Educación gratuita e irrestricta

¿QUÉ DICE LA NUEVA LEY?

Por Mariano Fernández

La educación en general y la universitaria en particular, han recorrido un largo camino en la Argentina. La reciente sanción en el senado, de las modificaciones a la Ley 24.521 -la "Ley de educación superior" del menemismo-, reabre algunas polémicas -sobre todo en el contexto político del momento-, y oculta algunas otras. Veamos pues qué se modifica, repasemos parte de esa historia que dijimos haber recorrido.

La reforma de 1918 (o el Mayo Francés 50 años antes)
La reforma universitaria de 1918 es un movimiento estudiantil no tan conocido, incluso por los estudiantes de grado, pero fue uno de los sucesos más importantes en la estructuración de la educación universitaria argentina. La formación académica de la época, era accesoria a las necesidades de las clases acomodadas, que democráticamente o no, regían los destinos del país. Esta funcionalidad, se expresaba en los planes de estudio, en la reproducción ideológica de esos contenidos. El movimiento estudiantil nacido en Córdoba y que protagonizó la reforma del ‘18, enarboló las banderas de la educación laica, el concurso de profesores para ocupar los cargos, y ciertas medidas más académicas, así como otras bien de fondo: el compromiso del universitario con la realidad social del país y el cogobierno de la universidad entre docentes y alumnos. La importancia de la reforma como movimiento podemos enmarcarla con sólo algunos nombres: participaron de ella Yrigoyen, Frondizi, Illia, Alfonsín; y de las repercusiones a nivel latinoamericano, Salvador Allende de Chile y Fidel Castro de Cuba. En 1968, cincuenta años después, los estudiantes franceses protagonizarían el Mayo Francés, que tuvo en jaque al gobierno de De Gaulle, en una confluencia obrero estudiantil sin precedentes. Esa Francia a la que a veces nos queremos parecer, levantó los principios de la reforma de los cordobeses argentinos y se inspiró en ella. Buena señal. Las dictaduras sucesivas fueron modificando o disminuyendo garantías, hasta que el proceso de 1976, restablece el cupo y los exámenes de ingreso, y elimina contenidos, bibliografías, autores permitidos y lo más nefasto de todo: estudiantes también.

Universidad en el mundo
Las realidades difieren de un país a otro. Hoy en el mundo, el modelo gratuito e irrestricto no es el imperante. Inglaterra, Australia, Francia y EEUU tienen las universidades más caras del mundo, con matrículas promedio de 25.000 dólares, monto que puede aumentar o disminuir dependiendo del curso elegido. El ingreso es por antecedentes. Japón cuenta con un sólido sistema educativo y de mucho menor coste que el resto (aproximadamente 7.500 dólares por matrícula). Alemania, que encabeza los rankings mundiales de muchas cosas, es el país de la educación universitaria gratuita. Finlandia, la vedette en cuanto a educación del mundo, también. Cuba, el lugar que los graduados de todas esas universidades famosas del mundo eligen para tratar su salud, formó a los profesionales en universidades totalmente gratis.

La Ley y su reforma
En los ‘90, el menemismo sancionó la “LES”: Ley de Educación Superior. Para la universidad, en su artículo segundo, de entrada y sin pestañear, califica a la educación como "un servicio" y libera a las universidades a cobrar por prestarlo. En el artículo 50, segundo párrafo, explicita que puede limitarse el ingreso por examen. ¿Cuál es el impacto de esto en la realidad? En los ’90, donde el cólera azotaba el noroeste, se esgrimía argumentos sobre la excesiva cantidad de médicos que se formaba. Las restricciones ya sea por cupo o arancel, dejan fuera del sistema a aquellos que aun desde allí contribuyen con sus impuestos a financiar la educación. Cada vez que usted compra el pan, lo hace.  Las medidas de corte restrictivo, además de dar lugar a institutos que preparaban a los candidatos pudientes para los exámenes de ingreso, daban lugar a algunos casos de corrupción. No ingresaban sólo aquellos que aprobaban el examen, sino aquellos que podían pagar una preparación. La reforma de la ley, aprobada por el oficialismo, rechazada por el PRO en diputados y con el significativo retiro de Michetti de la Cámara, fue aprobada garantizando la gratuidad y el ingreso irrestricto. ¿Es suficiente?, es la pregunta. Tal vez no. Veamos por qué.

¿Universidad para qué, para quién?
En los ‘90, la prestigiosa Universidad de Ingeniería de la UBA, recibió subsidios de la empresa Motorola. En contraprestación la Facultad intentó cambiar sus planes de estudios, orientándolos a "comunicaciones". ¿Se entiende? Motorola formaba prácticamente gratis, 200 ingenieros por año a medida de sus necesidades. Hoy Monsanto, y otras empresas del ramo, hacen lo propio. Y allí radica el fondo de la cuestión. En un país donde todo se necesita, el perfil de profesional que formamos es fundamental. Al servicio de quién estará, es la divisoria de aguas. Si del desarrollo de un país o de los intereses de empresas de capitales extranjeros. Si al servicio del pueblo o de grupos reducidos. Durante años, la universidad en el mundo y su curso restrictivo, formó los gobernantes de las naciones. Y los tomó de entre quienes tenían el acceso a esa formación. Poderosos y ricos anglosajones, para perpetuar su poder. Hijos del pueblo, de campesinos y obreros en otros casos, para disputarlo. Ese es el debate.  Nunca más acertado, eso de que sólo la educación, nos hará libres.



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