Por Verónica Ojeda
Diciembre,
mes de cierres. Cuando pienso en este mes vienen a mi mente fechas y momentos
que tienen que ver con finales de algo. Supongo que a muchos de ustedes les
debe pasar lo mismo. Finalización del ciclo escolar que conlleva en más de una
ocasión, la culminación de una etapa. Para los más chiquitos el cuadrille
quedará colgado en la percha como un recuerdo imborrable de la infancia. Los
chicos de primaria entrando en la adolescencia y comenzando una nueva fase en
la secundaria. Y para los más grandes, dejar la escuela, el guardapolvo o
uniforme para empezar la Facultad, alejarse de la casa paterna. Todos los
finales son distintos pero todos tienen algo en común: el comienzo de algo
nuevo, una nueva puerta que se abre, la incertidumbre, las expectativas, las
emociones.
Cambiar
de casa, de trabajo, de situación sentimental o estado civil, todo tiene un fin
pero también implica un nuevo comienzo… Ya en breve llegan las Fiestas, se
empieza a sentir el clima navideño, termina otro año y a veces solemos
necesitar cosas nuevas, algunos cambios, distintos propósitos o simplemente
tomar distancia y descansar. Y ese es el caso que hoy me lleva a despedirme de
este medio que por casi cuatro años me brindó un espacio donde poder escribir,
en donde volcar y brindar mis conocimientos, al principio de una manera más
técnica, y luego con el tiempo y las experiencias vividas o escuchadas, la
narración fue transformándose en historias… Tanto me gustó esto de los relatos,
que más tarde iban creciendo dentro de mí como producto sólo de mi imaginación,
permitiéndome crecer y ejercer esto de la escritura. También me hice eco de la voz de los más pequeños a través de las
entrevistas. Jugué a ser escritora sin pretender seguidores, pero para mi
sorpresa, algunos tuve… Y el pensar en que aunque uno solo me leyera y mis
palabras le sirvieran al menos para distraerse, ya me ponía contenta. A la vez
eso favorecía o muchas veces servía de inspiración para el próximo relato. Conocí
muchas personas que me contaron sus vivencias para que luego las transformara
en un texto, a todas ellas les agradezco la confianza. A veces las personas sólo
necesitan ser escuchadas.
Gracias
por dejarme volar, por la libertad que siempre tuve para escribir, por los
aportes y por hacerme crecer que, particularmente, es lo más importante. Gracias
por el aliento y por enseñarme.
A
los lectores gracias por incentivarme, porque aunque me diera un poco de pudor
y sentirme al descubierto ante un “siempre te leo”, eso me alegraba el día.
Siento
que hemos llegado al final del recorrido, como cuando se va de vacaciones y se
terminan; se disfrutó, bueno ahora a retomar.
Como
ven, yo también estoy cerrando un ciclo. Me llevo mucho, todo lo aprendido y la
satisfacción de haber hecho algo que dio mucho placer. Seguramente vendrá otra
u otro columnista con su estilo, con sus ganas de ser leído. Por ahora sólo les
digo gracias y ¡hasta pronto! ¡Felices Fiestas! Y ojalá el año próximo puedan
abrir nuevas puertas y nuevos proyectos. Te voy a extrañar amigo Observador…
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