Directo al corazón... roto


A CONFESIÓN DE PARTE, RELEVO DE PRUEBA*

Por Alejandra Tenaglia

¿Te acordás esa vez que en tu sección del corazón, hablaste de un hombre que te dijo que te contaba varias historias y que vos elijas la que quieras? Así, como haciéndose el ganador… Bueno, yo vendría a ser la contrapartida de él, es decir, una perdedora serial. Así comenzó su relato nuestra protagonista de hoy. Luego, con humildad mayúscula, narró tres historias en las que los sucesos ocurrían siempre en el mismo orden, amén de la amplia gama de diferencias que englobaban. Y finalmente, sacó conclusiones que, palabras más, palabras menos, así decían: El problema soy yo. Me enamoro de un modo que al otro, le debe resultar insoportable… Por varios motivos. El primero es, la adoración que siento y no puedo disimular. El otro se me representa como algo imposible de alcanzar, magnánimo, lleno de virtudes, a todo lo que hace le encuentro un significado mágico, útil, importante… Lo segundo viene enganchado de lo primero, pierdo todo interés por mis cosas, es decir, mi trabajo, mis ocupaciones, etc. Todo-todo-todo lo que no tenga que ver con él, me parece estúpido. Y el tercero es el más grave de todos, porque imaginate que a un tipo le puede gustar que lo adulen y le celebren hasta los estornudos, puede además soportar que la mujer que tiene delante no tenga convicciones muy firmes, porque en definitiva puede estar pasando por un momento de desgano que él no tiene por qué imaginar que tiene que ver con el enfrentamiento con él, pero lo que no va a soportar, es que la tipa lo vuelva loco… Y hablo de preguntarle todo el tiempo dónde está, con quién, haciendo qué; y reclamarle por qué no llamó, no vino, no eligió estar conmigo cuando se despertó y cuando se fue a dormir… Y además de todo eso, que tengo clarísimo y además me lo han dicho mil veces: asfixia, encadeno datos sueltos y la situación resultante está siempre en mi contra, me deja mal parada, me degrada… Pasando en limpio, lo que pienso es: me miente, me engaña, me está usando, me lo hace a propósito, no le importo un comino, se está riendo de mí él y todos sus amigos, etc. Pero lo peor de lo peor –porque también lo tengo claro, algo de esto piensan también las mujeres “normales” sin que la historia se les desbarranque como me pasa siempre a mí-, decía, lo peor de lo peor es que a todo eso lo pienso, lo sufro, lo vivo como real y… se lo digo. Sí, se lo digo todo. Y se lo vuelvo a decir. Y se lo repito y repito y repito hasta que, tarde o temprano, según el carácter del muchacho, no está más, chau, se fue para no volver y ¡con toda la razón del mundo! Porque ahí es donde yo caigo, recién ahí caigo en que hice lo mismo-mismo-mismo ¡de la vez anterior! ¡Otra vez arruiné todo con mis paranoias! Pero no lo puedo evitar, me toma una fuerza que no sé qué es… La racionalidad se me evapora, ¡a mí, que trabajo con números! Aunque a veces pienso que eso también puede tener que ver, porque los números son una abstracción, y yo en esos casos lo que hago es abstraerme, justamente, de la situación concreta y… Divago. Porque después me siento a charlar con una amiga, dos, tres, y aunque todas piensen diferente entre ellas, en lo que coinciden es en que yo no puedo ver las cosas como son… Me voy… Me voy… Y me voy por el lado negativo, porque si fuera una positiva empedernida, viendo en todo un signo de que el tipo está muerto a mis pies, a lo mejor la cosa tampoco funcionaría pero por lo menos ese ratito, ¡la pasaría bien!
Es triste. Repetirse es triste. Y repetirse en lo malo, es tristísimo… Porque, vos no sabés el amor que yo siento, es enorme, me sobrepasa, me rebalsa… Sentir así no creo que esté mal… Yo siempre digo que nací desfasada, porque el corazón me anda bien, pero lo que me anda mal es la cabeza… Ahí, cuando le doy lugar a mis pensamientos, el fin es inminente. Es como si largara perros de caza hambrientos de malas noticias, que van-van-van y hasta que no las encuentran, ¡no paran eh! Y si no las encuentran, se traen algo parecido…
Se me ocurrió contarte porque a veces escribís sobre el desamor… Y acá no hay sólo desamor de una de las partes (los otros, por supuesto), sino también desamor mío hacia mí misma… Y creo que leer esto, a alguien que le pase lo mismo, lo puede ayudar a darse cuenta que somos muchos… ¿O vos decís que me pasará nada más que a mí?...

* Basado en una historia real, cuya protagonista a pedido la reserva de sus datos.

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