Por Carlos Bonino
carlosgbonino@gmail.com
Lo
mejor que tiene febrero es que la plata alcanza un poco más. Parece mentira, pero
2 ó 3 días menos te cambian la economía mensual. Ahora que ya sabemos que
contamos con un resto, ¿qué podemos hacer? Ni
sueñe en comprar dólares, están más caros que mantener a Wanda.
No
me vengan con la idea de un regalito para San Valentín, porque me sale “La
Tana” Ferro y empiezo a insultar. Nos tratan de imponer una fiesta yanqui cuando
además nosotros ya teníamos el 20 de septiembre para festejar el día de los
novios. El 14 de febrero me suena a un dúo: Arjona-Jorge Rojas. Muuuuuuuuuuuuuuuuy
meloso. Empalagante, le diría.
Otro
aspecto de la economía del segundo mes del año, es que las vacaciones son más
baratas que en enero. Con un poco de suerte nos encontramos con unos jubilados
copados que nos cuiden los pibes y la pasamos bárbaro. Tal vez, nos queda algo
de tiempo para tirarnos al sol y apagar un poco esa luminosidad típica del
vacacionante atrasado.
Pero
los tiempos cambian: al calentamiento global y al futuro sin Justin Bieber en
los escenarios, ahora se le suma que las clases empiezan en febrero. ¡Basta! Si
seguimos con tantas cosas raras, un día Sabella lo va a convocar a Marley para
que ataje en la selección. Bueno, mucho más no hay…
Pero,
dígame: ¿cómo se entiende que las clases empiecen en febrero y los carnavales
sean en marzo? Ni los Mayas se atrevieron a predecir tanto desastre. Ahora que
lo pienso: con la compra de útiles, guardapolvos y lapicera
303, el dinero que me sobraba en febrero, se va a esfumar como los papeles de
los autos de Fariña.
Una
pregunta clásica en este mes, es si estamos en año bisiesto. La respuesta es
más contundente que el casamiento por conveniencia entre Reinaldo y Adelfa (que Dios la tenga en la gloria). Volvamos a lo
del bisiesto: no señores, el año tendrá 365 días. La forma más sencilla de
recordarlo es relacionarlo con el deporte. Los años que hay juegos olímpicos,
son bisiestos. En el 2014 lo que hay es mundial. Por lo tanto sumando ello a lo
anterior, tenemos dos certezas: febrero tendrá 28 días; y las cadenas de
electrodomésticos la van a levantar en pala con los televisores que van a
vender.
Podríamos
seguir toda la nota enumerando las cosas que pasarán durante la cita
mundialista en Brasil, pero para eso tenemos el mes de junio. Ahora quiero
seguir llorando la pena de esperar hasta marzo para inflar los globitos de
agua. Porque ya lo decía una vieja publicidad: “El que se moja, no se enoja”. En estos nuevos tiempos, podríamos
decir: “no me tire con el fuentón, que
estoy copiando del pizarrón”. Y yo que me burlaba de Belén Franchese…
Vio
que hay un tipo que se gana la vida escribiendo esas rimas berretas en los
sobrecitos de azúcar. De verdad, existe y se llama Joe Fernández. No sólo eso,
además fue novio de Flavia Palmiero. Pensar que hay personas que le hacen monumentos
a Mostaza Merlo.
La
palabra monumento usada en febrero, no puede más que remitirnos a la creación
de nuestra bandera. Fue un 27, allá por el año 1812 (no sé si era bisiesto
porque aún no se disputaban las olimpiadas). Ese día, Cosme Maciel izó por
primera vez la blanca y celeste. Este acontecimiento, me hace pensar en un
hombre, que a orillas del Paraná nos legó su obra eterna. Que sin importarle
las consecuencias, le mostró al mundo lo que los argentinos éramos capaces de
hacer. Para usted Don Jorge Messi y para su esposa Doña Celia, va mi plegaria: por
favor, cuiden a Thiaguito así su padre puede dormir bien, y nos da a los
argentinos este año la hermosa posibilidad de robarles a los brasileros, en su
propia casa, esa algarabía que a ellos los caracteriza y por lo menos a mí, ¡me
irrita!
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