Por Mariano Fernández
Esa foto, nos conmovió.
Aylan acunado por el oleaje de las costas de Turquía. Miles mueren cada día y de esos, muchos de
maneras crueles e injustas. El niño sirio nos trajo pinceladas de lo que está
sucediendo en medio oriente. “Complejo” es un adjetivo insuficiente. Pero a
medida que se profundiza en él, conocimientos, razones más simples emergen
detrás de conflictos como el de la guerra civil siria y su consecuencia más
inmediata: los refugiados.
Medio oriente, el lugar
donde nacen religiones y se inventan países
Tres
de las religiones monoteístas más influyentes del mundo, y actualmente con más
fieles (el Islam, el judaísmo y el cristianismo), nacieron en medio oriente, en
un área geográfica menor a la provincia de Buenos Aires. No pocos conflictos
generó la convivencia religiosa desde tiempos bíblicos a esta parte en un
espacio reducido. Pero la llegada del motor a explosión y los yacimientos de petróleo
y gas de medio oriente, agudizaron más aún la disputa por la zona. Las
potencias occidentales y no tanto (hoy China y el dependiente in extremis de
los hidrocarburos, así como Japón, muestran sus credenciales de potencia en la región),
han intentado hegemonizar el control de todo oriente y para ello se han valido
de alianzas, financiamientos y pactos con etnias, subdivisiones religiosas,
sultanes, califas, civiles, generales y un largo etc. En una región, cuanto
menos que volátil en términos geopolíticos, la solución de países como EEUU, Gran
Bretaña, Francia, fue lisa y llanamente la creación de países aliados, ocupando
ellos mismos el rol de "garantes de su libertad". Yemen, Israel,
Qatar, Arabia Saudí, son sólo algunos. Rusia ha financiado y provisto de armas
a grupos que en algunos casos, han logrado el control militar y político de
amplias regiones. En este marco, no es extraño que la imposición de fronteras
que no tuvo en cuenta más que el reparto del control de la zona petrolífera más
importante del mundo, deje huellas y rencores de índole cultural y religioso.
Crear países sin tener en cuenta estos factores, es meter naciones en una bolsa
llamada Estado, lo mismo que si fueran gatos. Tarde o temprano, algo sucederá.
El Corán y el calefón
Al
igual que las religiones cristianas, el Islam es esencialmente una religión de
paz y tiene algunas ramas originadas en las interpretaciones de sus profetas o
sus libros sagrados. A la muerte del
profeta Mahoma, aparecen las dos grandes divisiones del Islam: chiíes y suníes.
Los primeros apoyaban la dirección del Islam por aquellos que tenían lazos de
sangre con Mahoma; los suníes, en cambio, pregonaban la independencia de la
sangre para liderar la fe. El 87 % de los musulmanes del mundo son sunitas.
Pero se dan casos como en Siria, donde la mayoría sunita es gobernada por una minoría
chiíta. En Irak se dio lo inverso, como muestra de lo que puede suceder en
estos enfrentamientos. No es sólo cuestión de fe, ya que muchas organizaciones
armadas se definen por esta división, por ejemplo: Hezbolla es chií; Talibán,
Hamas, Estado Islámico, Al Qaeda y su rama más radical ISIS, son sunitas. Como supondrá,
muchas veces, las diferencias religiosas, no se solucionan en un cónclave.
Primaveras árabes, ajedrez
mundial
Desde
2010, se sucedieron una serie de levantamientos populares en varios países árabes,
desde Egipto, el Líbano, Yemen, Bahréin, Libia, pidiendo la democratización de
sus Estados. Siria, con la "primavera de Damasco" en el 2000, fue un
precursor. En varias de estas protestas, han intervenido e influenciado
moviendo los hilos detrás de bambalinas, EEUU y sus aliados Rusia -que tiene su
único puerto extra territorial en Siria-, China y Europa. En Siria la situación
desbordó y la guerra civil se desató. En 2011 un grupo de 7 militares desertores encabezó la
rebelión contra el gobierno de Assad, formando el Ejército Libre Sirio. La cuestión
religiosa atravesó el conflicto, y rápidamente grupos armados tomaron parte,
formando una madeja de alianzas temporales y rupturas sangrientas que son difíciles
de desentrañar. De manera somera, podemos destacar tres vertientes: las fuerzas
leales al gobierno, apoyadas por Hezbolla, Irán, Rusia y China; las fuerzas
opositoras moderadas (Ejército Libre de Siria, la Coalición Nacional Siria, el Consejo
Nacional Kurdo), apoyados por Europa, Estados Unidos, Arabia Saudí y Qatar; los
opositores radicalizados, el frente Al Nusra, integrado por Estado Islámico,
con ISIS y varias organizaciones más. Las alianzas entre los opositores han
tenido fisuras y conflictos entre ellas. La consecuencia de esto es: millones
de refugiados, ciudadanos sirios que han perdido sus hogares, con sus ciudades
arrasadas completamente. Las cifras son escalofriantes: más de 4 millones de
desplazados. 300 mil pedidos de asilo sólo a Alemania. 6 millones y medio de migrantes
dentro de Siria. Europa y sus voceros se jactan de la apertura pero refuerzan
sus fronteras. Hungría, Croacia y Serbia robustecen sus medidas contra la inmigración.
40 mil vacantes otorgaría EEUU. Y así, aquellos que fogonean el conflicto, no aportan
soluciones ni a la paz ni a los refugiados... Miles escapan de esta guerra
atroz, contratando traficantes de personas. Se lanzan al Mediterráneo en
cualquier cosa que flote, al menos por un tiempo. La foto de Aylan es el
fracaso de la política internacional en oriente, descripción gráfica de la
avaricia de las potencias. Miles, tienen el peor fin. En Aylan, todos ellos. “Salam aleikum, Siria”. Que la paz esté contigo,
Siria.
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