Antro musical - Los poetas malditos del rock



Por Nico Raterbach

El vino y el tango son gustos adquiridos. Lo que se quiere decir con esto es que requieren cierta madurez, no necesariamente cronológica, para disfrutar de ambos. Lo mismo pasa, sin más rodeos, con “Los Visitantes”. Tal vez sea la banda que ha pasado más desapercibida por la escena nacional, en un imperdonable error.  Ni los orígenes ni sus influencias son demasiado originales, no hay peculiaridad que distinga en estos planos a “Los Visitantes”; la originalidad estaría en su estilo, en su poesía y en la adopción de géneros nuevos, atípicos para el rock. Vamos al germen: año ‘84, ya sabíamos lo que sucedía por acá. Se forma una agrupación, “Don Cornelio y la zona”, con porteños de barrio sonando un tanto ingleses de la época. Dos discos bastaron para que desplegaran su oscuridad y tuvieran su reconocimiento en el under y no tanto, como para que el suplemento “Si” (de Clarín) los distinguiera como banda revelación en 1987. “Ella Vendrá” y “Tazas de té chino” sonaron bastante en radios por esos años. Palo Pandolfo, guitarra, voz y letrista, imprimió su estilo único y se perfiló como el poeta maldito del rock nacional. Para el ‘89 se habían separado, pero a principios de los ‘90 Pandolfo armaría “Los Visitantes” en una continuación de “Don Cornelio”, prácticamente imperceptible. El new wave, post punk ochentoso, tal vez se había radicalizado un poco en la banda, y el neo tango, allí estaba latiendo. En una manía equivocada por definir estilos, se me ocurren varios adjetivos que dan pinceladas de lo que fue su música, y es difícil, parecen apestar a Joy Division por momentos, brillan en la oscuridad de sus letras intelectuales, metafísicas, carnales y de una visceralidad extrema que rezuma sexo y melancolía y lo derrama en nuestros oídos. Así algunos terminamos completamente ebrios y estupefactos encima de mesas de antros cantando nuestros deseos, a los que ellos le habían puesto música y letra. “Don Cornelio” y “Los Visitantes” fueron las bandas que le gustaban a otras bandas. Desde “La Renga” a “Los Piojos”, pasando por “Sumo”, “Los redondos” y otros, fueron asistentes a sus shows o admiradores de su obra. Sí, “Los Visitantes” eran una banda filosóficamente mística y compleja, y -me cuesta decirlo-, elitista, desde los postulados de sus líricas y sus mixturas musicales, tangueras, punks, experimentales, sublimes. Apuesto fuerte, pero banco la parada; ellos fueron nuestros “Nirvana” antes de “Nirvana”, los existencialistas del rock nacional, el sonido rocker detrás del cine de Bergman, son sencillamente, los que despiertan chauvinismo musical (¡púdrete Radiohead!). Me atrevo a decir que son una banda de culto o lo serán cuando la historia del rock nacional, arregle sus cuentas.
Como es usual, es difícil elegir tres temas. A aquellos afortunados que contemporáneamente disfrutaron de su música, les parecerá una selección vulgar, superficial, mezquina, lo sé. Son sólo una invitación a los dos discos de “Don Cornelio” y seis de “Los Visitantes” (uno en vivo), que están allí en la red de redes para que nos sumerjan en los extraños placeres de la alegre angustia que generan sus canciones; doy fe de esto, escribo mientras me hundo en la  tibia oscuridad de “Villa Dominico”. Un gusto adquirido. Como el vino y el tango.

“Antojo” (Salud Universal / 1992)
“Patada Sucia” (Espiritango / 1994)
“Gozar” (Maderita / 2000)

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