FITOTERAPIA
Existen sustancias denominadas
“antioxidantes” que ayudan a combatir la acción maligna de los radicales
libres, esto es, protegen al cuerpo de problemas cardiovasculares, evitan el
deterioro celular, combaten el envejecimiento y hasta se estima que podrían
colaborar para prevenir el cáncer. El organismo produce algunos antioxidantes,
pero podemos además incorporarlos a través de una gran variedad de alimentos.
Veamos cuáles.
Por
Romina Bianchini / Farmacéutica – Dra. en Cs. Químicas
Toda
célula del organismo necesita realizar
procesos de oxidación para vivir, motivo por el cual consumimos oxígeno. Parte
de este oxígeno se transforma en especies reactivas, entre ellos radicales
libres, los cuales son nocivos para la salud. En condiciones normales los
sistemas antioxidantes presentes en el cuerpo atrapan y neutralizan el exceso
de radicales libres, pero para ello se
requiere de un organismo sano.
Por
otro lado, con el trascurrir de la edad, nuestro cuerpo va mermando su
capacidad de producir compuestos antioxidantes, motivo por el cual envejecemos.
El
estrés
oxidativo es la acumulación excesiva de radicales libres en el
organismo, afectando a células, tejidos y órganos, determinando el
envejecimiento prematuro y la posibilidad de generar un gran número de
enfermedades.
Entre
sus causas figuran desórdenes alimentarios (excesos y déficits de determinados
nutrientes), exposición a contaminantes, sobreexposición solar,
sedentarismo, entrenamiento deportivo
excesivo, estrés nervioso y malos
hábitos (tabaco, alcohol, drogas).
Existen
sustancias denominadas antioxidantes que ayudan a combatir
la acción maligna de los radicales libres. Así, protegen al cuerpo de problemas
cardiovasculares, evitan el deterioro celular, combaten el envejecimiento y
además se estima que podrían colaborar para prevenir el cáncer. Si bien el
organismo produce algunos antioxidantes, también pueden ser incorporados a
través de los alimentos o de diferentes suplementos dietarios.
En
la actualidad se puede encontrar una gran variedad de antioxidantes presentes
en los alimentos. Entre los más destacados figuran las vitaminas A, C y E, que
estabilizan a los radicales libres y estimulan el sistema inmunológico.
ü Vitamina
C: es una de
las vitaminas más conocidas por su potente capacidad antioxidante. Es necesaria
para la producción de colágeno, que es la base de uñas, encías, dientes, huesos
y piel. Se la encuentra en frutas, especialmente los cítricos, bayas y kiwis y
en vegetales: tomates, brócoli, berros y pimientos.
ü Vitamina
E: es otra de
las vitaminas más conocidas por su acción antioxidante. Las fuentes de esta
vitamina son los vegetales aceitosos (girasol, maíz y aceitunas), el germen de
trigo, las nueces, las semillas, la espinaca y la palta.
ü Vitamina
A: es
necesaria para mantener la piel, la vista y el sistema inmunológico saludables.
Además protege de las enfermedades degenerativas. La fuente de esta vitamina es
el retinol, presente en productos lácteos como el queso, la manteca y la
margarina, en la yema del huevo y en los pescados aceitosos. Está presente
también en frutas y vegetales amarillos y anaranjados: zanahorias, mango, duraznos,
batatas, pimientos y vegetales de hoja.
ü Carotenoides:
se trata de
sustancias antioxidantes precursoras de vitamina A.
Los colores de los alimentos
Una
de las mejores formas de incrementar el consumo de alimentos ricos en
antioxidantes, es atendiendo al color que presenten.
ANARANJADO: estos alimentos se destacan
porque en ellos encontramos betacaroteno, que en el organismo se transforma en
vitamina A. También son ricos en otros compuestos antioxidantes como flavonoides,
vitamina C, licopeno y luteína, entre otros.
