Muchas veces nos han planteado los lectores
de la columna de Fitoterapia que aquí ofrecimos durante el 2015, de qué modo
podían utilizar las distintas hierbas naturales. Es por ello que a lo largo de
este nuevo año, lo que ofreceremos son consejos para saber CÓMO usar cada una
de ellas, comenzando por un método que abarcará a un sinnúmero de casos: la
tisana.
¿CÓMO PREPARAR UNA TISANA?
Por Romina Bianchini /
Farmacéutica – Dra. en Cs. Químicas
Cuando se
habla de tisanas se hace referencia
a bebidas saludables, muchas de ellas con propiedades curativas, obtenidas a partir
de diferentes partes de una planta como pueden ser flores, raíces, hojas, frutos,
semillas o incluso de la planta entera.
Las
tisanas han sido preparadas para beber como té desde la antigüedad; su forma de
preparación apenas ha cambiado en siglos y la fórmula ha llegado hasta nuestros
días de abuelas a madres y de madres a hijas. Cada hierba tiene su propio poder
curativo y/o beneficio para la salud; posee propiedades calmantes, digestivas,
estimulantes, laxantes, etc.
La
medicina tradicional basaba sus conocimientos en la observación. A través
de la experiencia se llegó a conocer las
propiedades de una gran variedad de plantas medicinales, para luego poder aplicarlas como tratamiento en diferentes
patologías. La farmacología actual, aunque más sofisticada y más
“química”, también se basa muchas veces en la botánica. De hecho la
palabra “fármaco” proviene
del término griego
“farmakon”, que significa “hierba de curar o hechizar“.
Pueden
preparase tisanas para distintas dolencias. Podrá emplearse una sola planta o la
combinación de dos o más hierbas para aliviar síntomas como el síndrome pre
menstrual, reducir o prevenir molestias digestivas, reducir la fiebre, entre
otras. Algunas tisanas pueden ser bebidas frías y las hay que se usan por vía tópica
como astringentes y desinfectantes.
Elaboración
Para aprovechar
al máximo todos los efectos beneficiosos es importante preparar adecuadamente
una tisana. Existen tres métodos de elaboración: infusión, decocción,
maceración.
Infusión: es la forma más sencilla
de preparar un remedio herbario. Se utiliza cuando la parte de la planta a emplear
es blanda, como cuando se trata de hojas y flores, frescas o secas. Consiste en
calentar agua hasta ebullición, retirar del fuego y ponerla en contacto con la
hierba. Se tapa el recipiente, se deja reposar entre 15 y 20 minutos y se cuela.
Se aconseja emplear recipiente de vidrio o cerámica (no de metal) y con tapa. Siempre
tener en cuenta que deben consumirse dentro de las 24 horas posteriores a su
preparación.
Decocción: este es el método adecuado
cuando se emplean tallos, semillas o raíces (partes más duras de la planta). Se
trata de introducir la planta, cortada en trozos pequeños, en agua fría durante
5 o 10 minutos y luego hervirlas lentamente durante aproximadamente 20 minutos.
El líquido resultante se cuela y ya está listo para beber.
Al igual
que las infusiones, deben consumirse dentro de un corto lapso de tiempo (se
conservan un máximo de 48 horas refrigeradas).
Maceración: consiste en dejar una
planta en contacto con un líquido durante un período de tiempo determinado. No es un método muy
empleado para la elaboración hogareña ya que requiere de mucho tiempo (entre 15
y 20 días aproximadamente).
Sugerencias
ü Se
recomienda calentar agua en el fuego en lugar de utilizar microondas.
ü Si el
agua del grifo no presenta características adecuadas, emplear agua mineral.
ü Según el
tiempo de tratamiento que se le aplique a la hierba cambiarán las propiedades
medicinales de la tisana. A pesar de que luego de 3 a 5 minutos presenta mejor
sabor, serán necesarios al menos 15 minutos para extraer las sustancias con
propiedades medicinales.
El
material seco se conserva mejor en frascos de vidrio, los cuales deben estar
bien limpios y secos. Para guardarlo durante poco tiempo (unos cuantos meses)
se pueden usar bolsas de papel limpias y cerradas. Siempre etiquetar el
recipiente con nombre de la planta y fecha. Conservar en lugar fresco, seco y
oscuro, alejado del calor y la luz del sol. Mantenerlo fuera del alcance de los
niños y de los animales.
No deberá
emplearse material seco que cambia de color debido a la humedad o a la
infección por hongos.
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