Editorial

Suele decirse que la palabra ya no vale como antes. Suelo pensar que se trata de máximas diseñadas por aquellos a quienes eso conviene. Porque no es cierto que en otras épocas, la traición (hacer algo distinto a lo dicho) no existía, si hasta se pagaba con la muerte y bastante seguido… Y tampoco es cierto que ahora sea una especie de universal deporte andar proclamando ideas distintas a las que se practica. Se trata de generalizaciones que sólo son útiles a quienes habitan esas filas y no quieren desentonar con los que sí han respetado, respetan y respetarán lo enunciado. Porque hablamos no sólo de palabras sino de modos de ser, hacer, vivir y partir hacia el más allá. Porque hablamos de algo más que vocablos enganchados y esbozados con elegancia o rusticidad. Hablamos de un discurso con un cuerpo que viene detrás, surcado por la historia y haciéndola en el mismo instante y para toda la posteridad. Porque aunque suene exagerado o no se lo medite a plena conciencia en cada momento, todos estamos dejando nuestro surco en este campo amplio donde transitamos.

Mirando el titular principal de esta edición Nº 95, que reza en la tapa: Compromisos Tomados, es que surgió esta pequeña elucubración. 

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