Editorial

Como quien no quiere la cosa, llegamos al penúltimo mes del año. En diciembre, junto con el cierre del 2017, El Observador entrará en receso por tiempo indeterminado. No son motivos económicos los que han determinado tal decisión, aunque el mango nunca nos sobró y trabajamos duro para sostenerlo en estos casi 8 años ininterrumpidos en la calle. Los motivos son personales y por ello, más vitales aún que el dinero que sustenta nuestra existencia. Para quien no lo sepa, fue principalmente mi gusto por la palabra escrita, lo que impulsó el generar este proyecto, sumado a un convencimiento de que abrir espacios de reflexión y difusión, generador de ideas y debates, siempre suma a una sociedad, si ello se hace con buena intención y manteniendo el mayor equilibrio posible, refiero a eso que llaman “objetividad”. Mesura, moderación, cautela, son necesarias cuando se quiere lograr una comunicación, mas no deben emparentarse con tibieza, cobardía o ligereza; muy por el contrario, son requisitos ineludibles para habilitar diálogos y aportar información. Lo hablaremos largo y tendido en la próxima edición. Por ahora, bienvenidos al Nº 103.

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