Malo, malo, malo eres



Por Carina Sicardi / Psicóloga

casicardi@hotmail.com

Un ruido llegado de quien sabe dónde, la despierta de su inquieto sueño… Una noche más en que la recurrente pesadilla se confunde con la realidad. Aún en penumbras, estira su brazo para corroborar lo que su precepción ya sabe: sólo la ausencia de su hombre amado la acompaña…
La noche auguraba encuentros con promesas incumplidas. El ruido de las risas, la música sonando tan fuerte que apenas se podía pensar, hizo que el tiempo tomara ritmo propio. Sólo el silencio que ensordece cuando la multitud se va y la música se apaga, marca que la noche llega a su fin.
Y la frustración de una noche de fracaso como tantas otras, lo acompañaba en las solitarias calles que lo llevarían a su casa. Y con ella a la realidad, a esa realidad de su mujer esperando y reclamando lo que nunca vendría: otro hombre que él no era…
Los rasgos de la personalidad son patrones de pensamiento, reacción y comportamiento que permanecen relativamente constantes y estables a lo largo del tiempo. Cada ser humano tiene patrones característicos de percepción y de relación con otras personas y situaciones (rasgos personales). Esto es, todas las personas tienden a enfrentarse a las situaciones estresantes con un estilo individual pero repetitivo. Por ejemplo, algunas personas tienden a responder siempre a una situación problemática buscando la ayuda de otros. En cambio hay quienes siempre asumen que pueden manejar los problemas por sí mismos. Algunas personas minimizan los problemas, otras los exageran.
Aunque los sujetos tienden a responder siempre del mismo modo ante una situación difícil, la mayoría es propensa a intentar otro camino si la primera respuesta es ineficaz. En contraste, las personas con trastornos de la personalidad son tan rígidas que no pueden adaptarse a la realidad, lo cual debilita su capacidad operacional. Sus patrones desadaptados de pensamiento y comportamiento se hacen evidentes al principio de la edad adulta, frecuentemente antes, y tienden a durar toda la vida. Son personas propensas a tener problemas en sus relaciones sociales, interpersonales y en el trabajo.
La puerta se abre abruptamente, y la mezcla de emociones, como un torbellino irrefrenable, aparece sin pedir permiso. La alegría de saberlo nuevamente a su lado, el pedido casi convertido en rezo, que esta noche regrese ese hombre dulce y seductor que la enamoró en esos tiempos adolescentes en los que todo parecía posible, bello y luminoso, y el miedo tremendo que cala los huesos y sangra el corazón: que simplemente todo se repita otra vez. El dolor nubla la vista y los sentidos…
Él también sabe que no encuentra lo que busca, ni aturdiéndose en historias prestadas ni volviendo a los brazos de esa mujer que cree que le pertenece pero que no puede amar bien, ni dejarla ir. Apareciste una noche fría, con olor a tabaco sucio y a ginebra, el miedo ya me recorría, mientras cruzaba los deditos tras la puerta. Tu carita de niño guapo se la ha ido comiendo el tiempo por tus venas y tu inseguridad machista se refleja cada día en mis lagrimitas”, canta Bebe.
Y todo sigue igual. El silencio o el grito que ensordece de la misma forma, que inhabilita y que violenta tanto o más que un golpe, cuando no es acompañado por él.
Y todo sigue igual. Es difícil el amor en tiempo de guerra. Una persona muy especial y querida, me dijo: “Son tiempos difíciles para el amor, está herido de guerra. Las palabras, los sentimientos, los valores no son iguales. El amor ahora es un corazón en el what…”
  

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