Por Alejandra Tenaglia
Ya, ya, ya las tenemos encima… A mí no
me importan. ¡A mí me encantan! Si puedo, me voy lejos donde no me conozca
nadie. ¿Qué cocinamos este año? La Navidad es esperanza. Yo en Dios no creo,
por eso festejo nada más que el 31. ¡Las odio! Por un día al año, ¿tanto te
tenés que quejar? Estoy armando mi lista de deseos para el 2016. ¿Qué Play, de
dónde querés que saque esa plata?… Comprá malbec que tu cuñado si no se queja. Voy
a hacer pan dulce casero. Es el primer año sin… ¿Y si no le pongo frutas
abrillantadas, que a nadie le gustan? No quiero festejar, no-quie-ro. Justo me
toca trabajar, ya organizamos para brindar ahí. Si le hacés regalo a uno, le tenés
que hacer a todos… ¿Vendrá tu prima o seguirá enojada? Yo me encargo del lemon
champ… Ni arbolito armaste, amarga. A lo mejor ese día, me llama… ¡¡¡Siempre
tenés que estar criticando a mi familia!!! Pueda ser que tu hermana haga vitel
toné… Voy a misa y a dormir. ¡Dale mami, un petardo aunque sea! Ceno con los
vecinos… A mí la mesa larga, la familia reunida, las fiestas en general, me
hacen feliz. ¿Quién cocina el lechón? Solo, las paso solo. Abuela, ¡se quemó
una lucecita!... ¿Ya es medianoche?
Son algunas de las frases que sonarán
en estos días, anudando emociones tan dispares como alegría por lo que sí,
nostalgia por lo que ya no, ilusión por lo que tal vez, valentía y templanza
para enfrentar todo ello a la vez. ¿Saben cuánto los quiero? Gracias por
dejarnos entrar a sus casas, un año más. ¡Salud y hasta el 2016!
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