ROJO: dicho color se debe principalmente a
su contenido en caroteno. Y, por ejemplo, a este grupo pertenece el licopeno,
un pigmento natural que ejerce en nuestro organismo una acción antioxidante.
En
ellos también encontramos vitamina C, mientras que las frutas de color rojo oscuro
son ricas en antocianina, otro compuesto capaz de proteger a las células del
daño oxidativo.
AMARILLO: los alimentos de color
amarillo contienen principalmente una gran cantidad de vitamina E; uno de los antioxidantes
más importantes que existen, y que encontramos principalmente en los aceites de
origen vegetal.
VERDE: las frutas y verduras ricas
en color verde cuentan principalmente con ácido fólico, luteína y vitaminas C,
A y K, que ayudan a potenciar la visión y a protegerla de los distintos daños. Colaboran
también en minimizar y prevenir de las enfermedades cardiovasculares y del
corazón, cuidando incluso la salud de nuestra piel contra las diferentes
agresiones ejercidas por las radiaciones ultra violeta en la piel.
Hierbas medicinales ricas en antioxidantes
Uña de gato:
es ideal a la
hora de aumentar las defensas, ya que actúa como estimulante inmunológico,
antioxidante y antiinflamatorio.
Debido
a su acción tónica sobre el sistema inmunológico ayuda a combatir infecciones crónicas,
virales y enfermedades degenerativas.
Se
utiliza como tratamiento complementario en distintos tumores, además de ayudar a
contrarrestar los efectos secundarios de la quimioterapia.
Debido
a su potente actividad antinflamatoria resulta eficaz en problemas
inflamatorios de las articulaciones.
Espino blanco: ayuda contra problemas tanto
cardíacos como circulatorios. Contiene varias sustancias que refuerzan la salud
de las arterias y se emplea (con prescripción médica) para tratar o prevenir
problemas circulatorios como la ateroesclerosis y la mala circulación
periférica. También protege de los cálculos vesiculares y renales.
Romero: las propiedades medicinales
del romero son muchas y se basan en sus potentes antioxidantes, los cuales
tienen sobre todo la capacidad de retardar los procesos de envejecimiento en
todos sus niveles. También contribuye a mejorar el estado de la piel
manteniéndola suave o elástica por más tiempo y reduce el riesgo de las
enfermedades neurológicas, lo cual se traduce en prolongar la juventud.
Té:
las
investigaciones han demostrado que los polifenoles antioxidantes junto a las
vitaminas C y E presentes en el té verde ayudan a perder peso, a tratar
inflamaciones y actúan contra tumores. No ocurre lo mismo con el té negro, el
cual se deja fermentar perdiendo la gran mayoría de sus compuestos
antioxidantes. Por el contrario, el té blanco, que se prepara a partir de las
yemas más jóvenes, tiene el nivel más alto de polifenoles.
Arándano: los frutos de esta planta
aportan una gran cantidad de vitamina C. Tienen además potentes propiedades
desinfectantes que actúan sobre el sistema urinario y gastrointestinal. Esta
acción tónica y antiséptica del arándano sobre el sistema urinario lo convierte
en un remedio muy eficaz para la cistitis, infecciones urinarias y para tratar
problemas de la glándula prostática. Además si se consume durante un tiempo
prolongado, mejora la salud de los ojos, de las arterias y venas (principalmente
de las más equeñas) y puede aliviar problemas circulatorios.
Vid: Son bien conocidos los
efectos benéficos del vino tinto sobre el corazón. Las investigaciones han
confirmado las propiedades antioxidantes del extracto de uvas, rico en
resveratrol, el cual refuerza los vasos sanguíneos y resulta muy eficaz en
problemas circulatorios crónicos, arteriosclerosis y enfermedades vasculares
periféricas. Bebiendo dos copas diarias de vino tinto se obtiene una gran
cantidad de resveratrol, por lo que no sería una mala idea para poder prevenir
muchos accidentes cardiovasculares, entre otras cosas.
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