, fue el precursor de contratar mercenarios digitales para que voten en encuestas digitales y generen corrientes favorables de opinión en la red por módicos 20 dólares diarios. Obsecuencia, paga o no, existe desde el principio del mundo. Lo único nuevo es el terreno donde se practica. A la inversa, los gobiernos también le temen a internet, y la censuran cuando se transforma en peligrosa. Una de las medidas que intentó apagar la rebelión en Egipto fue la de cortar el acceso a la autopista virtual.  Las medidas de EEUU como la Ley SOPA,  tienen el único objetivo de controlar qué  “se piensa” en la red.  Ejércitos invisibles armados con un módem y un teclado, agazapados, Gobiernos que censuran como medio de perpetuarse, con arcas llenas de 50 centavos,  intentan hacer posible eso de convencer a alguien en la web. Del otro lado, nosotros los usuarios, con pocas herramientas para contrarrestar a las armadas virtuales: mantener la libertad de circulación de información, opinando de y desde la red, pero por sobre todas las cosas, fuera de ella. Es gratis. Tanto mejor.