Editorial

Con la presente edición cerramos el 2010.

Tampoco nosotros escapamos al balance que impone el fin de año, con un saldo indefectiblemente positivo. Salir a la calle con un periódico no es cosa que se dé todos los días; y lograr la aceptación del lector y de los anunciantes –sin los cuales sería imposible sobrevivir-, nos genera una felicidad infinita y un agradecimiento muy difícil de explicar con tan solo palabras. Quisiéramos poder abrazarlos a todos, mas, como ello es fácticamente impracticable, bregamos por rodearlos de algún modo con estas páginas, demostrándoles así el afecto fornido. Ese afecto que traducimos en textos, imágenes, diseños; en el contacto indirecto o directo con quienes acercan un comentario, una crítica, una consulta, una muestra de que están allí del otro lado permitiendo que existamos como medio. Un medio que intenta estar ni más ni menos que allí donde por definición le corresponde: en el medio de lo que ocurre y el público en general. Un medio muy joven que crece gracias a las nuevas voces que se van sumando y a los nuevos seguidores. Un medio que desde su primer número, tuvo como objetivo inamovible abarcar distintos puntos de vista, abrir nuevos espacios, generar encuentros, sembrar dudas para estimular la reflexión y la formación de un pensar propio. Un medio que intenta llegar a las márgenes más distantes, sabiendo que los errores sucederán más allá de los esfuerzos por erradicarlos de nuestra labor diaria. Una labor que lleva mucho más tiempo del que ustedes pueden imaginar, en razón de la seriedad e intensidad con la que tomamos este compromiso de informar.

Informar es precisamente, dar noticia de algo. Y sabido es que en la elección de aquello sobre lo cual se da noticia, y el modo en que se lo haga, radica la línea editorial. Sobre ella se podrán emitir distintas opiniones; lo que no debe dudar es que, esa línea, ya sea recta, zigzagueante u ondulada, es el caminito que elegimos para llegar a quien es nuestra razón de ser: usted.

Hasta el 2011.