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 EL HOMBRE MEDIOCRE

Por Julieta Nardone

Es un ensayo contundente, y no lo es sólo por su título. El autor, José Ingenieros (1877-1925) lo pergeñó con el propósito, un poco pretencioso, de examinar las células de lo que él llama “hombres sin personalidad”. O, en otras palabras, “el hombre masa, el ser que se pierde en la multitud y que no se atreve a ser diferente”. Así las cosas, la palabra mediocre apunta, esencialmente, a indiferente. Pero si corremos los velos arquetípicos, parece que estas líneas compusieron además, un juicio contra el presidente de entonces, Roque Sáenz Peña, ante el rechazo de su postulación para la cátedra de Medicina Legal de la Universidad.
Bajo el firmamento del positivismo, Ingenieros adopta una perspectiva evolutiva para trazar el desarrollo psicológico de la humanidad. La meta, el punto de máximo perfeccionamiento, es el hombre idealista, aquel ser minoritario cuya superioridad se erige en la capacidad de soñar y fecundar proyectos transformadores. Parece innecesario decir en qué escala se ubicaba el propio escritor… Más allá de esto, abundan ideas que vale la pena rescatar: “Aparecen [los ideales] cuando la función de pensar alcanza tal desarrollo que la imaginación puede anticiparse a la experiencia”.  
En un estilo incendiario, estas páginas todavía tienen el poder de escandalizar: “Las jornadas electorales conviértense en burdos enjuagues de mercenarios o en pugilatos de aventureros. Su justificación está a cargo de electores inocentes, que van a la parodia como a una fiesta". Elocuencia vitalista, una mezcla de pasión, rabia y voluntad de cambio: “Nadie piensa, donde todos lucran; nadie sueña, donde todos tragan”.
Pensar la mentalidad reinante, hoy, es un poco como mirarnos en aquellos siniestros espejos que devuelven imágenes deformadas: es posible identificarnos, a pesar de no alcanzar a divisar en esos reflejos lo que en lo más profundo creemos ser. Asimismo, nos cuesta reconocernos como seres integrados en el trabajo, la casa, las faenas del amor y la amistad, la cosa pública.  Se nos antojan espejismos lánguidos… o cuanto mucho, partículas de vida sueltas, desencajadas…
Permítaseme un salto (creo que viene al caso): son muchos los pensadores de nuestro tiempo que han señalado que los mecanismos de control en las sociedades modernas no necesitan de estructuras persecutorias o de tortura. Tan microscópica como poderosa, la construcción de la “opinión pública” es un dispositivo del poder que orienta la reflexión de la mayoría y establece los límites de lo pensable y lo decible. Los ciudadanos creemos ejercer nuestra libertad en esa ilusión de “consenso”, en ese mito del “sentido común”.  
Hay que cuidarse de esa concordia inverosímil, aconsejaría Ingenieros… si ningún clamor de pueblo se percibe, no resuena el eco de grandes voces animadoras.

LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL
LOS TRES DEL MES
En esta oportunidad proponemos una terna de historietas nacionales:    
MAFALDA, Quino
La muchachita adulta, figura mítica que atravesó fronteras y se convirtió en una estrella internacional, sigue cautivando a todo el espectro generacional. Unida a la infancia y adolescencia de gran parte de nosotros, es cabal muestra de que “no hay humor sin inteligencia”, como se acostumbra a decir. Rebelde, reflexiva, cuestiona –a veces desde una camuflada inocencia- los convencionalismos sociales, las bases burocráticas de toda institución, provocando un ligero extrañamiento frente a la mansedumbre de los paradigmas adultos.
PATORUZITO, Dante Quinterno.
Retrata las aventuras del niño tehuelche, un pequeño cacique que, se suponía, era la versión infantil del cacique Patoruzú. El protagonista es un chico noble, valiente, fuerte, dotado de un genuino ingenio criollo y de alma solidaria. Debe enfrentar intríngulis tramados por malignos personajes (ladrones, indios malos, cuatreros, ambiciosos extranjeros, etc.), obstinados en robarle las tierras que heredó de su padre, el cacique Patoruzek. En compañía de su "Pamperito", campean el escenario patagónico. Su fama actual se debe a la película animada que se estrenó hace unos años en el país.
MACANUDO, Liniers.
Esta tira nos cuenta la amistad y entretenimientos de Enriqueta, el gato Fellini, el peluche Madariaga. Entre dos bordes, sentimental y naif, la historieta experimenta un humor casi surrealista, para nada vaciado de emociones. Además, su creador tiene apariciones como personaje, bajo el ropaje de un conejo-hombre que lleva un elemento clave para su identificación, los lentes. Sus intervenciones desopilantes ponen a prueba una risa autorreferencial muy saludable.




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