HECHOS Y SUJETOS
REALIDADES Y SENSACIONES
Por Marina Moya*
Es difícil que un punto de vista sea imparcial, u objetivo. Mucho menos si se trata de cuestiones relativas a la sociedad y a las interacciones y relaciones sociales. Ya la misma investigación “pretendidamente” científica en sus metodologías y técnicas, ha demostrado que tal aspiración es no sólo ambiciosa sino imposible. Por lo que poder decir sobre algo, aunque existan fundamentos, siempre es decir desde algún lugar. Subyace un suponer teñido de alguna cosmovisión del mundo producto no sólo de las propias experiencias sino también de de la trayectoria académica, entre otras cosas.
En este sentido existe para cada quien, una particular forma de ver, pensar y entender la “realidad”. Esta no se presenta de manera inequívoca, para todos igual; aunque los medios gráficos y televisivos lleguen a nombrarla de una forma imparcial que se presenta para todos de la misma manera. Al tiempo que hablan de lo “real”, lo construyen. Puede resonar en la memoria de algunos la frase de la Sra. Presidente CFK quien dijo en un momento que “la inseguridad es una sensación”. Googleando para encontrar conceptos que me ayuden a desmenuzar esta idea que por momentos no se deja deshilvanar, me encuentro con una mayoría de definiciones relativas a “sensación”, “miedo a…”, “temor”, es decir, todas palabras que refieren más al sujeto que a su contexto. Un artículo publicado por un alumno de la Universidad Católica de Perú, de noviembre del 2006, (blog.pucp.edu.pe) expresa lo siguiente: “El concepto de inseguridad ciudadana es difuso y complejo. Seguramente podríamos hablar durante horas y no alcanzaríamos una unidad de criterios. Además, las personas que nos dedicamos a la seguridad (pública en este caso) cometemos el error de identificar la inseguridad ciudadana con otro tipo de expresiones, como delincuencia, orden público, o política criminal. Y es que pese a tener un componente objetivo, básicamente estamos refiriéndonos al miedo al delito, y por tanto lo importante NO es la realidad, sino lo que las personas perciben acerca de la realidad. Ya tenemos, pues, un primer acercamiento a la hora de una intervención para mejorar el nivel de inseguridad ciudadana: hay que cambiar esa percepción en la comunidad. Es necesario saber que la inseguridad ciudadana es una señal. ¿Señal de qué? Pues del debilitamiento del tejido social, de instituciones deficientes y de bajos niveles de solidaridad social”.
Luego de leer el párrafo uno puede volver a la primera idea sobre la intencionalidad –que es justo lo diferente a la inocencia- de los medios de comunicación. Sólo basta ver una hora del Noticiero de América TV como para dudar del chico que está sentado en el cordón de la vereda de mi barrio. Ni hablar del consumo de programas tales como “Policías en acción” o los archivos de América TV, etc. El contenido implícito brega por dejar en claro que el “otro” no sólo no es mi amigo, sino que es distinto de mí y obviamente potencialmente peligroso. Por lo que dejando eso claro para la “mayoría”, lo que resta es ver cómo los “encerramos”. El círculo cierra perfecto. Leyes más duras - mayor represión - mayor índice de violencia social - mayor desintegración o anomia social, que tendrá probablemente su correlato en el aumento de la inseguridad y en un afianzamiento de las diferencias en la internalización de los paradigmas de “los unos” y “los otros”, generando esta distancia no sólo en lo material sino principalmente en lo simbólico. Instalándose para poder mirar al otro con desconfianza. ¡Qué bien le viene al imperialismo!
Propuestas como la baja de la edad de imputabilidad, el uso de cámaras de seguridad, el aumento de las fuerzas policiales y el endurecimiento de las penas, nunca van a poder por sí solas “resolver” un problema tan complejo que se da no sólo en los hechos sino también y con mayor fuerza en los sujetos y sus cosmovisiones, en sus ideas, en sus relaciones y en sus sentimientos. Veamos cómo desandar el camino del individualismo.
*Lic. en Trabajo Social – Mat. 710
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