Máquina del tiempo / Mujeres guerreras

Por Ana Guerberof
ana.guerberof@gmail.com


Uno de los principales motivos de nuestro desconocimiento de las culturas del continente africano es que la tradición es principalmente oral y no escrita. Aun así, algunas mujeres han pasado a la historia por su valentía y singularidad gracias a los cronistas de la época. Una de estas mujeres es la reina Nzinga de Ndongo y Matamba (reinos que formaban parte de la actual República de Angola). Con la intención de contarles más detalles sobre su vida me subí a la máquina del tiempo hasta llegar al reino de Matamba en el año 1659.

Su alteza, acaba de firmar otro acuerdo de paz con Portugal, ¿cree que esta vez lo cumplirán?
No, no lo creo, pero parte de mi estrategia ha sido la negociación. Somos un pueblo pequeño que lucha contra una potencia marítima y la trata de esclavos. Se necesita negociar, resistir y atacar cuando sea necesario.
Usted pasó casi cuarenta años luchando por la soberanía de su pueblo. ¿Está abocado a la extinción el reino de Matamba?
Espero que no, aunque los portugueses consigan doblegarnos, resurgiremos. Un país no puede construirse sin su soberanía y sobre la base de la trata de esclavos.
En eso estoy de acuerdo. Igualmente, los portugueses la respetan más de lo que respetaron a su hermano.
Mi medio hermano, yo sólo he tenido dos hermanas, Kifunji y Mukumbu. Él era una persona perezosa y caprichosa. Creía que por el hecho de ser rey, se cumplirían sus órdenes; lo cierto es que la diplomacia y la estrategia son las armas fundamentales para negociar con Portugal.
Dicen las malas lenguas que su hermano Mbandi no se suicidó en 1624, sino que usted lo envenenó.
¿Eso dicen? Todos sabían que yo no quería a mi hermano; mandó a matar a mi hijo para evitar que le usurparan el trono. Cuando le exigí que luchara contra los portugueses, que habían incumplido el tratado de paz del 22, se deshizo en dudas y el pueblo pagó las consecuencias. Muchos deseaban su muerte.
Entonces, usted se convierte en reina, Ngola en la lengua kimbundu [de ahí proviene el nombre actual del país]. ¿Cuál ha sido el momento más difícil de su reinado?
Sin duda la pérdida de Ndongo en 1625, los portugueses colocan a un rey afín a su causa, una marioneta. No me queda más remedio que huir, buscar aliados y conquistar Matamba.
¿Se convierte al catolicismo para liberar a su hermana Mukumbu de los portugueses?
No, yo ya me había convertido en el 22 cuando fui embajadora de Mbandi en Luanda, mi madrina fue precisamente la mujer del gobernador Correia de Sousa, de ahí mi nombre cristiano: Ana de Sousa. Sí es cierto que volví al catolicismo para liberar a Mukumbu.
¿En la negociación que siguió a su alianza con los holandeses?
Sí, me había aliado a los holandeses, derrotamos a Portugal y volvimos a ocupar parte de nuestro territorio, pero los portugueses lo recuperaron un año más tarde, en 1648. Comprobé que tanto los portugueses como los holandeses sólo querían abrir rutas para la trata de esclavos y que no cumplirían ninguna alianza.
Además de utilizar la vía diplomática, se la conoce como una gran guerrera. ¿Lo aprendió de su padre el rey Kiluanje?
Sí, de pequeña ya acompañaba a mi padre en las batallas. Aprendí a utilizar el arco y la flecha casi antes de saber caminar. Mi padre fue mi gran maestro en el arte de la guerra y de la diplomacia. 
Además de practicar la poliandria, se dice que usted come carne humana. ¿Qué hay de cierto en ello?
No es mi carne favorita, pero debo comerla para mostrar mi fortaleza. ¿Quiere probarla? Hacemos un guiso exquisito.
Mejor que no, su alteza, no merezco tantos honores, soy una simple periodista. Le agradezco igualmente…



La reina Nzinga muere en 1663 con 80 años. Su hermana Mukumbu la sucede como nueva Ngola de Matamba. En 1671 los portugueses pasaron a controlar parte de esta zona que no sería totalmente ocupada hasta el siglo XX. Nzinga continúa siendo en la Angola libre un símbolo de la lucha contra la esclavitud y por la independencia.

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