Importuno pasado

“EL REGALO”

Por Lorena Bellesi
bellesi_lorena@hotmail.com

La profundidad de la primera escena de la película “El regalo” (The gift) es un recurso harto suficiente para anticipar potentemente el tono general del film: la propensión hacia un escalonado suspenso estremecedor, cercado en el ir y venir de sólo tres personajes. La solitaria cámara  avanza en un lento travelling hacia adelante por la galería exterior de una moderna casa de los suburbios, sin permiso, con una expresiva tácita inquietud. De esta manera, el movimiento inicial nos coloca en el espacio físico principal donde transcurrirá la historia.
Simon (Jason Bateman) y Robyn (Rebecca Hall) son un joven matrimonio que acaba de mudarse, por cuestiones laborales del hombre se trasladan de Chicago a California. En plan de conseguir un nuevo hogar prefieren la paz de las afueras, por tal motivo eligen una residencia alejada del presuroso ritmo urbano, rápidamente se inclinan por una casa compuesta de enormes ventanales que permiten apreciar el estimulante verdor que los rodea. Los esposos poseen el halo indiscutible del éxito contemporáneo gracias a su belleza, su temple tranquilo y educado, una sociabilidad simpática que les viene de una situación laboral sólida y auspiciosa. Muy a su pesar, la ausencia de hijos deviene en una sombra dolorosa que les resta la perfectibilidad deseada. La esposa, un ser muy sensible, es la más afectada, guarda para sí un inconfundible sufrimiento, una frustración mortificante que parece torturarla secretamente. Los cambios muchas veces devuelven las esperanzas perdidas, renuevan la mirada confiada hacia un mañana floreciente. En este caso, la tranquilidad perece deprisa, a la par del imprevisto encuentro con un ex compañero del colegio de Simon. La admisión en sus vidas de Gordon “Gordo” Mosley (Joel Edgerton, también es el director de la película), desde un principio, tiene un fuerte impacto, él se impone por prepotencia, por insistencia, está “al acecho”. No espera a que lo llamen, se asoma súbitamente, deja regalos sin dar muchas explicaciones, es un “ladrón la revés”. Así pues, su presencia paulatinamente se vuelve perturbadora, le añade un toque de intriga aterradora a una rutina que se ve totalmente damnificada. Gordon es una incógnita para todos, tiene la compostura y el aspecto de un ser inestable, huraño, todavía el “raro” del aula veinte años después. No obstante, siendo más específicos, la tensión se incrementa al ponerse de manifiesto un hecho pretérito, oculto, entre los viejos compañeros de la escuela. La casualidad del acercamiento permite saldar cuentas pendientes.
 “El regalo” es un thriller psicológico provisto de una intensidad que se desarrolla bajo la forma de conjeturas argumentales, giros narrativos, música funcional a la trama y buenas actuaciones. Un juego de máscaras inquietante, lo cual significa la inevitable desconfianza, la duda estremecedora. Algún que otro sobresalto acelera las pulsaciones del espectador y nos hace partícipe de un suspenso efectivo, dramático. Si la ven, el final no se cuenta.



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