Por Julieta
Nardone
UN DÍA ES DEL MAESTRO…
¿Y
LOS DEMÁS?
Desde
hace décadas algo está cambiando en la relación de los docentes con la
comunidad, con las instituciones, y claramente, el binomio docente-alumno es y
será el más complejo de todos. A propósito, hace unos días se viralizó una
supuesta carta de educadores salteños en la que se refutaba con picardía un
pedido de los padres: “Atiendo a su solicitud
de no enviar más tarea para la casa, porque es de nuestra responsabilidad como
profesores enseñar las materias y no de ustedes, es por eso que quiero pedirles
que no manden más a la escuela niños irresponsables, faltos de respeto,
deshonestos (…) porque esa es su responsabilidad y no la deben delegar en
nosotros”. No creo que sea tan así, que no haya ni un atisbo del accionar
docente que no involucre la formación y el sano crecimiento de los chicos. En
la vereda opuesta, durante épocas de reclamos salariales, los docentes son
blanco directo de gran parte de la sociedad; y se corre a segundo plano la
legalidad, el reconocimiento material para generar mejores condiciones de
trabajo, así como mayor calidad humana y dignidad intelectual. De modo que tampoco
ha de ser únicamente cuestión de figuritas sueltas, de si tal o cual docente
tiene vocación de servicio, o si realiza su tarea como un autómata. El
vaciamiento global de los espacios de cultura colectiva banaliza la
problemática de la educación haciendo pie en el típico razonamiento posmoderno
que alguna vez el negro Dolina expresó con una paradoja divertida, punzante,
irrefutable: “somos deterministas en los
fracasos, e individualistas en el éxito”.
Por
estas razones (y en miras del 11/09) proponemos la lectura de un interesante
ensayo del intelectual George Steiner. Este humanista francés fue profesor
durante medio siglo en diversos países y sistemas de estudios superiores,
además de brillante crítico y teórico de la cultura. En Lecciones de los Maestros ofrece un camino menos pedagógico que
filosófico, pues esa dupla controversial le permite abrir preguntas sobre la
veracidad de la naturaleza de estos roles, su legitimidad, incluso la red
erótica de ambigüedad amor-odio que los liga… Cruces de símbolos y
experiencias, de figuras que van desde Jesús y sus discípulos, Sócrates y
Platón, Virgilio y Dante, a personajes más contemporáneos como Brod-Kafka,
Husserl-Heidegger, Heidegger y Hanna Arendt... Ninguno de estos intercambios se
describen despojados de carnalidad ni de valores éticos. Plantea cuatro
escenarios: 1) el del maestro que
destruye al discípulo; 2) el del discípulo que destruye al maestro; 3) el de la
armonía amorosa de la enseñanza y la recepción; 4) el de la negativa del
maestro a transmitir o la imposibilidad de encontrar discípulos.
En
todo el libro gravita una sutil tensión trágica que atraviesa la soledad
irreductible y última del maestro auténtico y, por tanto, la necesaria
autonomía del discípulo genuino. Porque para que un mensaje se constituya debe
haber un destinatario. Alguien que en algún momento de su crecimiento se siente
desgarrado entre la lealtad y el parricidio… Esa parece ser la naturaleza de
todo aprendizaje: salirnos de uno mismo.
LITERATURA PARA NIÑOS
EL
ARCOÍRIS MENTAL DE DOUGLAS WRIGHT
El
jardinero mágico es una tira de humor y poesía que aparece en la revista
digital Imaginaria (www.imaginaria.com.ar).
Su autor es ilustrador, humorista, creador de juegos visuales y escritor de
libros infantiles. Nació en Santa Fe (1949) y vive hace largo tiempo en Buenos
Aires. Douglas Wright, seudónimo que arropa al santafesino, fue un dibujante
canadiense, popular por su tira cómica semanal Doug Wright´s Family (más conocido como Nipper).
Lo
llamativo de esta obra es el efecto que produce. Y por suerte, en este tipo de
formatos electrónicos uno tiene la posibilidad de ojear qué les pasa a los
demás. Así, la mayoría de las entradas que comentan cada tira (en el sector “Humor”)
podrían resumirse en una idea clave: “no
entendí casi nada, pero igual se siente bien”. Las metáforas visuales,
plenas de colores estridentes y trazos redondeados, firmes; como también la
brevedad de los textos, son las marcas
de estilo de esta encantadora y pequeña historia.
Intentaré
describir una pieza: primera viñeta, con expresión cándida el jardinero observa
una nube en movimiento. Siguiente viñeta: la nube se ha acercado a tal punto
que pasa y se lleva su sombrero puesto. Las palabras que acompañan, nos roban
una sonrisa: “Algunos fenómenos de la
naturaleza son para sacarse el sombrero…”
Impera
casi siempre un clima de serenidad rayana en el ensimismamiento, sin embargo,
sale airoso ante el peligro de hundirse en el pantano de la inmovilidad. La
actitud general de su personaje es la de un estoico, es decir, un hombrecito
que acepta las cosas como son, las soporta dignamente. Pero, al mismo tiempo,
demuestra que la realidad no tiene fronteras si se cultiva, pacientemente, una
mirada mágica.
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