Muertos de tragedia


Por Anaclara Deluca
anaclaradeluca1985@gmail.com

Morimos lentamente en Argentina de tragedia. Lo dicen los progres y fascistas. Nos mata lo fatal, lo inexorable. Maldita la música y la fiesta, la bengala en el techo en la tela, en la noche de verano con más pena. Y lloré viendo en la fila, con hollín, muertos y mojados, a mis amigos, a mis hermanos. Semi desnudos, su muerte fue entera. Jóvenes ojos, joven la piel intoxicada en la vereda. Y vi gritar a los padres que decían que sus hijos, sus 200, no murieron de tragedia. Morimos por docenas, en un día en Argentina de tragedia. Lo dijo ella: “No esperen de mí ante el dolor y la muerte un discurso fácil”. Y claro… si Néstor estuviera… Maldita la explosión, la gravedad y el movimiento, que derrumbó las piedras, que derrumbó el carbón, que derrumbó la tierra. Maldita mina la de Río Turbio, maldito junio, maldito invierno. Murieron quemados, murieron de asfixia, pulmones negros en 14 obreros. El padre, cambió de turno, se arrodilló, rezó, pero dijo: su hijo, no murió de tragedia. Morimos jóvenes y viejos, da lo mismo a la muerte de tragedia. Maldito el laburante en el tren, maldito el tren en la vía en el maldito andén, maldito Lucas, maldito el freno sin freno… Pero los argentinos no morimos de tragedia, ni siquiera morimos de muerte. Los argentinos morimos de corrupción, de coima, de prebendas. Morimos de deuda externa y de latifundio. Morimos de cianuro, de bala, de trabajo mal pago. Morimos de clientelismo y de doble discurso oficialista. Morimos de olvido. Morimos de narcotráfico y de saqueo imperialista. Morimos de pena, de desocupación, de hambre. Morimos de modelo agroexportador, de mentira, de aborto clandestino, de injusticia. Ya lo sabemos, los argentinos no morimos de tragedia.

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