EL ÚLTIMO ARGENTINO
Por Diego Kenis*
Con la prepotencia de trabajo que lo caracteriza (Roberto Arlt dixit), Enrique Medina envió a imprenta un nuevo libro. Después de las reediciones ampliadas y corregidas de Gatica y Strip Tease, el colaborador de El Observador presenta El Último Argentino, editado por Galerna al cuidado de Alejandra Tenaglia.
Varias joyas guarda este libro. Se corresponden con las tres partes que lo componen. Quizá la densidad de sus novelas, relatadas la gran mayoría mediante un catártico uso de la primera persona del singular, haya colocado en un injusto segundo plano a sus cuentos, narraciones cortas que producen el efecto del descalabro sobre la plácida realidad cotidiana del lector. Suelen reconocerse, dentro del género, los relatos de Las Hienas (1975) y Deuda de Honor (1992). Pero sobre Los Asesinos, originalmente editado en el orwelliano 1984, reinaba un olvido inversamente proporcional a su calidad literaria. Prácticamente inhallables en su edición original, esos relatos componen la primera parte del flamante volumen. Se trata de oportunas estocadas de billar que dan en el clavo, dibujando en pocas y precisas líneas rostros y circunstancias de personajes acomplejados y oprimidos, que buscan en el alarido silencioso su última chance de supervivencia.
A este corpus recuperado, que configura per se una buena noticia para los lectores, se agrega en este caso una serie de coloridas crónicas sobre personajes de la música, el deporte, la farándula. En estos tiempos de frivolidad grosera, Medina viene a demostrar con sus misceláneas que siempre vale la pena esbozar un muestrario de las circunstancias que evidencian que algunos idolatrados íconos son en realidad hombres o mujeres comunes en situaciones extraordinarias. Desfilan por estas páginas aspectos desconocidos o anécdotas cotidianas de Evander Hollyfield, Dizzy Gillespie, Luis Sandrini o Hugo del Carril.
Finalmente, el cuento que da título al volumen. Sobre él conviene no hablar, para evitar cualquier prejuicio. Es un texto que merece leerse sin más preconceptos que los que uno trae del diario andar por la calle y la lectura del periódico. Con el punto final de ese relato cada lector tendrá sus propias respuestas. O más preguntas.
En poco más de 250 páginas, como ha quedado dicho tácitamente en esta breve reseña, Medina confirma su versatilidad. El Último Argentino ofrece estímulos propicios para el despertar de los más variados pensamientos y emociones.
* Periodista de Bahía Blanca; trabaja en EcoDías, El Diario de Bahía y Viento Sureño.
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