El papel de la Educación


El papel de la educación

Día del Maestro

El 11 de septiembre se celebra el Día del Maestro en conmemoración del fallecimiento de Domingo Faustino Sarmiento. Este sanjuanino que fue gobernador de su provincia natal y presidente de la república, pasó a la inmortalidad por su labor en educación. También se desempeñó como periodista, escritor y militar. Sus vehementes dichos le han generado adeptos y opositores, tanto en lo relativo a la cuestión de los indígenas, del interior, de la Patagonia y hasta en lo referente a la misma educación. Lo cierto es que el hombre del billete de $50, fundó por primera vez una escuela a los 15 años, convirtiéndose en maestro de alumnos mayores que él. De allí en más, consecuente con su proyecto de “combatir el caudillismo y la ignorancia desde el periodismo y la educación”, creó escuelas en los tres niveles de instrucción y dirigió y participó en varios periódicos no sólo nacionales. Desde la presidencia de la nación impulsó la ley de protección de bibliotecas populares, reformó los programas de estudio y trajo maestros del extranjero. Es por ello que, más allá de todo lo que en su contra pueda argumentarse, su aporte al desarrollo cultural del país es innegable. También es innegable que nunca más la educación tuvo un lugar tan importante en la agenda gubernamental, como en los tiempos en que Sarmiento bregó por su desarrollo. Necesario sería, preguntarnos por qué. Para ello les ofrecemos un repaso por la historia de las aulas hasta la situación actual, elaborado por una Trabajadora Social. 



Estado y Educación

Por Pilar Deluca - Trabajadora Social Mat. 1060
delucapilar@hotmail.com

¿Cómo han impactado los procesos históricos, económicos y políticos dentro de nuestras aulas? ¿Que exista un sistema público de educación, garantiza que el grueso de los sectores poblacionales pueda mantenerse dentro del mismo? ¿Qué pasa hoy con nuestros alumnos? ¿Qué pasa hoy con nuestros educadores? ¿Qué papel juega la educación para el desarrollo de un país? 


Surgimiento de la educación como cuestión de Estado

Desde mediados del siglo XIX, Argentina se incorpora a la economía mundial, cumpliendo el papel de proveedora de materias primas, rol que encaja a la perfección en el mapa económico del imperialismo mundial y del latifundio local.
Durante esta llamada etapa agroexportadora, el naciente Estado central, a través de la conformación del sistema educativo nacional, monopolizará la distribución de educación en el país. Claro ejemplo de esta política fue la sanción de la “ley 1420” en el año 1884, donde se promueve la “educación básica”: obligatoria, laica y gratuita. Tal legislación apuntará a garantizar el acceso masivo de la educación a la mayor parte de la población y en especial a aquellos hijos de inmigrantes que arribaron a estas tierras para forjar un tipo de Nación anhelada por hombres como Sarmiento, para quien se debía mejorar la situación racional y moral de estos pueblos, que se hallaban incapacitados naturalmente.
El surgimiento de la institución/escuela, tal como la conocemos hoy, debe pensarse no como un hecho aislado sino como producto de un proceso histórico, en el cual supo cumplir el rol de garante de un cierto modelo socio-económico impulsado por la denominada “elite”.
Comienzan a concentrarse en asentamientos urbanos, sectores considerados peligrosos, por lo tanto la maquinaria estatal a través de una educación obligatoria y homogeneizadora los cooptará y negará todo lo que éstos portaban anteriormente, cultural, ideológica y geográficamente. Cualquier idea proveniente del exterior que atentaba contra el orden que se intentaba resguardar, y contra el progreso que era máxima aspiración de éste Estado, era tildada de foránea y dañina.
La “educación escolar” a partir de entonces, pasa a ser una cuestión de Estado, los educadores serán contratados por éste, se convertirán en sus trabajadores asalariados y de él dependerán casi exclusivamente. El aparato estatal poseerá el control educativo, determinará los planes, métodos, programas y contenidos que deberán ser enseñados.
Esto impacta en la estructura de poder de la Iglesia, ya que hasta ese entonces la educación era asunto de las órdenes religiosas; éste fenómeno venía desarrollándose aproximadamente desde el siglo XVI  en toda América Latina. Si bien las corporaciones religiosas llevaban a cabo tareas de enseñanza, el objetivo primordial que las sostenía tenía que ver con una  función evangelizadora.
El proceso de consolidación de la educación como una cuestión de Estado, tuvo como contracara el corrimiento de la Iglesia de esta función, este fue un proceso lento y extenso pero exitoso al fin  para la institución estatal.

