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LA MODA Y EL CUERPO
Por Vanesa Lujan Miretto*

Cuántas veces escuchamos, dijimos o nos comentaron: te queda hermoso, está a la última moda; se usa corto, ajustado, entallado, etc.; y cuántas otras nos respondimos: no, esto no es para mi cuerpo, o tendría que adelgazar unos kilitos para usar esto, y ni hablar del: ¿no tenés un talle más?
Es ahí cuando algunos diseñadores nos preguntamos: ¿es el diseño el que debe modelar el cuerpo para adaptarlo al ideal imperante? ¿Debe el cuerpo modificar sus formas para adaptarse o someterse a las de la vestimenta?
Las prendas intervienen en la morfología del cuerpo del usuario, pero están ligadas de manera directa con el o los contextos. Por eso podría decirse que el diseño es la “forma” que existe entre el cuerpo y el contexto; es el resultado entre el interior y el exterior; muchas veces es arbitrario, pero muchas otras es imprescindible que ese diseño se inserte dentro de un determinado contexto, o quedás afuera.
Honore de Balzac dice: “el atavío es el más elocuente de los estilos (…). Forma parte del propio hombre; es el texto de su existencia y su clave jeroglífica”.
El vestido hace y refleja las condiciones de la vida cotidiana; imprime su sello en el modo de actuar, en las diferentes circunstancias que tocan al individuo y actúa sobre su ser, hacer y parecer en el contexto de la sociedad.
La vestimenta toma forma a partir del cuerpo, ya que es justamente en el cuerpo del usuario donde el diseño existe como tal; cobra vida.
A través del vestido se ha modelado históricamente el cuerpo en función de los rasgos característicos, las ideologías y los valores establecidos de una cultura. En diferentes épocas, el vestido se empleó para someter al cuerpo en un rígido espacio de contención, ciñendo la carne, los órganos internos y la estructura ósea, como también se usaron toda clase de accesorios para modificar formalmente la superficie corporal y los miembros.
Hoy en día la paradoja que se plantea es que si bien el desarrollo de la indumentaria tiende a una mayor funcionalidad y confort, el modelo del cuerpo ideal que proporciona la cultura se ha vuelto tan estricto que una gran cantidad de usuarios queda excluida del mercado, ya que la curva de talles y moldería no los contempla en absoluto.
Es por esto que ya sea por cultura o por el mercado, quedamos tan ceñidos y acotados como antes, a lo que éste nos impone; y de esta manera, a nuestro cuerpo. La idea es, como siempre, buscar el propio espacio dentro de aquello que se nos ofrece y hasta en ciertos sentidos, impone, donde medie el equilibrio y la armonía entre lo que poseemos y lo que deseamos. Ir más allá, como se puede advertir al ver las fotografías, puede hacernos pasarla mal.   

* Diseñadora de Indumentaria graduada en la UBA


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