos: “hablar hasta por los
codos”. Salvo que seas la traductora para sordos de Cristina, lo veo
difícil eso de charlar con los brazos. Pero atención, si conocés a alguien con
una boca en el codo, llevalo del Gomazo que te hace un programa entero burlándose
de su defecto, mientras escupe a Larry Declay.
Hasta
hay frases que ponen en riesgo tu vida. Por ejemplo: “Perro que ladra no muerde”. El problema es que el tiempo que el
canino tarda entre que deja de ladrar, y te clava los colmillos, es muy poco como
para correr hacia un lugar seguro. Si nos referimos al mejor amigo del hombre
no nos podemos olvidar de los gatos. ¡No señora, no nos vamos a acordar de las
amigas del vicepresidente de San Lorenzo! Me refiero a los animalitos. Seguro
usted alguna vez habrá escuchado o dicho: “Acá
hay gato encerrado”. Si analizo la frase, podría pensar que alguien entró a
una habitación y encontró la pared llena de rasguños. O bien, una señora le vio
la espalda a su marido después de llegar a las 6 de la mañana. Eso no cuenta
como madrugar para que te ayude Dios, más bien diría: “De esta no te salva ni Dios”. Ahí sí, nos encontramos con una
frase bien usada.
Una
mañana que me encontró amaneciendo con un fernet en la mano, una persona me
dijo, Juanca, “tenés que sentar cabeza”. Yo
me puse a pensar que era más fácil madurar, que convertirme en contorsionista.
Pero si logro sentarme con la bocha, me voy al Cirque Du Soleil.
Probablemente,
una de las frases más escuchada sea la nefasta “A los negros hay que matarlos a todos”. Preguntas: ¿a los morochos
con plata también o sólo a los pobres? ¿Qué hacemos con Obama, o sólo
liquidamos a Evo? ¿Qué medida tomamos con los que van todo el año a la cama
solar?
Para
cerrar, quiero recordar un pensamiento del hijo de Palito: “un amigo es como un libro, cuando te quedás dormido se lo lleva tu
mujer”.
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