Instauración del modelo neoliberal


A partir del establecimiento en 1976 del gobierno autoritario en Argentina, se exacerba  la penetración del “modelo económico neoliberal” en nuestro país. Era imprescindible para éste mismo, que el Estado fuera sólo un espectador del mercado, que no tuviera participación en el sector económico; sí le correspondía, habilitar y facilitar aquellos mecanismos que aseguren la competencia en el mercado, ya que desde allí fluirían los beneficios para toda la población.
Según los principios neoliberales, los gobiernos latinoamericanos se hallan inmersos en crisis, debido a los excesos cometidos en el gasto público y al endeudamiento externo. Durante los ’90, en nuestro país se completa la instauración de éste régimen económico, que si bien hacía tiempo venía echando raíces, ahora se ve institucionalizado a través de la profunda reforma estatal que concreta el gobierno nacional presidido por Carlos Menem.
Producto del desfinanciamiento del sector público, se reduce notablemente el presupuesto asignado a él, esto impacta negativamente en la calidad de los servicios sociales que presta el mismo Estado. Políticas sociales básicas y universales, como lo son la educación y la salud, se pliegan hacia la lógica privatizadora neoliberal, contribuyendo así en la redefinición de lo público y de sus principales instituciones.

¿Que piensan los neoliberales de la  educación?

Para intentar  incluir en la esfera del mercado a la educación, los neoliberales elaboraron  un discurso argumentado en el deterioro de la calidad educativa que atravesaban los Estados latinoamericanos, que habían mantenido sus sistemas educativos públicos. Bajo sus premisas, la educación será considerada un gasto que deberá ser disminuido, ya no convendrá invertir en ella, será  importante  administrar eficaz y eficientemente los recursos existentes.
Las propuestas de los impulsores del neoliberalismo en materia educativa, se correspondían con sus máximos postulados economicistas, ya que las mismas giraban en torno a la mercantilización de la educación. A través del mercado se concretaría la distribución eficiente del “servicio” y se obtendría una mejora en la calidad.
Patrocinaban la idea de que principalmente los mismos individuos, que serán sinónimo de consumidores, y la familia, debían ser  responsables de la educación; ellos mismos deberían afrontar el gasto que implicaba.

¿Qué pasó...?

La política educativa al no haber quedado fuera del embate neoliberal que sufrió nuestra nación, en la década menemista, será centro de transformaciones; la lógica del mercado ahora querrá empapar sus bases públicas. Fruto de estas transformaciones es por ejemplo la  sanción en el año 1993 de la Ley Federal de Educación, que brindará al Estado un papel subsidiario en materia de educación, le corresponderá favorecer el desarrollo del sector privado, a través de medidas pedagógicas, financieras y organizativas.
El Estado subvencionará la educación privada, y según esta lógica expandirá la diversidad de la oferta educativa, lo que asegurará la competitividad en el mercado, beneficiando directamente a los educandos o consumidores con una mejor calidad educativa.

La educación hoy

Podemos ver, a través de este sintético recorrido, que los sistemas educativos propios de una nación, son funcionales a los modelos económicos imperantes en determinada época histórica a nivel mundial. En Argentina el Estado perderá conscientemente el monopolio de la distribución de la educación que había conseguido durante el siglo XIX, ahora querrá deshacerse de su financiamiento.
Ya no es redituable para los gobiernos invertir en educación, esto se ve traducido en el deterioro y precariedad edilicia de la gran mayoría de las instituciones educativas, en la carencia de tecnología en las mismas para trabajar dentro de las aulas, en los bajos sueldos de los educadores y en la casi no existencia de becas para los alumnos. Estos, que atravesados por la misma cuestión social permanecen cada vez por más corto tiempo dentro del mismo sistema que se ha vuelto sumamente expulsivo.
El Estado abandona su lugar histórico de financiador de lo público para darle paso al omnipotente mercado, que impregna de su discurso, especialmente a través de la mano de los medios de comunicación, toda la sociedad. Todo lo que provenga de lo estatal, es ineficiente e inútil, es de todos y no está al cuidado de nadie. El discurso social asimilará, lo malo y lo feo al ámbito estatal; en el mercado, en la esfera privada, se concentra lo bueno y lo preciado, por lo tanto allí se encuentra la llave hacia el aspirado éxito.
La educación hoy no es un tema prioritario en la agenda gubernamental como receta para revertir nuestra actual historia de país subdesarrollado, o de país rico pero con mayoría de  gente pobre; es un bien más. Quien la requiera deberá acudir al mercado y aquellos que se encuentren por fuera de éste asistirán al actual sistema público educativo, el cual conserva cada vez menos características de lo público. Esencial es que abramos el debate, que pensemos y repensemos los interrogantes arriba abiertos y desplegados, que consideremos a la educación pública como base fundamental para el desarrollo de nuestro país, como uno de nuestros bienes más preciados, creo que ahí debemos apostar.






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