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Besos

Por Marcela Rodríguez Zampa

Besos… Fugaces contactos de labios apurados. Otros intensos, interminables.
Besos en las esquinas, en las plazas, en el colectivo, en los umbrales, en los balcones, en la escuela, en el supermercado, en las iglesias, en las oficinas…
Del nieto al abuelo, de los amantes clandestinos, de la madre a la hija, entre amigos, el de Judas, el de la muerte, el del compañero de trabajo, el del enemigo no declarado, el del enamorado secreto y constante, el de la esposa aburrida, el del marido infiel.
Ósculos de todos los colores. Una amplia gama se despliega ante mis ojos: extra-large, secos, húmedos, fríos, tímidos, agradecidos, cerrados, abiertos, ruidosos, silenciosos, de bienvenida, de despedida, de buena suerte, de reconciliación, fingidos, sinceros, con sabor a miel, con sabor a sal.
Cuando ocurre el pequeño milagro del beso, se abre un espacio de tiempo sin tiempo; todo se detiene o se acelera infinitamente volviéndose latido de eternidad; la realidad queda en suspenso y lo cotidiano es puesto entre paréntesis. Un paréntesis de labios entreabiertos.

marcelaurarodriguez@hotmail.com

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