MAX
EUWE
Por
Garry
Max Euwe nació en Holanda, en 1901.
Aprendió ajedrez de sus padres a los 4 años pero hasta los 20 no participó en
torneos en forma habitual. Recordemos que entonces muy pocos se dedicaban al
ajedrez, actividad asociada a la bohemia.
El campeón holandés, sin embargo,
nunca se dedicó por entero a nuestro deporte, como sí lo hiciera su rival
mayor. Se licenció en matemáticas y filosofía y toda su vida vivió de la
docencia en un colegio privado para señoritas. Es por ello que Max Euwe es
considerado el único aficionado que llegó a campeón mundial.
Cuando derrotó a Alekine (siendo el único
en lograrlo en un match por el título, perdió al ofrecer la revancha), fue una
sorpresa para el ambiente, pues se pensaba que su juego no era lo suficiente
fuerte, pero este gran teórico de aperturas tuvo su mayor capacidad en saber modificar
el carácter de una lucha en forma abrupta.
Las batallas se clasifican en posicionales,
tácticas, cerradas, abiertas… Es común que el ánimo del jugador se acomode y
ponga la mente en empatía con cada estilo. Modificar dicha relación, cuando la
posición troca, no siempre es fácil; uno queda prendado del ritmo anterior sin
poder asimilar el cambio. Por supuesto, es un error jugar una posición táctica
con el ánimo propio de largas maniobras, y viceversa. La capacidad mental es la
misma, pero no la exigencia que se soporta. Como ejemplo diré que rara vez un
alumno puede contestar con acierto cuando el profesor le urge, y que sí puede
hacerlo cuando charla distendido con un amigo o un familiar. La limitación no
yace en sus conocimientos, sino en la tensión que sufre.
Euwe se talló una fama por su
caballerosidad y buen trato, jamás ocasionó una disputa y bien que pudo
hacerlo. Era alérgico a los gatos y durante sus matches por el título, Alekine
se presentaba con uno de esos bichos a las partidas, sólo para molestarle. Su
carácter de intelectual le permitió escribir el mayor número de libros que
ningún campeón diera a las prensas. Ejerció asimismo la presidencia de la FIDE (Federation Internationale des Échecs),
entidad que nos nuclea internacionalmente. Fue el suyo el periodo más sano, mas
transparente de su historia como gestora de los intereses de Caissa. Y eso que
debió sortear las extravagancias de un energúmeno como Bobby Fischer, y una
olimpíada en la beligerante Israel.
Al respecto del match revancha,
durante el cual perdió el título ante el mismo Alekine, un gran jugador aseguró
que el holandés no poseía todos los méritos –ni los defectos- como para
mantenerse campeón.
Max Euwe era un profesor de señoritas
acomodadas y licenciado en filosofía. Culto, educado, un caballero para con los
rivales (cosa extraña en este ambiente). ¡Era demasiado inteligente como para ser
un genio!
Max fue un ave de paso por el ajedrez
–como todos los demás- que, sin querer hacer su nido en las alturas, planeó sobre
las cimas de la gloria.
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