Sí, acepto


Por Antonio Cedró

Si yo me lo cruzara mañana, y le ofreciera tomarle una foto, por ejemplo, absolutamente gratis, pero pidiéndole que me firme un documento de unas dos o tres páginas, ¿usted lo haría? ¿Aceptaría?
Si usted es usuario de software debería saber que es un EULA, sigla en inglés de End User License Agreemet. Es el contrato -pongámoslo así- entre el dueño del software y usted, el usuario. Esta sigla si bien no es exactamente lo mismo, se usa también para definir los acuerdos entre los dueños de las aplicaciones gratuitas que hay en internet, y nosotros. Y digo que si no lo sabía, debería, porque seguramente ha ratificado varios de estos contratos en su vida digital. Ah ¿no? ¿Usted no? ¿Nunca “firmó” nada? Si tiene correo electrónico de Hotmail, o Twitter, o Facebook, o similares, ha firmado los contratos más leoninos de su vida. De las dos, la digital y la de verdad.
La letra chiquita también existe en internet. Y es chiquita porque tiene que esconder algunas cláusulas, como todos los contratos que son susceptibles de tener que ocultar parte de su contenido. Cualquier letra chiquita que leamos detenidamente, de cualquier índole, asusta un poco. Y los user's agreement de internet no son la excepción. ¿Qué esconden tan terriblemente? Por ejemplo, que todo el material que subamos (“propiedad intelectual”), les pertenece. Que cualquier infortunio que le suceda a nuestro material, no es responsabilidad de ellos. Que toda la información que ingresemos, puede ser usada como se les antoje.
Les pongo unos ejemplos.
El fotógrafo alemán Mirko Wilhem había subido sus fotos a Flickr, un servidor donde por una suma de dinero mensual ofrecen servicios de alojamiento de imágenes. El contenido total de su trabajo era de unas 4000 fotos. Por error, la empresa borró todo su material. Cuando el fotógrafo reclamó airadamente, la respuesta que obtuvo fue que la empresa no se responsabilizaba de ello, y que figuraba en el acuerdo… Pero que lo recompensarían con una cuenta gratis por cuatro años… Más o menos unos cien dólares. Afortunadamente para el fotógrafo, la empresa recuperó luego unas 3500 fotos. Y extendió la compensación a 25 años de cuenta gratis, unos 625 billetes verdes. Pero esto no es un final feliz sino que desnuda otra cosa: ¿por qué una empresa tiene respaldo de algo que debería haberse borrado?
Esto nos lleva a otra historia, la odisea de Steve Mansour, un canadiense queriendo darse de baja en Facebook. Fue necesario que borre personalmente todos los comentarios hechos, fotos, notas, etc., absolutamente todo, para que le den de baja la cuenta. En  realidad Facebook lo llama “desactivación”, esto es, no permitir que nadie acceda a su perfil pero conservar la información en sus servidores por un tiempo “prudencial” por si usted desea reabrir su cuenta. Y está todo bien clarito en sus políticas de uso, que usted suscribió. ¿Y qué es tan tremendo de esto? Que cada foto, cada comentario que usted hizo en su muro, cada bit de información, no le pertenecen aun luego de dar de baja un servicio y 20 años después puede ser consultado, por ejemplo por un potencial empleador suyo, para ver sus actitudes de adolescente.
En España existe un blog que desnuda grandes metidas de pata de usuarios del Facebook, que aún no comprenden la magnitud y los alcances de la aparentemente inofensiva aplicación. Desde infidelidades descubiertas en fotos de perfil, a adolescentes  fumando marihuana en los muros de sus madres. Y de ningún conflicto que se desate a partir de esto, la empresa es responsable, ya lo saben, remítanse a la letra pequeña. Incluso de la divulgación de números de cuenta bancaria, tarjetas de crédito, etc. ¿Sabía usted que los menores tienen prohibido suscribir cuentas de Facebook? ¿Cuántos años tiene su hijo? Si tiene menos de 13 no sólo ha acordado algo casi sin saberlo, sino que ha violado ese acuerdo.
Bien, ¿donde está la letra chiquita? Está sutilmente dispuesta para que usted no la lea. Y de leerla, debería aceptarla igualmente si desea usar el servicio. Esto no significa que no podemos usar Facebook o Twitter o correos electrónicos de Yahoo, Hotmail, hosting de imágenes y demás, pero sepamos que las reglas las ponen sus dueños y no nos favorecen. Entonces, obremos en consecuencia, mantengamos nuestra privacidad, no aceptemos a extraños como amigos, no contemos cosas que no diríamos en persona,  consultemos a otros antes de etiquetarlos en una foto. Y por sobre todas las cosas, tengamos presente que en ese espacio, jugamos siempre de visitantes.


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