Más simple, ¿mejor?
Polémicos cambios ortográficos
Por Alejandra Tenaglia
Hurgando en periódicos, páginas dedicadas al lenguaje y la correspondiente a la mismísima RAE (Real Academia Española), descubrimos que los cambios propuestos en noviembre pasado para simplicar la Ortografía, ya son un hecho, aunque aún no han sido incluidos al diccionario on-line.
Vamos aquí con un repaso de lo que supuestamente, aceptado por los directroes y presidentes de todas las Academias, forma parte del compendio que se presentó en diciembre.
En primer lugar hay que olvidar el cantito aprendido en la infancia que rezaba: a, be, ce, CHE, de, e, efe, ge, ache, i, jota, ka, ele, ELLE… Tanto la de CHancho como la de LLave han sido excluídas del alfabeto (el cual ha quedado ahora compuesto de 27 elementos); pero, claro está, siguen existiendo como dígrafos, esto es, signos ortográficos formados por dos letras, que nos permiten la LLuvia, el LLanto, los CHismes y los CHistes.
En segundo lugar se ha simplificado el modo de referirse a la de Bote y la de Vaca. Ya ha quedado en el pasado eso de: “be” larga, labial o alta; “ve” corta, baja o la que suena fuerte… La de Vino se llama ahora “uve” (por lo cual la “w” pasa a ser “doble uve”) y la de Bien será simplemente “be”. Con este mismo espíritu la “y” ya no es “i griega” sino “ye”; por lo cual para referir a la de Imán ya no es necesario especificar “i latina”, basta con decir “i”.
Otro cambio es el que elimina el acento gráfico de monosílabos como “guión”; y la verdad que eso no está tan mal, ya que la regla general es que las palabras compuestas por una sola sílaba no llevan acento SALVO en caso de anfibología (más de un sentido que puede dar lugar a confusión). Nada sabemos respecto al destino de la distinción entre “aún/aun”, pero sería una pena eliminarla.
En cuanto a los cambios que figuran a continuación, no parecen acertados. Pues nivelar para abajo nunca es bueno y conlleva además el riesgo de que la casa oficial siga cediendo hasta quién sabe dónde, para acoplarse al mal uso generalizado, cuando debiera ser al revés.
Bien, esos cambios que repudiamos son: la erradicación de la distinción entre “sólo” y “solo”. El primero es sinónimo de “solamente”, el segundo es cuando usted no está con nadie. Afirman que por el contexto puede advertirse a cuál de las dos refiere el escribiente y que los casos de confusión no se dan a menudo. Veamos: “Fui solo a pasear”. ¿Fui sin compañía de nadie o solamente a pasear? “Iré solo si me lo pides”. ¿Si me pides que vaya solito con mi alma así lo haré, o solamente iré si me lo pides porque no soy ningún pesado? Creemos que casos dudosos como los citados, contrariamente a lo afirmado por la Academia, hay miles. También se elimina el acento que distinguía los demostrativos este/éste. Vale aclarar que en estos dos casos (solo/sólo, este/éste) el no uso del acento no es obligatorio, es decir, si usted decide usarlo no le será computado como falta ortográfica. Y aquí derrapamos más todavía, porque si bien el lenguaje es una convención, tampoco es cuestión de que para poder entendernos, debamos ir haciendo múltiples convenios privados.
Tampoco se exigirá más el uso de la tilde en la “o” cuando se sitúa entre números, lo que se hacía para evitar la confusión con el cero. Afirman que ahora el uso de computadoras evita esa confusión. Nosotros creemos que el acento gráfico permite una distinción clara e inmediata, necesaria y útil aun frente a un texto impreso.
Por último, la “c” y la “k” se han impuesto a la “q”, que desaparece de palabras como Qatar (Catar), Iraq (Irak) y quórum (cuórum). Si usted por ejemplo se pone rebelde e insiste en las grafías anteriores, no será llevado a la cárcel pero se considerará un extranjerismo, como cuando escribe New York en lugar de Nueva York. Ahora, convengamos, cuórum luce fatal…
Redondeando, simplificar suele dar magníficos resultados en matemáticas, pero en materia de lenguaje no siempre opera de la misma manera. Por eso es que no se ve lo positivo de estos cambios, que huelen más a resignación que a respeto por la amplitud y riqueza de nuestro idioma. Acompáñenos en esta cruzada por combatir la haraganería a la que a veces conduce la pretensión de simplicidad. Sólo si usted quiere, y si quiere no estar solo.
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