BERTOLT BRECHT
Por Ana Guerberof / ana.guerberof@gmail.com
Berlín es una ciudad mítica que vive en el imaginario de todos: la Primera
Guerra Mundial, la vida cultural de los años 20 y 30, el nazismo, la Segunda
Guerra, el reparto, la reconstrucción, el muro, y la caída del muro. El
presidente francés Giscard D'Estaing dijo en 1979: “La libertad de Berlín es también la nuestra”, así de importante es
esta ciudad para Europa. Desde su unificación, no ha dejado de crecer y, sin
embargo, la reconstrucción es ecléctica, como si cada herida, cada edificio
reconstruido tuviera un estilo y alma propios. A veces, se tiene la sensación
de estar en la República Democrática Alemana (RDA) mientras que otras se
vislumbra el futuro a través de su carácter cosmopolita y vanguardista. No se
parece en nada al resto de ciudades teutonas y, al mismo tiempo, las representa
a todas. Es tan peculiar como lo fue uno de sus habitantes más predilectos:
Bertolt Brecht, el escritor, poeta y dramaturgo alemán creador del teatro épico
y de la teoría del distanciamiento.
Este hombre singular, con convicciones socialistas a prueba de exilios y
juicios, vivió sus últimos años en la RDA en esta casa del número 125 de la
calle Chaussestrasse a pocos metros del teatro Berliner Ensemble fundado por el
propio Brecht y por Helene Weigel, la famosa actriz alemana y segunda mujer del
autor. La casa contiene el archivo oficial de su obra (compilado por la propia
Weigel) y es un museo abierto al reducido público que lo visita. Al volver de
un exilio de 15 años forzado por el nazismo, Brecht y su familia se instalaron
en Weissensee, a las afueras de Berlín, pero las desavenencias conyugales
hicieron que él solicitara un apartamento cerca de la ciudad. Debido a la fama
internacional de Brecht, el gobierno comunista accedió a darle este apartamento
de tres estancias para proyectar una imagen positiva fuera de sus herméticas
fronteras.
Tras las súplicas en forma de poema -según nos cuenta la excelente guía-
Helen Weigel decide volver a vivir con Brecht y se instala en un apartamento de
la planta superior; comparten la cocina y el comedor. El apartamento de Brecht
es un espacio cálido y luminoso con techos altos, suelos de madera y muebles
antiguos en madera clara. Grandes ventanales dan al ajardinado cementerio
Dorotheenstadt donde curiosamente se encuentran las tumbas de la pareja -dos
sencillas piedras con sus nombres grabados-.
La primera habitación es el estudio privado donde Brecht se instalaba a
primera hora de la mañana para leer el periódico y libros de su biblioteca que
contaba con unos 4200 ejemplares (los años de exilio le habían hecho perder
muchos de sus libros). El dramaturgo alemán tenía una mentalidad abierta y
estaba interesado en todo conocimiento, le encantaba conversar y que le
rebatieran sus ideas; así entendía la dirección teatral: un espacio de conversación
donde todos estaban al mismo nivel, y se estimulaban mutuamente.
La segunda habitación, cuyos grandes ventanales dan al jardín posterior,
era donde el autor trabajaba y recibía a un gran número de colegas, discípulos
y amigos de un sinfín de países. Esta habitación es la más amplia de la casa y
cuenta con siete mesas y escritorios donde Brecht dividía su trabajo. Pensaba
mejor si tenía un proyecto en cada mesa repleta de papeles. Fumaba y trabajaba
con intensidad en este salón y en el teatro. Aquí también se encuentran dos de
sus cinco máquinas de escribir: la Olivetti Lettera 22 y la Royal Quiet Deluxe
con las que escribió o revisó gran parte de su obra: Madre Coraje y sus hijos,
La Madre, Los rifles de la señora Carrar, El círculo de tiza caucasiano, entre
otras. Desde este segundo salón se accede a la pequeña habitación donde murió
el autor con tan solo 58 años. Todavía se puede ver su boina y bastón colgados
de la puerta del baño como si estuviera a punto de salir a recibirnos en su
estudio.
Tras la muerte de su marido, Helene se instala en la parte inferior de la
casa. Manda a construir un jardín de invierno donde recibe a los colaboradores
del teatro, más de 200 a los que Helene conoce como si fueran su propia
familia. La actriz continúa trabajando semanas antes de su muerte en 1971 como
directora artística, actriz y albacea del archivo de su marido. Desarrolló una
labor incansable para crear y mantener el legado del dramaturgo sin ninguna
ayuda estatal (solo llegó tras su muerte cuando la casa se convierte en museo
en 1978). La última parte de la visita es la pequeña cocina al fondo de la
casa. Era el lugar favorito de Helene, excelente cocinera y anfitriona. El
calendario todavía marca el día de su muerte: 6 de mayo de 1971. Desde entonces
nadie ha vivido en este apartamento y es por esto que aún se siente el carácter
cautivador e innovador de Weigel y Brecht.
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