UNA METÁFORA VIGENTE
Por Alejandra Tenaglia
Hay sueños tan preciados que, al cumplirlos, uno siente que más que vivirlos en la diaria vigilia, sigue inmerso en ellos; esto es, que se despertará en algún momento. Eso es para mí trabajar con Enrique Medina.
Este enorme escritor porteño que se convirtió en best-seller con su libro Las Tumbas allá por la década del 70, ha nutrido a la literatura argentina con más de una veintena de títulos que abarcan desde el ensayo hasta el teatro infantil, pisando fuertemente en la novela y el cuento. Muchas de sus obras fueron llevadas al cine y al teatro, por ellas ha recibido premios y reconocimientos nacionales e internacionales.
Su originalidad reside no sólo en transitar una y otra vez, los pasillos más oscuros del alma, sino sobre todo en amalgamar ese golpe certero con una ternura e ingenuidad que humaniza a sus personajes y los acerca al lector, quien sin saber por qué, termina queriéndolos aun en contra de su voluntad. Tanto al Maestro como al aprendiz, dos figuras que se repiten en sus libros, gestando de ese modo, quizás sin proponérselo, un paralelismo con lo que ocurre entre el autor y el lector.
En las primeras charlas que tuve con Enrique, me prohibió leer Strip-Tease. Hoy, a 35 años de su primera edición, vuelve a salir a la calle. Y vuelve porque la metáfora que encierra sigue vigente, intacto el rompimiento de límites, incuestionable la singularidad de su estilo. Vuelve porque es una obra necesaria.
En las más de 500 páginas que la conforman, hay un latido constante que marca el rumbo de la narración, un latido que semeja el corazón asustado de un animal oculto entre la hierba, que no explota, no cesa ni muere ni cambia su ritmo hasta el final, en que se convierte en látigo apocalíptico. Aquí, la trasgresión a la que nos tiene acostumbrados Medina, llega a su punto más alto. Quizás por ello ya en los primeros capítulos hay sucesos que prefiguran, a modo de advertencia, que de allí en más todo puede pasar. No obstante animarse a este libro es decidir adentrarse en ese rincón del ser nacional que todos llevamos a cuestas, como un pasado pesado que, bajo distintos rostros, asoma en el amanecer del presente. Un presente que el futuro dirá, qué lugar ha de ocupar en la historia.
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