El florecimiento de la primavera ha alcanzado al periódico que usted tiene en sus manos, puesto que estamos desplegando 8 nuevas páginas.
Esta expansión es resultado de una ambición simple y certera: ofrecer más información, opinión, entretenimiento, ficción. Generar espacios más amplios de encuentro y participación, penetrar hasta el alma misma de su rutina con una alternativa diferente; una mirada distinta; una rubricante manera de ver lo real y tangible, a la vez que lo inasible y fantasmal.
Todo límite puede ser trascendido cuando hay una causa latiendo fuertemente y guiando nuestros pasos. Todo escollo en el camino puede ser sorteado si nos dejamos alcanzar por la luz que emana del faro escogido. Todo vaticinio negativo puede ser revertido con la sola imponencia de la constancia y el trabajo comprometido. Todo sueño puede ser alcanzado si dedicamos a él cada instante de nuestra vida. Toda crítica construye si sabemos bucear en sus más recónditos pliegues. Todo amanecer contiene hechos benditos e injustas desgracias. Todo sentido es más sentido si lo absorbemos no sólo con el pensamiento. Toda unidad arrastra cortes y quebradas. Todo es posible si estamos dispuestos siempre, a volver a empezar. Sin miedos, sin rencores, sin tonta soberbia ni falsa humildad, con errores hasta reincidentes y con impensadas conquistas. Volver a empezar. Aun cuando pareciera imposible. Aun cuando los reveses se nos hundan en la carne como latigazos ardientes. Volver a empezar. Y caminar, atentos a la luz de ese faro que hayamos elegido para iluminar nuestro camino. Sin prisa, pero sin pausa. Y en este caso, junto a ustedes, que son los que hacen posible cada nueva edición de este sueño colectivo -nuestro faro elegido- que hemos dado en llamar: El Observador.
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