La intimidad de los chupa-sangre



“CASA VAMPIRO”

Por Lorena Bellesi

No hace mucho tiempo atrás el vampiro fue un personaje omnipresente en el mundo del cine, la literatura y la televisión. El público -en especial fanáticas jovencitas-, consumía todos aquellos productos mediáticos protagonizados por esos seres eternos, atormentados, bellos, sensuales. Casa vampiro  (What we do in the shadows) es un film que utiliza el humor para retratar la cotidianeidad banal de estas criaturas inmortales cuando el sol desaparece. Ambientada en Wellington, Nueva Zelanda, está protagonizada por cuatro amigos vampiros, quienes conviven en una solitaria casa de las afueras de la ciudad, donde el incumplimiento de los quehaceres domésticos, por ejemplo, generan roces. Utilizando el formato de falso documental la cámara indagará en la intimidad de estos peculiares individuos forzados a vivir en la nocturnidad y el anonimato. Por primera vez el espectador contemplará un universo vedado, oculto, enigmático; aunque rápidamente se percatará de las semejanzas con el propio, y lo hará sonreír tanto disparate.
La personalidad de cada uno de ellos está muy bien definida, ya que su identidad, incluso su apariencia, se vincula con el momento histórico exacto en el que fue convertido. El primero en aparecer es Viago (Taika Waititi), él tiene trescientos setenta y nueve años, es refinado, un romántico incurable, fue un dandi del S. XVIII. Parece estar feliz con la idea de la filmación, por lo tanto, no deja de comentar con gracia cada paso que da, muestra con orgullo y entusiasmo las costumbres de un vampiro del S. XXI. Deacon (Jonathan Brugh) es el más joven de los cuatro, sólo lleva ciento ochenta y tres años transformado, es el “chico malo” del grupo, el rebelde, emperifollado en sus  pantalones de cuero irradia sex appeal, o algo parecido. Vladislav (Jemaine Clement) de ochocientos sesenta y dos años, es un típico espécimen de la Edad Media, aficionado a la tortura, vive atormentado por una disputa perdida que lo ha dejado sin su gran poder de hipnosis. El último integrante del clan es Petyr (Ben Fransham), el más viejo de los cuatro con ocho mil años de edad, no habla, prácticamente no sale de la casa, vive en el sótano y se destaca por su aterrador aspecto.
Con desparpajo cada uno relata su historia a la cámara, a la vez que se va enfocando su rutina, la cual revela un gusto por la alfarería por parte de Viago o, también, salidas nocturnas grupales en ómnibus urbanos, vestidos extravagantemente. El tema de la ropa les preocupa, al no poder reflejarse en los espejos no saben con certeza cómo lucen. En sí, la caracterización de estos vampiros se asienta en la mitología popular difundida ampliamente: los crucifijos los dañan, no toleran ningún elemento realizado en plata, los hombres lobos son sus enemigos más detestados.
Un recién convertido, Nick (Cori Gonzalez-Macuer), alterará la rutina drásticamente. En especial, cuando introduce en la casa a un inocente humano, Stu (Stuart Rutherford), un simple programador que se ganará el corazón de todos, y quien a su vez los iniciará en el mundo de la tecnología. ¿Qué es lo primero que piden mirar en youtube? ¡Un amanecer!
Casa vampiro es una película divertida, breve –sólo dura ochenta y tres minutos- que está dirigida y escrita por los mismos que la protagonizan, Taika Waititi y Jemaine Clement. Sin mucho presupuesto, tiene la invalorable capacidad de hacernos pasar un muy buen rato.

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