Por Julieta
Nardone
TROPERO DEL EROS, LA MEMORIA Y EL
PAISAJE
FRANCISCO
MADARIAGA
Un vitalismo
original nace sin dar resuello sobre las tierras imaginarias del correntino
Madariaga (1927-2000). Su libro “Criollo del universo” (Ed. Argonauta, 1998) es
una pieza más de aquella serie de “los raros” en la literatura nacional. En
cierta orfandad, dibuja un “contraviaje” que comienza por desamarrar el tono melanco de la ciudad hasta dar rienda
suelta al bramido más primitivo, furioso, del Corrientes de su infancia. La
patria sin alambrar.
No obstante,
hay siempre una elegancia de jaguar en su escritura que otea los esteros,
prepara el salto desde los montes o circula al galope sobre una llanura
subtropical hacia lo ilimitado. Es oportuno decir que la palabra “infinito”
abre frecuentemente el espacio de sus poemas hacia un horizonte cromático, animista,
onírico, que condensa toda una postura estética: ser criollo del universo con
mirada regional en expansión, sin clausura; y también, espolear la tradición
cual gaucho iconoclasta: “Soy el jinete
marino de todos / los colores. / Para mí patria es agua, / la tierra es agua, /
nuestra sonrisa es agua, / la pasarela al infinito es agua, / los santos son
agua, vírgenes son agua”.
En este
suelo sin punto fijo, por momentos vaciado de referencias, hecho de fragmentos
dispares, encuentra el escritor la objetivación
de su deseo: “En una mísera
trastienda de juncos / bebían pobres alcoholes verdes / y estaban azorados ante
el humo blanco del paisaje. / Como yo, no sabían de dónde venían / ni hacia
dónde iban. / Estaban bendecidos por el agua del cosmos”.
Se dice de
Madariaga que encarnó la gran hazaña de henchirse de surrealismo y luego
expulsar ese torrente furioso en esta escritura que recoge su tierra natal,
donde no cesa de recrear una fauna fantástica “junto a un corral llameante de troperos de todo lo que canta”.
Así, el
poeta exaspera la tensión que la poesía latinoamericana había dado origen en
las primeras décadas del siglo pasado, cuando confrontaba la novedad de
vanguardia y el anclaje en la tradición. Su imaginario poético se deja correr
por el río Paraná, entre lagunas y estuarios, reverberando símbolos y
analogías, descubriendo cómo “el agua
sangra al ras de todo lo que no está desgraciado”. Se nos revela, casi
desnuda (tanto que da un poco de vértigo o temor) la naturaleza vigorosa de su
escritura ya que “el poeta es el balsero
que cruza a veces a / los hombres / desde la ribera de la muerte a la ribera /
de la vida”. Palabras movedizas, fuertemente sonoras, dan con el “tembladero”
de cuerpos y elementos que resurgen en toda su apoteosis material, y es en este
“ahí y ahora” que jamás se detiene, donde se agita un “poncho abierto para el dios de las cuchillas de la infinitud”.
TRES POR UNO
Para los más
chiquitos, como lectura iniciática, venimos con COCOROCOCÓ (texto de Didi
Grau e ilustraciones de Christian Montenegro). Una historia simple,
completamente original, que progresa circularmente apoyándose en sonidos,
estampas y personajes. Mediante el juego fónico de onomatopeyas, voces y la
aparición acumulativa de imágenes, se busca incitar al proceso de memorización
y de identificación de figuras que reaparecen y crecen hasta poblar toda la
página.
BERTA Y SU
GATO, una divertida colección de Ema Wolf
(textos) y Carlos Rodríguez (ilustraciones). Dos personajes adorables en cuatro
libros (Ed. Alfaguara): A Berta le encanta amasar a su gato, A Berta se le perdió su gato, El
gato de Berta tiene pocas pulgas, En carnaval Berta disfraza a su
gato. Del encuentro entre
estas dos especies, niña y felino, surgen situaciones desatinadas que remontan
vuelo mediante el juego con lo literal, los tópicos del disfraz, desapariciones
y búsquedas. Basta encontrarse con las tapas para notar que, sin subordinarse a
las palabras, la picaresca visual enaltece la inocencia más tierna que dista
mucho de ser torpe ingenuidad.
Y la
tercera, un clásico de literatura universal: ABRAN CANCHA QUE AQUÍ VIENE DON
QUIJOTE DE LA MANCHA (Ed. Colihue). Por supuesto, se trata de un texto
adaptado por Adela Bach del genio de nuestra lengua, Cervantes. Reelaborado
como obra de teatro para chicos, sintetiza algunas de las aventuras del
caballero andante y su escudero, Sancho Panza. Una composición divertida con
diálogos rimados y grandes dosis de humor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario