“VIVIR
ES FÁCIL CON LOS OJOS CERRADOS”
Por
Lorena Bellesi
bellesi_lorena@hotmail.com
En
el año 1966, el mismísimo y escandalosamente famoso John Lennon, se muda al sur
de España para filmar una película con un claro mensaje antibélico: “How I Won The War” (Cómo gané la guerra). Más exactamente, se radicará unos cuantos
meses en la cálida y soleada Almería, a orillas de un fulgurante mar. A unos
cientos de kilómetros de allí, en Albacete, un entusiasta profesor de inglés pone
en marcha el pequeño coche verde chillón
de su padre, con el fin de recorrer la distancia que lo separa de su
ídolo. No emprende una escapada “cholula” para saciar su impulsivo fanatismo,
nada de eso, el propósito de su viaje es serio, y también inédito, se va
delineando como una suerte de cruzada pedagógica. Las letras de Los Beatles son
el material de estudio utilizado por el docente para enseñar el idioma
extranjero, pero tiene un gran inconveniente, él mismo transcribe las canciones
escuchándolas, por lo tanto, muchas veces duda o no logra transcribirlas
correctamente. John debe saberlo y hacer algo. Enterado de esta simpática
anécdota, totalmente cierta, el director español David Trueba decide llevarla a
la pantalla grande; así nace “Vivir es
fácil con los ojos cerrados”, un relato con un despliegue visual muy bello,
en donde la naturaleza, por momentos,
peca de pretenciosa.
El
gran actor español Javier Cámara interpreta al profesor en cuestión, Antonio, una persona alegre, parlanchina
y generosa, pero también un espíritu rebelde abrumado por esa España franquista
que tapió, despiadadamente, “las vistas
al futuro” de los más jóvenes. Qué hace entonces, no se desentiende, siguiendo
su instinto paternalista no duda en llevar consigo a dos chavales desamparados que
encuentra en la carretera. Ambos, a su manera, no encajan en la sociedad;
dispuestos a manejar sus vidas, la única salida que encuentran es huir. Belén (Natalia de Molina) y Juanjo (Francesc Colomer) son dos
fugitivos con suerte; Antonio los ampara,
los invita a ser parte de su sueño, les revela un mundo de tolerancia y
fraternidad que desconocían, los induce a descubrirse.
Hay
un grito que recorre toda la película: ¡Help!
(ayuda), un pedido de auxilio que el cuarteto de Liverpool convirtió en “himno”
y que los protagonistas de la película entonan con voz fuerte y enojada a todo
aquel que quiera escuchar. Antonio cree
fervorosamente en el poder reparador de las canciones, según él, hay algunas melodías
que te pueden rescatar ya que te identifican o reflejan tu propia manera de
sentir. No son una combinación de notas musicales únicamente, son una
entrañable compañía ahuyenta soledad.
El sugerente
nombre del film es un verso de la nostálgica “Strawberry Fields Forever” (Campos de fresa por siempre), canción
que Lennon empieza a componer durante su estadía en España. “Vivir es fácil con los ojos cerrados”
supone un anclaje en tiempos pasados, en el recuerdo de una época feliz, pero
también, sugiere una claudicación, un sometimiento conformista carente de
solidaridad o sublevación: miramos hacia afuera aunque sólo nos enfocamos a
nosotros mismos. Antonio es un
insurrecto, un soñador, su presencia paternal contagia entusiasmo, proyecta
esperanzas aún en las situaciones más embrolladas. Sostenida por una
impresionante, no recargada, banda sonora, la película transcurre con el
entusiasmo de poder concretar una hazaña, pero sin desestimar lo que sucede al
costado.
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