Baldosa floja


Tres molestias tres

 
Por Alejandra Tenaglia

La dama que hoy nos ocupa me abordó en la calle y sin vueltas comenzó la enumeración de sus molestias, para el bien de esta columna y de ella misma, que pareció francamente liberada una vez terminado su discurso.
   
A mí me molestan muchas cosas, porque yo soy así de jodida; pero hay tres en particular, que me crispan los nervios. 
Una: los chismes y por supuesto, sus autores. ¿Viste que…? ¿Sabías que…? ¿Te enteraste de…? Ya ese comienzo de frase, me irrita. Porque en principio, ¿qué me importa a mí quiénes se pusieron de novios; son amantes una, dos, tres veces a la semana; van por el quinto hijo; se divorciaron o se van a casar? Las cosas de la gente que me importa, me las cuentan ellos mismos en vivo y en directo, si es que tienen ganas de compartirlas. Y punto. Todo lo demás es pérdida de un tiempo precioso que no se recupera, divagando sobre vidas ajenas. ¿En qué puede modificar mi existencia el que aquella se haya acostado a la hora de cena, medianoche o de madrugada, con uno, dos o diez hombres-mujeres-perros-gatos-o-marcianos? ¿O que aquel se haya hecho rastas, trenzas, tatuajes o se haya puesto una peluca? Si se fue de viaje, abandonó su casa para irse a vivir en carpa, embarazó a alguna, se dedicó a estudiar magia negra-amarilla-violeta… ¡qué me importa! ¡Cada cual hace con su vida el cuadro que mejor le sienta!... Pero además del contenido del chisme, lo que me molesta es el tono de goce del chismoso, los gestos que emite para darle énfasis a lo que dice, la complicidad que intenta lograr con vos al codearte, hablándote medio al oído, guiñándote un ojo, como armando equipo frente al pobre escrachado… ¡Cómprense una vida señores! Y dejen de juzgar a los demás que, como dijo Cervantes, ¡nunca se sabe por dónde puede saltar la liebre!...
Dos: la gente que te debe y encima, deja de saludarte. Esto sí es una cosa de locos, no me digas que no… No es que uno muera por el saludo de ellos, pero, digo, me parece, la elegancia es lo último que se pierde ¿no? A cualquiera le puede pasar tener una mala racha, pero con dar la cara y las explicaciones correctas, es suficiente. No es necesario hacerse el otario o peor aún ¡el enojado! Y uno es tan estúpido, que ve ese cambio de actitud y, como siente vergüenza ajena, se hace el que no se da cuenta… Listo, ahí ya la comedia es completa, el otro nos debe y nosotros somos los que bajamos la cabeza... Es como te digo, ¡de locos!
Tres y último: esta moda de escribir todo abreviado, y con mucha K. Me gustaría saber de dónde sacaron los jóvenes esta loca idea. El tema es que ya no le escriben a la noviecita: te quiero mucho, ahora van sólo las iniciales; pero encima en lugar de la Q va la K. O sea, TKM. La T siempre va solita: t kiero, t odio, t espero… ¿Por qué? Eso es lo que quiero saber. ¿Qué ahorran? ¿Qué enfatizan? ¿Qué vanaglorian? Tonta no soy, sé que suprimieron el uso de la Q para no tener que poner la U… pero, ahora, yo digo, en esta época de despilfarro, compro y tiro, descarto, ¿a qué se debe esa avaricia con las letras? ¡Pero… gente! ¡Si el abecedario está ahí enterito esperando que lo usemos!... Cuidemos el uso y abuso de otras cosas, que tan bien le vendría no sólo al país sino a todo el planeta, pero no restemos letras que ya bastante cuesta entenderse con el alfabeto completo. Y si pensás que exagero, prestá atención ahora en las Fiestas a los mensajitos de texto que recibas de los menores que te rodean. Vas a ver que más de un saludito te hace mal a la vista… 
También me molesta mucho la gente que se queja de todo, así que te reconozco que en este momento, hasta yo misma me caigo mal…
Pero bueno, que libera, libera.


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