DECÁLOGO DEL ASPIRANTE A EXITOSO “PERIODISTA-AV*”
(PRIMERA PARTE)
Por Enrique Medina
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A pesar de que ser “periodista-AV” es una actividad sublime, de paladines, no descarte los posibles beneficios prácticos. Se empieza siendo pasante, se continúa ganando un sueldo y se termina discutiendo sobre pautas publicitarias y sobres de sobresueldos (en casos excepcionales se habla de portafolios con billetes verdes). Si no le enseñaron estos beneficios en la escuela de periodismo, no desespere, es una materia de la universidad de la calle. Existen talentos precoces, pero digamos que no es su caso. Persevere y tendrá su interlocutor, una llamada inesperada y grata sacudirá su celular. En cualquier emprendimiento profesional para alcanzar el éxito es conveniente tener una meta elevada, algo así como la zanahoria delante del caballo. Por ejemplo, sería bueno que usted se imagine dueño de un multimedios. Esto lo estimulará cuando en su primera etapa de aprendizaje lo manden a comprar cigarrillos.
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Cuando logre tener su primer programa, aunque comience en un sitio trucho, preste atención al título que le pondrá. Nunca se sabe, puede tener un éxito imponderable y ser llamado para las franjas paquetas. Agiórnelo con palabritas pop, off, data, así se ubicará en la generación de punta. Ojo con el equipo de colaboradores, puede que entre ellos haya uno que tenga una secreta cartera de avisadores y lo desbanque de la conducción. No trabaje con comentaristas-corresponsales-movileros-encuestólogos que le puedan hacer sombra (recuerde sus tiempos de movilero cuando hablaba en un sinfín interminable sobre el crimen de moda o la importación del mosquito colorado), ni dialogue con ellos cuando hacen uso de la columna que les corresponde, pueden envanecerse, salvo que necesite embarrarles la imagen o transversarles el discurso. Veamos: si el comentarista de cine dice que una película es buena, usted diga que no le gustó, así le quema el chivo que le quisieron pasar por alto y la audiencia tiene bien en claro quién es la autoridad del programa. Cuando haya un tembladeral político-oficial de esos, ¿vio?, ponga como principal noticia el aniversario del ataque a Pearl Harbor; o recule más, hable del caso Dreyfus y relaciónelo con Martín Fierro. O de una, recurra a la Biblia y diga que es “el libro de los libros” y dele pie al especialista en deportes que sabrá realizar el enlace con Discépolo o Maradona. Si estas cortinas de humo no lo convencen, entonces vaya al punto fijo gardeliano: la página policial. Desde los tiempos bíblicos, crímenes, degüellos y violaciones han sido recetas más que efectivas para atraer la atención de las muchedumbres. O hablen todos a la vez, esto confunde a la audiencia haciéndole creer que ustedes son apasionados que buscan la verdad última. Lo malo es que la audiencia disminuye. Véale el lado positivo: también disminuirán los insultos.
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Ojo con la cortina musical, representa: lo nacional, limita; Glenn Miller, avieja; Madonna, degenera; un solo de piano, empobrece; los Chalchaleros, engordan; Guarany, alegra; y así… En caso de titubeo acuda a una canción de moda que pentagramee en positivo: “Hoy es un lindo día”, o algo parecido, nunca el elogio de la depresión, eso déjelo para los genios de la literatura. Y si alguno le plantea que es una vergüenza la dependencia material, moral, y espiritual hacia todo lo que viene de afuera, respóndale que usted no se ha detenido en el tiempo y que tiene una visión más amplia porque es un habitante del mundo y no de una aldea.
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Es conveniente no hacer editoriales, puede comprometerse. Tenga en cuenta que algunas personas memorizan. Evite referir a temas cruciales como la salud, la inseguridad, la criminalidad, los jubilados, la pobreza, la corrupción, etc. Pero si lo hace para impactar en la audiencia y levantar el rating, hágalo mezclando ideas y en complicidad con los reporteados, con voz de hacha y gesto de prócer, es decir: palabras anodinas pero gritadas. La audiencia se queda con la pose, nadie tiene tiempo para el contenido. En fin, en lo posible sea neutral siempre. Hasta que consiga algunos pedidos con beneficios. A esto se le llama “operar”. Si no logra inventar una “Doña Rosa” como la de Neustadt, no se amilane, haga lo de todos: recurra al taxista, no se lo recriminarán, ni ellos ni la audiencia. Nombrando al taxista demuestra estar ubicado en la clase media, lo que le da chapa de inteligente-medido-sobrio, y que aún no ha logrado un Mercedes-Benz pero sí que ya no viaja en colectivo como la gilada. Chimente pero sin dar nombres, siembre la idea de que tiene “contactos de nivel” en las primeras líneas políticas, y que usted sabe un montón de todo pero mejor no habla porque podría ser trágico. Así tendrá prestigio de “periodista consultado y objetivo”, lo que le permitirá negar hoy lo que aceptó ayer, y todos le creerán. Pero en el caso de que se vea presionado desde arriba o sienta un cosquilleo por debajo de la mesa, ¡juéguese!... Recuerde que el perro debe lamer la mano del amo y que usted no eligió ser Don Quijote sino un periodista cuyo fin principal es manejar un multimedios. No olvide su lastimosa etapa rogando un avisito al peluquero del barrio. Este recuerdo lo estimulará, sin ninguna duda, para perseverar en la lucha.
(*) Audio-video.
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